Opinión Nacional

Guarimbas

Los voceros del chavismo, es decir los loritos del jefe, son incapaces de
inventar algún defecto o vicio de la oposición distinto del golpismo, el
magnicidio, la oligarquía, la burguesía, la traición a la patria y
lasumisión al imperialismo yanqui. En su discurso tampoco falta la acusación
por las presuntas guarimbas, aquella estupidez que se le ocurrió a
ciertosgrupos opositores que decidieron cerrar sus propias calles para que
sus propios vecinos quedaran atrapados. Una de esas guarimbas estaba ubicada
en una avenida de Los Palos Grandes cuando el paro, que se inició en
diciembre de 2002, agonizaba a fines de enero de 2003. Los guarimberos eran
tres o
cuatro vecinos de la zona que habían prendido fuego a un caucho en la mitad
de la calle y habían colocado algunos escombros para impedir el paso de los
vehículos. Me bajé indignada de mi automóvil y les pregunté por qué no
armaban esa guarimba en La Vega, Caricuao, Catia o en la Autopista de El
Valle que entonces eran territorio chavista. -¿por qué no vas tú para allá?-
me respondió un guapetón con gesto agresivo -porque yo no estoy de acuerdo
con esta imbecilidad- le dije. Aparté algunos de los obstáculos y seguí mi
camino.

Resulta que seis años después de aquel invento ridículo, Venezuela toda es
territorio de guarimbas. A diferencia de las que montó la clase media en las
urbanizaciones, las de ahora pertenecen a los sectores más pobres,
desasistidos y golpeados de la población. Las motivaciones pueden ser la
falta de techo, el incumplimiento de compromisos salariales, el mal estado
de las calles y -las más frecuentes- la inseguridad y la violencia que
cobran a diario las vidas de conductores de vehículos colectivos o de
vecinos de quienes protestan. No pasa un día sin que la prensa informe de
trancas en las autopistas y carreteras de diferentes zonas del país amén de
las que ocurren en la zona metropolitana.

Una de esas protestas ocurridas en la urbanización El Paraíso de Caracas
esta última semana, fue motivada por el asesinato a golpes de un niño de dos
años de edad a manos de su padrastro. Un hecho monstruoso que merece la
indignación de los vecinos ¿pero qué culpa tenían de ese crimen las personas
que a esa hora trataban de llegar a su trabajo o al colegio de sus niños o a
un examen en la universidad o más grave todavía, a un hospital por una
emergencia médica?

Matan a un chofer de los autobuses que cubren la vía de Caricuao y sus
compañeros trancan la autopista del sector. Si es en Guarenas, la autopista
es bloqueada por el sindicato de transportistas del lugar y miles de vecinos
de esa ciudad y de todas las ciudades dormitorio que tienen esa única vía
para salir de sus casas o llegar a ellas, pagan las consecuencias de una
situación de la que son doblemente víctimas: a ellos también los azota la
delincuencia incontrolada. Se comprende que cada una de esas guarimbas
aunque no se llamen así, es producto no solo de la rabia sino de la
impotencia de los ciudadanos comunes y corrientes, de los que no tienen voz
para dejarse oír. Y cuando los entrevistan en la radio o en la televisión,
sus pocos segundos de fama se esfuman ante la absoluta indiferencia de
quienes deben atender ese grito.

La protesta que bloquea calles y autopistas, causa graves daños a la
economía
del país, provoca la pérdida de miles de horas de trabajo y de estudio,
destroza los nervios de decenas de miles de personas. Pero eso al gobierno
lo tiene sin cuidado. La repetición diaria de esa escena no produce el menor
efecto en quienes deberían preocuparse porque ya forma parte del paisaje que
se mira pero no se ve.

Los helicópteros que vuelan sobre Caracas y otras ciudades del país para
ofrecer sus informes sobre las vías donde el tránsito es más lento o más
fluido, deberían tener una agenda con las protestas de cada día para que los
vecinos del sector se queden en sus casas y eviten los efectos de esas
trancas sobre su salud física y mental. Pero los protestantes deberían
percatarse, ya es hora de que ocurra, de la inutilidad de un método repetido
hasta el cansancio. ¿Mataron a un conductor compañero de trabajo? La
protesta debería ser ante el edificio donde funciona la policía encargada de
custodiar la zona o mejor aun, ante el Ministerio del Poder Popular para el
Interior y Justicia (ufff, que nombrecito) y ¿por qué no? ante el Tribunal
Supremo de Justicia, principal responsable del estado lamentable de la
justicia penal y de todas la otras. Por supuesto que la Asamblea Nacional
que gasta su tiempo investigando fantasías que pasan por la mente delirante
del mandamás y levantando la mano para aprobar cuanta cosa le envían desde
la Presidencia, tiene su buena cuota de responsabilidad en lo que ocurre.

Esos mismos que hoy calientan las curules, se pusieron más de una vez al
frente de protestas populares ante el antiguo Congreso, hoy el pueblo
les da grima.

Pero, si a ver vamos, como no hay una hoja que se mueva en este país sin un ukase salido de la garganta profunda de Miraflores y como no existe poder grande, mediano o pequeño que el teniente coronel no controle; ese pueblo en cuyo nombre parlotea y pontifica a diario, debería armar su guarimba frente al palacio presidencial. Allí es donde deben recalar todas las protestas por el desastre nacional porque allí vive y pernocta su planificador y responsable.

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