Guarimba eléctrica
Las acusaciones que acaba de lanzar nuestro Alcalde Mayor de Caracas a los médicos del hospital de Los Magallanes, aduciendo que en dicho hospital se ha refugiado una “guarimba” orientada a algo así como sembrar el caos y hacer que fracase nuestra revolución, son graves y peligrosas. Extender el concepto nos conduciría a preguntar la filiación política de cualquier cirujano antes de someternos al quirófano, no vaya a ser que nos destripe allí adentro por no pensar como él.
Entre los argumentos del alcalde está el hecho de que algún médico señaló: “Sucedió lo que se tenía previsto”, lo que para él es una prueba irrefutable de premeditación y alevosía. Ante esta afirmación, cualquier profesional que trabaje en el sector eléctrico debería preocuparse y poner sus barbas en remojo. Porque resulta que todos los profesionales serios del sector están conscientes de que si se sigue operando el Sistema Interconectado Nacional en las condiciones de riesgo actuales lo previsible es que se produzca un apagón general en el país y entonces, cuando esto ocurra, cualquiera que tenga la osadía de decirlo se convertirá automáticamente en sospechoso de fomentar una “guarimba eléctrica” y podrá ser, en consecuencia, sometido al escarnio público.
En anteriores ocasiones hemos alertado sobre la elevada probabilidad de que se produzca el mencionado apagón en el país ante cualquier evento imprevisto. Todos los días a las horas de alta demanda se violan los límites de transmisión y las empresas se ven obligadas a racionar en algunas áreas. En Los Andes, por ejemplo, los racionamientos son una costumbre. Al mismo tiempo la demanda sigue subiendo, y lo hace a un ritmo más rápido que las soluciones, con lo cual la probabilidad del evento continúa aumentando.
Los líderes revolucionarios deberían entender que hacer estas advertencias no convierte a nadie en un opositor a ultranza. Todo lo contrario, lo que más debería agradecer una persona en cualquier puesto con responsabilidad es que sus colaboradores y amigos, e inclusive sus adversarios, le señalaran los peligros a los que se enfrenta. Sin embargo, lo que se observa es una creciente ceguera que hace a nuestros líderes refractarios a los consejos. Si alguien advierte que la mejor contribución que puede hacer una empresa eléctrica al desarrollo social es prestar un servicio de calidad y que, en consecuencia, los profesionales del sector deberían concentrarse en su trabajo a tiempo completo y no estar por allí fomentando proyectos endógenos ajenos a su misión, automáticamente se convierte en persona no grata, por no decir en enemigo acérrimo del proceso.
Es bueno recordar que en 120 años de la industria eléctrica en Venezuela, nunca un profesional del sector ha atentado contra la continuidad del servicio. En ningún evento político, por muy conflictivo que haya sido, se le ha ocurrido a alguien en el sector que se podía sacar partido de un apagón. Para muestra no hay que ir muy lejos, basta recordar los conflictos de 2002 y 2003. Los profesionales del sector saben que muchas vidas dependen de la electricidad, por lo que existe un juramento hipocrático implícito en todos ellos que los obliga a hacer el máximo posible por garantizar la continuidad del servicio.
Sirvan estas letras como advertencia de que si a alguien se le ocurre hablar de “guarimba eléctrica”, ante un evento que interrumpa el servicio, no será sino una calumnia más de una revolución que siempre quiere encontrar un enemigo afuera cuando en verdad lo tiene adentro.