Grito silencioso

Cierto que el CNE actual y, en consecuencia, los procesos electorales, no merecen ni inspiran credibilidad alguna pero una verdad no menos grande es que cualquier oposición o resistencia democrática mal puede permanecer ajena a los tres eventos electorales por venir.

En la peor de las hipótesis, son oportunidades para movilizarnos, para trabajar la indispensable cohesión, para expresarnos de una manera clara y firme, para avanzar de la debilidad a la fortaleza y desde la dispersión sin sentido hacia la diversidad con sentido de propósito compartido.

Dejarlas pasar tropezando entre la confusión, las verdades absolutas exclusivas y excluyentes de unos y un pragmatismo de eventual logro efímero de otros, depende de cada uno de nosotros. Las decisiones se toman en base a las opciones reales y no a partir de lo ideal o de lo deseable y para hacerlo de manera óptima, hace falta tener conciencia de que las consecuencias de nuestras decisiones escapan a nuestro control pero las decisiones siempre nos pertenecen.

Aunque nos parezca imposible, las cosas pueden empeorar y sin concertar posiciones y hallar puntos de encuentro entre las antagónicas, en función de ese compartido sentido de propósito, se queda en fantasía la aspiración de lograr un cambio favorable en el marasmo actual.

Tales eventos electorales, nos guste o no, jalonan la lucha aunque no la culminen ni la decidan y es elemental e indispensable incorporar coherencia en la posición que asumamos ante los tres eventos.

El primero de dichos eventos, el próximo domingo 7 de agosto, es oportunidad para comenzar a avanzar hacia esos puntos de encuentro, para dar forma a una resistencia democrática firme y sólida.

Ante la realidad de actores con posiciones inamovibles de votar o de no votar, corresponde a los votantes pesar nuestra decisión, poniendo a un lado la rabia y el desencanto.

La propuesta es: máxima participación en las Alcaldías en manos de la oposición y máxima abstención (activa o pasiva, a gusto de cada quien), en las Alcaldías en poder del oficialismo.

Tenemos a nuestro favor el factor sorpresa, en esta ocasión las trampas podrían tener el marco de una escasa participación generalizada y la necesidad del oficialismo de producir una brisa de credibilidad en los resultados pero nuestro propósito es evidenciar un nivel de participación y, por ende, de abstención netamente diferente entre las Alcaldías cuyos titulares son de la oposición y aquellas dominadas por el régimen, cualquiera que sea la oferta opositora que se escoja apoyar. Si además hay un efecto en los resultados, magnífico.

En este esquema caben ambas posturas – votar y no votar- pero no significa votar de cualquier manera y simultáneamente no votar en modo alguno, sin propósito compartido, lo que es como quedarse entre la nada y la cosa ninguna. También deja todas las puertas abiertas para la concertación de posiciones frente a los procesos venideros, no para complacer a quien sea, sino en función de sumar efectividad
Cabe observar que el objetivo de conseguir una que otra posición en Alcaldías controladas por el oficialismo, es comprensible pero muy probablemente inútil por el avasallamiento con el que se mueve el régimen y tal objetivo impide que la oposición se exprese de una sola manera en su conjunto, en cambio facilitar la incorporación de oficialistas en las Alcaldías encabezadas por opositores, habida cuenta del apoyo del régimen y su poder destructivo, sería favorecer, sin beneficio, el riesgo para la calidad de vida de la respectiva comunidad. Imaginemos solamente el criterio oficialista en la recolección y tratamiento de la basura.

En las Alcaldías en las que el propósito es destacar un elevado nivel de participación, se puede votar hasta por un solo candidato, excluyendo el voto lista o únicamente por ésta.

Puesto que los actores están reacios a ceder un milímetro en sus posiciones, corresponde a los votantes demócratas mostrarles el camino de la concertación para conformar una oposición y una resistencia democrática sólida y con fuerza.

Vamos a hacernos sentir. Hagamos evidente la diferencia.

¡Gritemos en silencio!