Graves interferencias
Me refiero a Colombia. A la campaña electoral y a lo que viene ocurriendo desde antes. Las pretensiones expansionistas del proyecto castro-chavista que se desarrolla en Venecuba, han encontrado su mayor obstáculo en la institucionalidad democrática de Colombia, dirigida por el Presidente Uribe. La política de Seguridad Democrática ha sido eficiente. Arroja un balance positivo en la lucha contra los narcoterroristas de las FARC, contra el paramilitarismo, contra irregulares de distinta naturaleza y contra el tráfico ilegal de drogas. Los efectos han sido excelentes para Colombia y también en esta parte del mundo. Esa política ha tenido el soporte de Estados Unidos, país comprometido desde que los presidentes Clinton y Pastrana impulsaran el Plan Colombia, admirablemente perfeccionado por Uribe con Bush y Obama. Los ciudadanos de ese país reconocen el esfuerzo de su gobierno. Todos los que han pasado por los ministerios del interior y de defensa, han sido factores fundamentales del éxito. Esto es particularmente cierto con relación a Juan Manuel Santos, a quien se atribuyen los mayores triunfos en la lucha.
Santos, convertido en favorito de Uribe, es objeto de una agresiva campaña, bien dirigida y mejor financiada, para forzar su derrota e intentar desmontar la seguridad democrática. El objetivo regresivo es liquidar los avances obtenidos, propinarle una derrota a Uribe y… ya veremos cómo lidiar con quien pueda ganar para, en el fondo, impedir el desmantelamiento definitivo de las FARC, golpe serio al narcotráfico.
La ofensiva envuelve acciones y declaraciones provenientes de Ecuador –investigaciones penales abiertas-, Nicaragua y por supuesto desde Venecuba. Chávez no ahorra palabras y llega hasta el extremo de plantear la situación en términos de amenaza guerrera. Las relaciones con Colombia las tiene interrumpidas Caracas. El deterioro de la vida en las localidades fronterizas es grave. La tensión crece. Falta un mes de campaña para la primera vuelta de la votación. Lo más seguro es que una segunda sea necesaria. Pero lo cierto es que principios fundamentales, como la no intervención, está por los suelos ante la mirada complaciente o calculadamente indiferente del continente. Hay una suerte de aliento a las FARC, incluso en el caso de ganar Antana Mockus, quien las condena, pero dice respetar y hasta admirar a Hugo Chávez.