Opinión Nacional

Gracias, Chávez

Tengo algo que agradecer a Hugo Chávez: ha restaurado la necesidad de definirse en política, de tomar posiciones claras, de dejar a un lado equívocos y ambigüedades. No pocos quieren evitarlo. Así como la libertad, que exige asumir responsabilidades, atemoriza a muchos, también se evaden las posturas diáfanas. Vivimos en un mundo de grises, medias tintas, falsas reconciliaciones, eternos aplazamientos, que huye de las precisiones y se refugia en la indecisión. Tendemos a esconder nuestras verdades.

Pero Chávez no es así. No dudo que esté equivocado, que sea ruinoso para su país y América Latina, que se esté dirigiendo al abismo en medio de un delirio incoherente e inviable. Pero tiene una visión, se ha trazado un camino, y posee el coraje y la audacia de sus convicciones, por más fantasiosas que sean. Chávez obliga a definirse y el caso de Honduras lo ha puesto de manifiesto. La OEA, la ONU, Washington, Arias, la Mesa de Unidad de la oposición venezolana, y hasta Mario Vargas Llosa, han resbalado ante la decisión de los demócratas hondureños de detener a Chávez sin ambigüedades. En lugar de esperar a que fuese demasiado tarde, los demócratas hondureños desafiaron el avance del comunismo, sin pedir permiso a quienes en todo caso nunca se lo hubiesen concedido.

Vargas Llosa afirmó en un reciente artículo que “la interrupción de la democracia por una acción militar no es justificable en ningún caso”. ¿Cómo juzgar entonces el caso chileno de 1973? ¿Se salvó o no Chile del comunismo en esa oportunidad? ¿Es que acaso podía esperarse otra cosa del Chile de Allende? ¿Era preferible aceptar que Allende prosiguiese su pesadilla hasta que no fuese posible dar marcha atrás?

¿Y qué decir de la Venezuela actual? ¿No es acaso evidente, obvio, patente, que Chávez empuja al país hacia el comunismo cubano, y que no habrá manera de detenerle en el contexto de las formas y prácticas normales de la democracia representativa, porque él y sus seguidores se encargaron de asfixiar esas formas y esas prácticas? ¿Estamos acaso condenados, en este mundo de mentiras, imposturas, evasiones y burlas, a hacernos los idiotas, a aparentar que somos cretinos, a fingir una perenne estupidez?

Alguien dijo que los militares de derecha son una enfermedad de la piel, en cambio el comunismo es una enfermedad de la sangre. La primera puede curarse, la segunda no tiene remedio una vez que se instala. Pinochet salió del poder mediante un referéndum limpio y transparente. Chávez no ha hecho o hará jamás algo limpio y transparente.

Y para tranquilizar a la dirigencia de oposición venezolana, debo decirles que aquí no existen militares de derecha. No hay razones para que teman a semejante fantasma. ¡Que no se angustien nuestros múltiples precandidatos! La FAN es ahora “socialista”, ha sido adoctrinada por un marxismo de pacotilla y puesta al servicio exclusivo del régimen revolucionario, subordinado a la Cuba comunista. Por lo tanto, que los políticos de oposición no se asusten. Podemos proseguir la ruta electoral hasta donde nos lleve.

Las elecciones son un medio, no en fin en sí mismas. Lo esencial no son las elecciones, así como en Honduras lo esencial no fue el “golpe”. Ello es difícil de entender para los partidos políticos venezolanos y sus dirigentes. Lo esencial es el legítimo derecho a la rebelión de los pueblos frente al despotismo. La dirigencia de oposición venezolana se inquietó porque los hondureños han detenido, al menos por ahora, el comunismo. Nosotros en Venezuela lloraremos lágrimas de sangre si Chávez completa su proyecto.

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