Golbalización
En plena Copa Europea y a pocas semanas de la disputa de dos grandes corporaciones del gran mercado que es el fútbol, El Manchester United y el Chelsea F.C por la Copa de Campeones de Liga de ese continente, valgan algunas reflexiones:
Cuando algunas naciones europeas se integraron en un incipiente Mercado Común, tras la II Guerra Mundial, sus equipos de fútbol ya participaban en campeonatos transnacionales. Hoy existe una Comunidad Europea consolidada hasta el punto que el pasaporte común continental permite a equipos como el Real Madrid, Barcelona, Milan – entre otros – contar con escasos jugadores nacionales y una serie de futbolistas que no son considerados foráneos por su estatus de “europeos”. Lo interesante es que los fanáticos, pese a tener equipos repletos de extranjeros, no pierden su afinidad emocional con las ciudades a las que representan. La identidad se “golbaliza”.
Cada vez más, equipos de fútbol millonarios, abarcan negocios que sobrepasan las canchas deportivas. El Manchester, hoy el club más rico del mundo, posee un emporio que incluye canales de TV por cable, restaurantes y almacenes que se expanden hasta lugares como Shangai. El Chelsea, que tradicionalmente tenía fanáticos racistas, xenófobos y antisemitas, fue comprado por el magnate petrolero ruso y judío, Roman Abramovitch, cuestión que casi origina una revuelta en la ciudad. El nuevo propietario reforzó al plantel invirtiendo más de 120 millones de euros, y el triunfo del equipo en dos ligas inglesas, causó a los hooligans una amnesia de sus atávicos prejuicios. Ahora sus fanáticos bailan al ritmo de los jugadores marfileños Drogba y Kalou, el ghanés Essien, y otros extranjeros dirigidos que hasta hace poco fueron dirigidos por el técnico israelí Avram Grant. Las ligas nacionales se “golbalizan”.
En 1999, mientras el gobierno de Brasil decidió no firmar un TLC con Estados Unidos, varias corporaciones norteamericanas adquirieron acciones en equipos de fútbol como el Corinthians y el Cruzeiro sin mayores traumas al sentimiento patrio en una de las canteras más prolíficas de ese país. Cuando Inglaterra contrató en el 2000 a Eriksson como entrenador de su selección nacional fue mucha la indignación de los aficionados de importar a un foráneo hasta que el dirigente sueco los llevó por sendas cercanas al triunfo .Las victorias en fútbol se sobreponen a los nacionalismos y localismos y también “golbalizan”.
Más de la mitad de la selección francesa, a pesar del chauvinismo de parte de su población, son de procedencia de sus ex colonias; los alemanes se abrazan con los goles de Lukas Podolski y Miroslav Klose, nacidos en la Polonia tan maltratada por los teutones en dos guerras mundiales del siglo 20; y las provincias españolas se olvidan de sus patriotismos con los goles de el vasco Xavi Alonso, junto a los catalanes Fábregas y Xavi Hernández, y a los madrileños Casillas, Torres, entre otros de diferentes provincias, unificados por los éxitos y fracasos de su selección. Los campeonatos “globalizan”.
Paradojas de nuestros tiempos: Maradona hace juegos de exhibición promoviendo el gran negocio del fútbol y a la vez, apoya “anti-cumbres” contra la globalización, mientras que dos equipos millonarios de la Inglaterra en donde nació el liberalismo juegan una final en la Moscú que impuso el primer sistema comunista de la historia. ¡Sendos auto-goles de quienes hoy, serían compañeros de equipo: el Che Guevara y Rockefeller!