Gobierno antisemita
Los voceros del gobierno venezolano han reaccionado con duplicidad e hipocresía ante la profanación de la principal Sinagoga del país. Es evidente que el régimen de Hugo Chávez promueve un brutal antisemitismo a través de sus medios de comunicación, estimulando así el crimen contra la comunidad judía venezolana. Basta seguir los noticieros y programas de opinión de Venezolana de Televisión y Telesur, canales televisivos del Estado, así como las páginas del diario Vea y del portal oficialista de Internet aporrea.com, para constatar que el antisemitismo es una línea de conducta medular del régimen, alentada de manera sistemática por el Presidente de la República y sus Ministros. De allí que las expresiones de condena del gobierno con relación al ataque a la Sinagoga carezcan de credibilidad.
El antisemitismo del “socialismo bolivariano” pone de manifiesto su verdadera naturaleza, y constituye un alerta fundamental para la oposición democrática acerca de lo que Chávez y sus secuaces están dispuestos a hacer para aferrarse al poder. En tal sentido, la comunidad judía venezolana jamás debe perder de vista que su resistencia ante el oprobio está vinculada a la lucha de todos los venezolanos comprometidos con la libertad y la democracia. Con sus canalladas antisemitas, Hugo Chávez intenta intimidar a la oposición en su conjunto, y demostrar su disposición a violentar cualquier límite en su esfuerzo orientado a doblegarnos. Me parece por lo tanto importante enviar a la comunidad judía venezolana un mensaje de apoyo y solidaridad: No están solos, y toda la oposición democrática les acompaña en su dolor frente al bochorno chavista.
El antisemitismo es un componente sustancial del actual gobierno venezolano, y se deriva inicialmente de la influencia ideológica que sobre Hugo Chávez ejerció el sociólogo argentino Norberto Ceresole, antisemita militante, negador del Holocausto y posible agente del gobierno iraní. El odio de Chávez hacia Israel y los judíos expresa arraigadas y perversas creencias, que entre otras cosas explican la estrecha alianza estratégica del régimen chavista con Irán. No sería sorprendente que la agresión contra la Sinagoga haya sido concebida con el respaldo de la Embajada iraní en Caracas, y del aparato de espionaje que ese país (y Cuba) seguramente han desplegado en Venezuela, bajo la mirada complaciente de nuestros corrompidos órganos policiales y de una decepcionante y desprestigiada Fuerza Armada Nacional.
El gobierno venezolano ha intentado distanciarse de un evento que daña su imagen en diversos ámbitos internacionales, pero su fingida vergüenza durará poco, y hay que estar preparados para una intensificación de la represión contra toda la oposición democrática, no exclusivamente contra la comunidad judía. El objetivo de Chávez es amedrentarnos, someternos a la parálisis que induce el miedo, y procurar así que su abyecto régimen, que deshonra a Venezuela, se perpetúe en el mando.
Ante esta amenaza no son suficientes el coraje de los estudiantes y la perseverancia de la sociedad civil; se requiere también que la dirigencia política de oposición entienda con precisión a qué nos enfrentamos, y se apreste a dar la cara con reciedumbre en el escenario de estafa electoral que se perfila hacia el 15 de febrero. Sin una conducción política firme y esclarecida, los esfuerzos de la Venezuela democrática podrían malgastarse en un estéril desenlace. Por ello, la responsabilidad de los dirigentes políticos es crucial e ineludible. Hasta ahora, y lamento decirlo, han dejado bastante que desear.