Geopolítica de pacotilla
En la historia del mundo aparecen algunas importantes figuras que pensaron más en la gloria que en los intereses de sus pueblos. Normalmente, las generaciones que les toca vivir esa tragedia son sometidas a inmensos sacrificios. Esa es la diferencia fundamental entre Napoleón I y Washington. El primero condujo a Francia por el tortuoso camino de la guerra; el segundo, fue factor de estabilidad y de paz en los Estados Unidos.
Existen otros personajes que sin ser grandes quieren imitar el pasado. Un buen ejemplo es Napoleón III y su golpe de Estado. Marx, al compararlo con el 18 de Brumario, mantuvo que “los hechos históricos se repiten dos veces. Una vez como tragedia, otra vez como farsa”. Algo parecido ocurre en Venezuela. Hugo Chávez quiere repetir la grandeza de Bolívar. No entiende que las circunstancias son distintas. La Venezuela de hoy, no es ni puede ser la América española de principios del siglo XIX.
En el pasado diciembre lo vimos en un periplo internacional que no tiene ni lógica ni sentido. Eso a mi no me importaría si sólo fueran deseos de viajar y de figurar internacionalmente. Lo inconveniente, es su prédica altisonante en contra de los Estados Unidos y del neoliberalismo. Este absurdo, lo único que produce es hambre y desempleo en Venezuela. Es verdad que Rusia, Irán y Libia son países petroleros. Esta circunstancia podría justificar un acercamiento. El problema radica en no darse cuenta que nuestro fundamental mercado petrolero son los Estados Unidos. Estrechar vínculos con sus enemigos es prácticamente un suicidio.
Un buen ejemplo de inteligencia es la política internacional chilena. En su momento, consideró necesario salirse del Pacto Andino para fortalecer sus exportaciones. Ahora, pertenece a Mercosur, pero mantiene sus propios aranceles. Sin duda, una gran diferencia.
