Gente de paz
Pero no es Navidad, y lo sucedido en Alto Prado fue verdaderamente triste. La intolerancia y la ruptura del equilibrio desencadenaron hechos terribles. Eso es lamentable. Y es lamentable porque los venezolanos hemos sido un pueblo que en los momentos más difíciles nos hemos mantenido unidos, a pesar de nuestras diferentes ideologías políticas.
Unidos para ayudarnos cuando sucedió el terremoto de Caracas, y el terremoto de Carúpano, y la tragedia de Vargas.
Unidos al momento de celebrar un triunfo de nuestra selección Vinotinto.
Unidos para cantar nuestro glorioso Himno Nacional en el estadio de béisbol, cuando se enfrentan eternos rivales como los Leones del Caracas y los Navegantes del Magallanes.
En todos esos momentos, nos fundimos en acciones humanitarias, voluntarias. Nos abrazamos, nos queremos. Para llorar y para celebrar.
Unidos en nuestra diversidad, como hace la gente de paz.
Yo quiero a mi Venezuela llena de gente de paz. Porque no comparto la intolerancia de ningún sector que excluya a otro por no pensar igual.
Porque no comparto la arbitrariedad, puesto que he luchado mucho por evitarla en muchas oportunidades durante años.
Porque no comparto la violencia, la condeno en su totalidad, venga de donde venga.
No quiero dos Venezuelas polarizadas e iracundas por no pensar igual.
Quiero una sola Venezuela, plural, mestiza, abierta al diálogo.
Quiero una Venezuela donde no todos piensen igual, porque no viviríamos en un sistema democrático, pero donde pensemos juntos en función del bienestar de todos los venezolanos.
Yo quiero poder ir a otras zonas de Caracas y no tener miedo, y quiero que los que viven en distintas partes de la capital vengan a la zona donde vivo y no se sientan agredidos.
Yo quiero armonía, concordia, amistad.
Yo quiero ir al polideportivo de Alto Prado y animar a los niños que juegan allí, y compartir con mis vecinos, sean del partido político que sean.
Yo creo en tender puentes para unirnos nuevamente, para reconciliarnos.
Yo creo en enmendar errores, en corregir faltas, en rectificar.
Yo creo en reparar, en rehacer. Creo en recomenzar.
No hay que esperar a que sea Navidad para tocar la puerta. No hay que esperar para abrirla. Hay que mantenerla abierta y dar la bienvenida a las diferencias. Porque, por encima de todo, yo creo que Venezuela es y ha sido un país de gente respetuosa, conciliadora, y pacífica. Una morada para la gente de paz.