Opinión Nacional

Fouquier Tinville

Sobre todo a las nuevas generaciones. Antoine Quentin Fouquier de Tinville (17461795), político francés que sirvió como fiscal en el Tribunal revolucionario (Una corte instalada en Paris por la Convención Nacional durante la Revolución Francesa, 1793, para enjuiciar a políticos infractores y para infundir terror en la población – reinado del terror).

Él fue el alma del tribunal, el que acogió a los jueces y a los jurados, el que eligió la sala, el que redactó las actas de acusación, el que hizo aplicar la ley, el que recibió al verdugo, el que designó el número de las carretas de condenados, y el que rindió cuentas al Comité de Salvación Publica (Comité de Salud Publica).

Fouquier-Tinville fue el acusador público en el proceso a Charlotte Corday, (17 de julio de 1793), de la reina María Antonieta (23-25 vendémaiaire, año II, (14 y 16 de octubre de 1793), de los Girondinos, (3-9 brumaire, año II, (24-30 de marzo de 1794) y de los dantonistas (13-16 germinal, año II, (25 de abril de 1794).

También el que, el 9 thermidor, procedió a la identificación de los rebeldes declarados fuera de la ley: Robespierre, Saint-Just, Couthon y otros, antes de ser llevados a la guillotina.

Desde el 10 thermidor (28 de julio de 1794), el Comité de la salud pública se ocupó de la completa renovación del tribunal y Barère presentó en la Convención una lista de jueces y de jurados. A la cabeza de la lista figuraba el nombre de Fouquier-Tinville, con la mención de acusador público. Tres días después Fréron se sorprende al ver el nombre de Fouquier-Tinville en la lista y ordena que sea arrestado.

Su proceso lo llevó a cabo el Tribunal revolucionario El 8 germinal, año II (28 de marzo de 1795), Fouquier-Tinville y veintitrés coacusados más (otros seis habían huido) comparecieron ante el tribunal revolucionario reorganizado por la ley del 8 nivôse, año III (28 de diciembre de 1794). Judicis era el nuevo acusador público.

Se acusó a Fouquier-Tinville de que, sobre todo después de la ley del 22 prairial, año II (10 de junio de 1794), había llevado a juicio a un número considerable de personas que eran totalmente desconocidas, de ponerlas a todas en la misma acta de acusación, y de implicarlas en el mismo delito; de juzgar y ejecutar a un determinado número de personas sin que hubiera contra ellas ningún acta de acusación, de haber condenado a muerte a varias personas sin que se las hubiera ni juzgado ni condenado; de que personas no condenadas fueran ejecutadas en sustitución de otras que sí habían sido condenadas de que, de los juicios de un gran número de personas, no hubiera constancia y, sin embargo, todas ellas habieran sido ejecutadas, etc.

Del 9 germinal, año III (29 de marzo de 1795) al 12 floréal (1 de mayo), 419 testimonios, 223 de cargo, prestaron declaración. El 12 floréal el sustituto Cambon pronunció su requisitoria durante un día y medio, Fouquier-Tinville presentó su defensa. El 14 floréal terminó su intervención diciendo: «No soy yo quien debería estar aquí, sino los jefes que me dieron las órdenes y que yo ejecuté. Yo no actué más que en virtud de las leyes dadas por una Convención investida con todos los poderes. Dada la ausencia de sus miembros yo me encuentro líder de una conspiración para mi desconocida. Blanco de una calumnia y de un pueblo ávido de encontrar culpables». El 15 y 16 floréal, los defensores de sus coacusados presentaron su defensa.

El 17 floréal (6 de mayo) la deliberación duró dos horas, y cinco horas después se dio lectura al acta. Fouquier-Tinville y quince de sus cómplices, uno de ellos Herman, fueron condenados a muerte: «convencidos de maniobras y conspiraciones tendentes a favorecer los proyectos liberticidas de los enemigos del pueblo y de la República, a provocar la disolución de la representación nacional, y el derrocamiento del régimen republicano, a incitar a los enfrentamientos ciudadanos luchando entre ellos y, principalmente, haciendo desaparecer, por medio de unos juicios falsos, una cantidad innumerable de franceses de todas las edades y sexo; e inventando, a este efecto, proyectos de conspiraciones en diversas casas de París, incluyéndolas en las listas de proscripción, y de haber actuado con malas intenciones».

Llevado a la Conciergerie, Fouquier-Tinville escribió estas últimas líneas: «No tengo nada que reprocharme, siempre actué conforme a la ley, y no he sido jamás la marioneta de Robespierre ni de Saint-Just; muy al contrario, estuve a punto de arrestarles cuatro veces. Muero por mi patria y sin reproches. Estoy satisfecho; después será reconocida mi inocencia».

Su ejecución tuvo lugar al día siguiente por la mañana, en la plaza de Gréve. Fue el último en ser guillotinado, de los dieciséis que estaban condenados a muerte.

El texto anterior fue obtenido de «http://es.wikipedia.org/wiki/Fouquier-Tinville«

¿Alguien y/o algunos se podrán ver en este espejo, ahora? Parece que este “proceso” se ha repetido muchas veces a lo largo del tiempo y del espacio del planeta tierra.

Pero el pueblo es acucioso y ha sentenciado: “nadie aprende en cabeza ajena”, por lo tanto parece que se repetirá, muchas veces, la misma película.

De todas maneras, para dejar claro el recordatorio, en 1917, Lenin quien mantenía cierto paralelismo entre la revolución francesa y la rusa, le dijo a su secretario V Bonch Bruevich (testimonio del propio VBB) que era necesario encontrar con urgencia otro “Fouquier Tinville”…“que mantenga en jaque a todos los contrarrevolucionarios”… ¡Que copia y repetición a casi 100 años de distancia!

El socialismo comunismo ha estado siempre asociado al terror y al crimen.

 

“El fin del terrorismo no es solamente matar ciegamente, sino lanzar un mensaje para desestabilizar al enemigo”.

Umberto Eco (1932-?) Escritor italiano.

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