Florinda fue la primera ni-ni
A Florinda en invierno
Andrés Eloy Blanco.
“Al hombre mozo que te habló de amores dijiste ayer Florinda que volviera, porque en las manos te sobraban flores para reírte de la primavera. Llegó el otoño: cama y cobertores te dio en su deshojar la enredadera, y vino el hombre que te habló de amores y nuevamente le dijiste: espera. Y ahora esperas tú, visión remota, campiña gris, empalizada rota…. Porque cuando el amor viene en otoño, si lo dejamos ir no vuelve nunca”….
Rebosante las manos de flores petroleras el ni-ni se muestra esquivo y caprichoso. Como en el estribillo de la guaracha de los años cuarenta se empeña en repetir: “ese no, porque me hiede”… Quien está en el poder le parece un criminal, ignorante y pomposo payaso pero el problema es que ve a Rosales muy incoloro, a Petkoff muy viejo, Borges muy blandengue, López muy ambicioso, Capriles muy inmaduro, Goicochea muy voluble, Ledezma muy adeco, Arria muy agringado, Pérez Vivas muy tachirense y Pablo Pérez muy maracucho. Pareciera que no importa quien sea el aspirante a “líder” el ni-ni le ve un grave defecto (no será que es venezolano?).
El ni-ni se mantiene firme en su indiferencia, pensando que tenemos petróleo en cantidades tan grandes que siempre podremos disfrutar de un gran ingreso. Para que apresurarnos entonces? Vamos a esperar, parecería pensar, que se mueran todos quienes nacieron en el siglo XX, a fin de asegurarnos que no quedan rastros de esas generaciones odiosas, llenas de corruptos, de vivianes y malos venezolanos. Solo cuando tengamos una sociedad compuesta por gente que nació en este siglo XXI podremos construir la nueva Venezuela. El ni-ni parece ver en el año 2000 la frontera mágica que separa lo antiguo y perverso de lo nuevo y reluciente, como si la historia y los procesos sociales pudieran ser objeto de tal tipo de abrupta separación. Le ha convencido la prédica “goebeliana” de la cuarta y quinta repúblicas y lo que proyecta es una sexta donde no exista la menor contaminación del pasado. Quizás piense, a lo tirano Aguirre, que hasta él o ella deben desaparecer para dar paso a la nueva generación incontaminada.
A medida que el ni-ni espera pacientemente la oportunidad de elaborar la primera edición de su país, el país real en el cuál vive se va deteriorando al galope. Un día amanece sin aire acondicionado pero los ni-nis merideños dicen que a ellos eso no les afecta. Otro día no hay carne pero los ni-nis vegetarianos se ríen de esto. Cuando desaparece el azúcar los ni-nis diabéticos ni siquiera se dan cuenta. El nivel de odio y resentimiento entre clases sembrado por el déspota parece no inmutarle. Que hayan desaparecido novecientos mil millones de dólares es mala suerte pero hay más en el subsuelo. Que el ejército sea ahora una madriguera de cobardes que aceptan las humillaciones del déspota es una lástima, pero eso se arreglará cuando el “nuevo venezolano” asuma el poder. Han decidido que no aceptarán “Ni a Chávez ni a la oposición, sin darse cuenta de que ellos pudieran haber actuado para ser la oposición que desean ver en existencia”. Esperan que les surga una nueva oferta más atractiva (vendrá de Marte o de Plutón?) pero no parecen darse cuenta de que están inmersos en el caldo ya morado y necesariamente afectados por el proceso de descomposición que existe en el país. No parecen darse cuenta de que si no les gusta lo que ven, ellos deben hacer por el país lo que desearían que se hiciese, en lugar de colocarse en actitud hiératica, en el tope figurado de una montaña politicamente aséptica, mientras en los valles sus compatriotas mueren o se embrutecen a manos del horror que azota a Venezuela desde hace once años…. casi 4000 días.
Florinda ya está en invierno, osteoporósica, avinagrada y frágil. Pero sigue esperando. Sus vecinas de la hermana república la ven con desdén y les advierten a sus hijas: “No vayan a actuar como Florinda. Despreciaba a todos sus pretendientes porque eran o muy gordos o muy flacos o muy pequeños o muy aburridos. Esperaba al príncipe encantado. Que bo-ba”.
Y es así. Ni-ni también se escribe Bo-bo, me dice un buen amigo.