Opinión Nacional

Falacias del SÍ

Falacia es un error lógico. Es un argumento incorrecto, falso, no válido, pero con apariencia de ser correcto, verdadero o válido. Se equipara a un sofisma, es decir, a un argumento que no es tal argumento. Cuando se usa en un litigio o en política se trata de un argumento falso usado deliberadamente para convencer a los incautos, lo cual se puede lograr gracias a su aparente validez. A la falacia se le considera un engaño intencional con el fin de producir en un tercero un efecto determinado por quien la usa.

El Diccionario de la Real Academia Española define falacia (del latín fallatia) como engaño, fraude o mentira con lo que se intenta dañar a alguien, también se dice del hábito de emplear falsedades en daño ajeno. Falacia se equipara a un argumento falso, que el mismo diccionario define como engañoso, fingido, simulado, falto de ley, de realidad o de veracidad; 2. Adj. Incierta y contraria a la verdad. Citas falsas. Argumentos falsos. U. t. c. s.; 3. Adj. Dicho de una persona: Que falsea o miente. Entre otras acepciones. Sofisma es: Razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir como verdadero lo que es falso.

En el caso de la enmienda constitucional prevista a ser votada el 15 de febrero, se trata de convencer a los votantes a votar por el SÍ, lo cual permitirá a los funcionarios electos en cargos representativos ser reelegidos de manera continua e infinita, con lo que se cambiará una institución básica de la democracia venezolana que ha puesto límites a las posibilidades de nuevas postulaciones a quienes ya han sido electos previamente. Ello, en virtud de un principio superior: la alternabilidad democrática, creada con el fin de dar oportunidades a otros candidatos distintos a los que ya fueron electos anteriormente. Esto se basa en el principio de igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades ante el derecho/deber de participar en los asuntos públicos, previsto en los Tratados Internacionales de Derechos Humanos. También se debe a la evidente desigualdad que existe entre un funcionario electo en el poder y un candidato que no tiene poder.

La pregunta a votarse el 15 de febrero de 2009 dice así:

“¿Aprueba usted la Enmienda de los artículos 160, 162, 174, 192 y 230 de la Constitución de la República, tramitada por la Asamblea Nacional, que amplía los derechos políticos del pueblo, con el fin de permitir que cualquier ciudadano o ciudadana en ejercicio de un cargo de elección popular, pueda ser sujeto de postulación como candidato o candidata para el mismo cargo, por el tiempo establecido constitucionalmente, dependiendo su posible elección, exclusivamente, del voto popular?”

En esa interrogante se pueden identificar diversas falacias. Veamos:

1. Falacia de la pregunta compleja: se comete la falacia de la pregunta compleja cuando se requiere al votante una única respuesta a una interrogante con varias preguntas. Así las cosas, la pregunta, que es enredada, ampulosa y muy larga, pudo haberse presentado de forma simple y directa. Por ejemplo: ¿Usted está de acuerdo con la reelección continua de los funcionarios públicos para cargos de elección? Además, la pregunta no incluye el texto que se quiere modificar ni la redacción que se propone para sustituirla, como impone la técnica electoral y como se hizo con el texto de la Constitución de 1999 y la reforma intentada en el 2007. Esta violación a la técnica electoral esconde un cheque en blanco, con el cual la Asamblea Nacional puede redactar cualquier texto a posteriori, en su interpretación libérrima e ilimitada de lo que votaren los electores.

2. Falacia de ambigüedad: la base de una falacia de ambigüedad consiste en el uso de argumentos que contienen palabras o términos de significado cambiante, con varios sentidos de manera más o menos sutil o imperceptible en el curso del razonamiento. Así las cosas, se omite el término “reelección indefinida” y se sustituye por la apalabra “postulación”. O sea, con el cambio de términos se quiere engañar al elector incauto, quien puede creer que postulación indefinida nada tiene que ver con la reelección indefinida. A primera vista, se trata de dos situaciones distintas, pero, en realidad, la postulación es un paso inherente a la reelección, la cual, si la postulación es indefinida, continua o infinita, es decir, sin límites algunos, también lo será la reelección: nadie puede ser reelecto sin postulación previa. La consecuencia inevitable es la posibilidad de reelección infinita, ilimitada o indefinida.

3. Falacia ad populum sobre la supuesta democracia: Lo que inicialmente se presentó como reelección indefinida de una sola persona en la máxima jerarquía de Presidente, ahora es presentada para todos los cargos de elección popular. Con ello, el jerarca mayor se garantiza el control del Estado al colocar a sus funcionarios como candidatos a una gobernación, alcaldía, asamblea, cabildo o consejo legislativo, quienes sería reelegibles de forma continua e infinita. En realidad es un gesto demagógico, totalmente antidemocrático que esconde a una oligarquía dominante con la frase “cualquier ciudadano o ciudadana…”. Los funcionarios en un cargo no son ciudadanos/as cualquiera. Son unos privilegiados que ostentan poder, recursos materiales, presupuestos y fuerza (policial, militar, etc.). Se compara esta propuesta, además, con el sistema parlamentario italiano, británico y portugués, donde los primeros ministros pueden ser reelectos varias veces. Pero no aclaran que nuestro sistema es presidencialista, con tendencia clara a eliminar la división de poderes, con lo cual se quiere hacer pasar como iguales a sistemas políticos distintos.

4. Falacia ad populum de los derechos humanos: los partidarios del SÍ afirman que se trata de ampliar lo derechos del pueblo. Falso. Solo se trata de aumentar privilegios, canonjías y prebendas de los funcionarios “reelegibles”, en perjuicio de (i) los candidatos por vez primera y de (ii) los electores. En efecto, al cúmulo de privilegios legales que han sido creados por leyes (por ejemplo: delitos de desacato que protegen su honor y reputación, de expresión -difamación e injuria-, eliminación del delito de recepción de dádivas por gobiernos extranjeros, antejuicio de mérito, inmunidad legal para el Estado y las empresas del Estado en casos graves de delincuencia organizada y otros), ahora se plantea la reelección continua e infinita de todos los cargos de representación popular. Fernando –Fernández- Savater (Ética como amor propio, 1988: 181) lo ha dicho de manera lapidaria: “… En nombre de los derechos humanos se reprime al rebelde y se conserva la estructura opresiva; los Estados solo se acuerdan de ellos para justificar su hostilidad contra sus rivales o incluso contra sus rivales…”. Ello, acompañado del uso, mal uso y abuso sin freno ni límites de los recursos del Estado. Lo cual tiene como acicate a la eliminación del financiamiento de los partidos políticos, de oposición por supuesto, con lo cual quien tiene el poder puede y suele hacer uso del patrimonio público, pero sus competidores no.

5. Falacia ad verecundiam o falta de antecedentes de la enmienda: El punto de partida de las falacias bajo comentario tiene que ver con el método constitucional para cambiar parte del texto constitucional. En realidad, el tema de la reelección es un aspecto esencial de la Constitución. Cambiar las reglas del juego democrático y del principio de alternabilidad es materia de una reforma. Además, este tema ya se consultó en la reforma del 23 de noviembre de 2007 y el electorado la negó. Se presenta como materia de enmienda lo que es de suyo un tema de reforma ya decidido negativamente de forma previa. Esta ficción trata de engañar a los incautos que no recuerdan o no se dan cuenta que ya hay “cosa juzgada”, definitiva y firme. No solo hay un precedente, sino que la forma jurídica para consultar el cambio de un aspecto esencial de la Constitución es la reforma y no la enmienda. En consecuencia, la enmienda es impertinente.

6. Falacia ad populum de la inclusión: Uno de los argumentos más repetidos ad náuseam ha sido el protagonismo e inclusión social de los excluidos tradicionalmente. Con las posibilidades de la reelección infinita y continua, se creará de forma inevitable una casta de caudillos, señores feudales o caciques en los cargos de elección. Eso será excluyente y contrario al protagonismo del pueblo. Los protagonistas son y serán los reelegibles y reelectos. El resto, serán los excluidos. La nueva élite procura con la enmienda desplazar del poder a la base social y humana.

7. Falacia ad populum de la igualdad. La enmienda aumentará la desigualdad que existe entre los poderosos y el pueblo. Orwell escribió: “todos somos iguales, pero hay unos que somos más iguales que otros”. Decir que los funcionarios en su cargo tiene limitados sus derechos en contraposición con un nuevo candidato o con otro que se presente repetidamente sin ser electo, no revela la desventaja que tienen estos frente al reelegible, quien goza de los privilegios del cargo y puede disponer del patrimonio público a su antojo. Los partidarios de SÍ critican a la oligarquía económica y social que ha existido, pero no reconocen ni aceptan la que han creado y que buscan perpetuar en el poder con la enmienda. Se aplica la Ley de Hierro de la Oligarquía que describió Robert Michels: todo poderoso crea sus nuevos oligarcas.

En conclusión, las falacias del SÍ son tremendamente engañosas y pueden confundir a los incautos. Ese es su propósito. El próximo referéndum es una prueba de la capacidad de raciocinio de los venezolanos.

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