Factura electoral
Obras de infraestructura: edificaciones educativas y hospitalarias, acueductos, cloacas, plantas termoeléctricas e hidroeléctricas, avenidas, carreteras, autopistas, vías de penetración agrícola, puertos, aeropuertos, represas, plantas de tratamiento, etc., etc. También por la cobertura de los programas sociales, para elevar el nivel y calidad de vida de la gente. Igualmente, políticas que garanticen la convivencia armónica y el disfrute de las diversas manifestaciones de la cultura y, obviamente, la plataforma de sustentación de todo lo anterior, esto es, una economía que estimule y facilite el crecimiento de la producción industrial, agropecuaria y de otras áreas y de los servicios de apoyo a ese crecimiento. Para determinar si un gobierno es funesto, malo, mediocre, bueno o excelente es insoslayable evaluar su gestión a la luz de tales indicadores.
Como el señor aspira a la Presidencia vitalicia y faltan siete meses para el siete de octubre, es imperativo evaluar los resultados de su gestión. Sólo gracias a tal evaluación podrá determinarse si ha sido excelente, bueno, mediocre, malo o funesto. Tal evaluación será elemento de juicio importantísimo para el votante.
Como cada quien tiene ojos para ver y cerebro para razonar tiene capacidad para hacer su personal evaluación. Quienes día a día tienen que apretarse el cinturón porque sus ingresos van perdiendo progresivamente capacidad de compra, debido a la inflación más alta del mundo, es difícil que no le asignen una calificación entre funesto y malo al gobierno. Lo mismo puede decirse de quienes padecen las consecuencias de ser Venezuela uno de los países más violentos e inseguros del mundo. Y de quienes padecen prolongados apagones diarios, que dañan sus electrodomésticos e incrementan la inseguridad. Y delos trabajadores de la ciudad capital para quienes el Metro, tan cómodo y bien mantenido en otros tiempos, se ha tornado en calamidad que soportan por falta de alternativas. Ni quienes padecen el deterioro de sus vehículos por los huecos eternos que dificultan el tráfico en calles y carreteras. Ni quienes se ven obligados a ruletear un familiar enfermo de hospital en hospital, porque todos presentan carencias de personal, equipos y medicamentos. Ni los trabajadores a quienes no se le pagan sus prestaciones o se les retarda el pago indebidamente. Y pare de contar.
Lo que parece obvio, en realidad no es tan sencillo. Los venezolanos en general tenemos tendencia al olvido rápido y al acostumbramiento a dificultades, estrecheces y carencias derivadas de la ineptitud de los gobiernos. A esto se suma la actividad frenética (el CNE es como si no existiera) del aparato comunicacional del gobierno, que presenta permanentemente una realidad inexistente, que puede confundir a gente desprevenida. El engaño no debe consumarse. Se impone pasar factura el 7 de octubre.