Expropiación por causa de utilidad privada
El frenesí estatizador, más bien gobiernizador como lo llama Manuel Caballero, tiene por único objetivo hacer depender a los venezolanos del gobierno para subsistir. Como dice el salmo “el hombre fue hecho para el trabajo como el pájaro para volar”; y de nuestro trabajo derivamos el sustento y la posibilidad de desarrollarnos. Quien carece de trabajo está reducido a la mendicidad y depende de la caridad. En una sociedad donde toda fuente de subsistencia, todo trabajo dependa del gobierno, los ciudadanos se convierten en mendigos o en esclavos.
Los decretos declarando de “utilidad pública” actividades de producción de bienes y servicios que alcanzan a las empresas que más empleos generan no tienen fines de utilidad pública sino de “utilidad privada del gobierno”. De ahí el acierto del término acuñado por Caballero.
La adquisición de Sidor hizo evidente por boca del vice-presidente que la política laboral del gobierno no persigue el bienestar de los trabajadores, de quienes se reclama un comportamiento cónsono con los altos intereses de “utilidad pública” que tiene ahora la planta. Si todo llegara a estar bajo su control el gobierno definiría la línea que separa el correcto comportamiento ciudadano de los trabajadores y la traición a la patria de quienes defienden intereses privados y capitalistas.
Las manifestaciones de algunos trabajadores de respaldo al proceso de “gobiernización” se explican porque todavía no se ha cerrado sobre ellos y sobre el resto de la población el anillo de hierro que significa el control de todos los empleos. En la Venezuela del siglo XX iniciado el año 1936 los trabajadores encontraron como árbitro en sus naturales diferencias con sus patronos al Estado y a cada uno de los gobiernos a quienes correspondió su representación. Si el anillo se cierra, los trabajadores encontraran que el árbitro o juez que decidirá en sus causas es la contraparte. Zamuros cuidando carne.
Que nadie aprende en cuerpo ajeno es bien sabido, pero es bueno mirarse en el espejo de los demás. Allí están los 20 mil empleados botados de PDVSA con un pito, sus familias desalojadas de sus casas sin que mediara fórmula de juicio, los hijos excluidos de sus colegios y las prestaciones sociales confiscadas.
El gobierno de los pobres persigue mantenerlos pobres para que dependan de la caridad del gobierno, haciéndolos mendigos sometiéndolos a la condición de esclavos mientras se acusa del estado de cosas al capitalismo salvaje; y se les promete, para un futuro que en la unión soviética tardó 73 años sin hacerse realidad y en cuba ya lleva 50, la felicidad del socialismo del siglo XXI que lleva a nuestra población al siglo XIX en el cual se les pagaba con fichas que se pretenden instituir nuevamente con la creación de las monedas comunales y revolucionarias.