Opinión Nacional

Expropiación de campos de Golf: ¿Paradoja o hipocresía mayor?

A todas luces la amenaza de expropiación de los campos de golf, medida que tiene bastante enredada a la autoridad metropolitana, responde al único interés de cortar privilegios a los socios de los clubes, según el trasnochado discurso oficialista para favorecer a las clases populares.

Esta noticia recorrió el mundo ante la atónita mirada de la comunidad golfista integrada a más de treinta mil campos de golf, y del propio Jack Nicklaus, la leyenda de todos los tiempos que hace poco inauguró el más monumental en Punta Cana, República Dominicana. Los campos de golf en el mundo funcionan como complemento a la oferta turística, o como parte de los servicios otorgados a sus asociados por los clubes recreativos.

En Vietnam, uno de los cinco países donde no existen campos de golf, acaban de autorizar el primero en Da Nang. En Rusia se han extendido, pero en China mucho más. En Dongguan, una ciudad cercana a Hong Kong, funciona nada menos que el mayor del mundo, con 180 hoyos en una sola localidad. Y es que en esos lares parece que no viven de retaliaciones y sus conflictos sociales los resuelven trabajando.

En Caracas el socialismo del siglo XXI tiene una dimensión diferente que ha llevado a menos a la otrora orgullosa Sultana del Avila, o “sucursal del cielo”. Hoy es una ciudad densificada, asfixiada, anarquizada, con unas autoridades tremendamente permisivas para institucionalizar el caos. Los buhoneros se apropiaron de las calles; las familias sin techo en su desesperación levantan viviendas improvisadas en cualquier lugar sin medir los riesgos, y todo este descontrol urbano se registra bajo la complicidad de la autoridad. Ahora el ímpetu destructivo de la ciudad va por sus pulmones vegetales.

Expertos en urbanismo, el Colegio de Ingenieros, la Academia, y los ciudadanos, a quienes les duele el destino de la capital, han elevado sus voces rechazando la expropiación de los campos de golf. No se trata de defender los intereses de una clase, o de unas personas, porque si de eso se trata, los afectados pueden hacerlo por sí solos. El rechazo es contra el encono y la persistencia en la medida; la ceguera que impide visualizar otros terrenos. La Facultad de Arquitectura de la UCV señaló como aptos los espacios de: Foro Libertador; Parque Recreacional José María Vargas, Santa Rosa en Quebrada Honda; Plaza Venezuela, el Helicoide, Lídice, y Juan Pablo II; y el Ministerio de la Vivienda y Hábitat tiene en mente otros. Sin embargo hay que pensar también en desconcentrar la ciudad, creando condiciones de sostenibilidad, servicios, empleos y transporte.

La protesta ciudadana es por la destrucción de áreas verdes consolidadas y bien protegidas, que junto a La Carlota y Fuerte Tiuna constituyen la última oportunidad que tiene Caracas para desarrollar espacios abiertos con calidad ambiental, que amplíen la oferta existente en los parques del Este y el Oeste, Los Chorros, Caricuao, el Avila, Los Caobos y Jardín Botánico, insuficiente para oxigenar la vida de más de 4 millones de almas.

El rechazo es también por el engaño a las familias que le prometieron viviendas en el Country Club, a sabiendas que ese proyecto es inviable. El solo costo de los terrenos aleja toda posibilidad para construir unidades de interés social, además de su vulnerabilidad que los califica no aptos para el uso residencial, como las áreas de La Lagunita Country Club, también en la mira de las expropiaciones.

¿Paradoja o hipocresía mayor? destruyen lo que funciona, y por otro lado permiten que el caos se apodere de la capital. La construcción informal de viviendas y las invasiones continúan, con el paulatino deterioro del medio ambiente y de la salud. No se advierten acciones para recuperar y forestar los espacios de riesgo ecológico, ni para rehabilitar áreas que si son aptas para vivir, pero que requieren servicios públicos de calidad y equipamiento social. Una sana política pública para Caracas, que abarca gestión urbana, ambiental, y de riesgos, debe estar orientada al mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos y a su disfrute en espacios libres y seguros.

Caracas está golpeada en lo más profundo y continuará herida mientras prevalezca el modelo en boga de igualar hacia abajo, en vez de mejorar a las clases necesitadas; mientras persistan la incongruencia y las emociones en el manejo de temas tan sensibles. Así no se hace ciudad. Así sólo se destruye lo que queda en pie y las esperanzas de los ciudadanos.

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