Evaluación “Psiquiátrica” de un Socialista
La psiquiatría es la disciplina a cargo de evaluar, diagnosticar y tratar el funcionamiento no normal de la mente humana—algo que personalmente considero inalcanzable debido al hecho de que cada ser humano es único, sin duplicado, y en consecuencia no es posible definir lo que sería un ser humanomentalmente normal; y en consecuencia, uno no normal. Sin embargo, no hay duda alguna; sino al contrario, abundantes ejemplos de casos bien documentados, de seres humanos cuyas mentes funcionan de manera tan diferente a las de la mayoría, que existe una larga lista de categorías llamadasenfermedades o desórdenes mentales; que usted puede leer en la lista de la Wikipedia en orden alfabético en la siguiente URL:
(%=Link(«http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_mental_disorders_as_defined_by_the_DSM_and_ICD»,»wikipedia.org»)%).
Dicho eso, es posible llevar a cabo una evaluación psiquiátrica de cualquier socialista [algo también indefinible, porque existen tantos conceptos de lo que es socialismo, como personas socialistas hay]—y ello se logra obteniendo sus respuestas a una serie de preguntas; hechas primero para determinar si se trata de un socialista no-marxista, uno marxista, uno pre-marxista, o uno post-marxista; y después refinar a cual categoría pertenece indagando si conoce o no a uno o más de los pensadores socialistas originales—y si es así, como interpreta él o ella esas ideas; seguidamente, indagando cuánto conoce nuestro entrevistado sobre las ciencias exactas como matemática, física, química, y las no exactas, como lógica, filosofía, biología, economía y ciencias políticas, para finalmente averiguar si es creyente en alguna forma de religión—y cuánto realmente conoce de su origen, sus dogmas, doctrinas y liturgia.
Si llevamos a cabo una evaluación psiquiátrica de una muestra de personas que se autodenominen socialistas, en los términos expuestos en el párrafo anterior, lo primero que descubriremos es que contrariamente a la creencia que ateo y socialista son términos sinónimos, hallaremos que la mayoría de la muestra es creyente de alguna de las tres religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo o islam); una pequeña minoría es creyente de alguna religión de origen africano, como la religión lucumí llamada indistintamente en el nuevo mundo vudú, santería, umbanda o candomblé, y el restante pequeño grupo o es realmente ateo, o practicante de alguna religión asiática, como el budismo, el hinduismo, el sintoísmo, etc., o sólo cree en un ser superior todopoderoso, pero no relacionado con ninguna religión organizada o formal actualmente en existencia.
En segundo lugar, encontraremos que muy raramente, alguno de los integrantes de la muestra, realmente maneja con comodidad los conocimientos de las ciencias exactas, superficialmente algo sobre las ciencias inexactas—y especialmente no sabe de economía, sino cree en alguna versión ideológico-política de doctrinas partidistas llamadas falsamente, economía.
Finalmente, encontraremos que la totalidad de la muestra de autodenominados socialistas, puede dividirse en dos trozos: los manipuladores y los manipulados, inmersos todos en una compleja trama de mentiras que afirma que todo el que es pobre, es porque algún rico lo despojó de lo que le pertenecía, y que un gobierno socialista fuerte, se encargará de “hacer justicia” y devolverle a los pobres lo que los ricos le han quitado—y se los devolverá en forma completamente gratuita—mientras simultáneamente castiga a los ricos “malvados” por sus abusos—difuminando entre los creyentes socialistas, rencor, odio, división social (“lucha de clases”) y deseos de venganza, casi siempre totalmente injustificados. Los manipuladores; si logran apoderarse del poder público, se mantendrán en el poder, haciendo constantes y nuevas promesas—cumpliendo sólo con pequeñas muestras gratis que hacen creer al resto de los manipulados, que algún día les tocará a ellos, mientras los manipuladores se enriquecen ilegítima y groseramente, a costillas de cualquiera que haya logrado ser exitoso por su propia cuenta—mientras persisten en aumentar su control del poder público, para imponer una dictadura totalitaria—que siempre llega al colapso como consecuencia del colapso económico de la sociedad que llegan a controlar.
