Europa y las gallinetas
Mi reciente viaje a España e Italia coincidió con la visita a Europa del Presidente Chávez. Por tanto, tuve la oportunidad de ver y escuchar en los medios y en mis reuniones con personalidades y dirigentes políticos de diferentes partidos, la visión que se tiene en Europa de nuestro país. En general, salvo entre las minorías de extrema izquierda, hay conciencia de la naturaleza autoritaria y demagógica del régimen chavista. Hay claridad de que el modelo socioeconómico, aun en plena bonanza petrolera, está empobreciendo al país y está destinado al fracaso, como todos los gobiernos populistas. No están muy bien informados de la naturaleza militarista del régimen y los demócratas debemos hacer algo más al respecto. Lo interesante es que advierten, con mayor claridad que muchos en Venezuela, la absoluta inutilidad de la posición abstencionista, la idiotez de las prédicas antipartido y antipolítica, la irresponsabilidad de la fragmentación en grupúsculos y la necesidad de un reagrupamiento de los partidos democráticos. La noticia del acuerdo unitario para las elecciones parlamentarias fue recibida con beneplácito. En Europa, se maravillan del autismo político de esa parte de la oposición, que todavía no acepta que Chávez, en el 2004, con la utilización descarada y sin escrúpulos del chorro petrolero y más allá de las trampas, logró la mayoría en el referéndum, recuperando el apoyo de ese tercio de la población, la “Tercera Venezuela”, que no es ni chavista ni antichavista. Apoyo, por cierto, que está empezando nuevamente a debilitarse. Los partidos, con el acuerdo, han dado una demostración de seriedad y han entendido que la recuperación de la mayoría de la población es decisiva. Frente a una mayoría contundente, no hay fraude que valga. Lo fundamental es proyectar una alternativa creíble al actual gobierno, que sea capaz de atraer a esa “Tercera Venezuela”. Para eso, las experiencias de la transición española y la concertación chilena deben orientarnos. La formación de un solo gran partido del centro, como el Partido Popular español, con la fusión de COPEI, PJ, PV y Convergencia, es algo que en Europa nos están pidiendo a gritos. Se daría además una señal de esperanza, con poderosos efectos multiplicadores. La concertación con AD y la Izquierda Democrática terminarían de conformar la alternativa al chavismo. Los líderes deben dirigir, no seguir a las gallinetas de vuelo rasante, con sus mezquindades y carencia de altura histórica.