Eurodescendientes
Quiero manifestar que estoy cansado de repetir semana tras semana la deplorable situación de nuestro sector eléctrico. Por eso quiero dedicar este espacio a proponer algo positivo, que tenga aplicación inmediata. En estos días en que nuestra revolución está redimiendo a las minorías ancestralmente oprimidas y valoramos con justicia las diferencias culturales entre los pueblos, yo quiero romper una lanza por nuestros hermanos descendientes de europeos, que en un pueblo mestizo como el nuestro son evidentemente una minoría. Creo que hay que defenderlos porque me parece que han sido injustamente vilipendiados por varios siglos, al menos desde que comenzamos nuestra vida republicana.
En primer lugar, me parece que la expresión “blancos” es equívoca e insultante. Equívoca por falsa, ya que no son blancos. Todos recordamos cuando pintábamos con nuestros creyones prismacolor que existía un color rosadito pálido que llamábamos “color carne”, lo cual era en sí mismo un gran error porque la carne humana es mucho más oscura y se parece a la de vaca que vemos en las carnicerías. Además ese color verdadero lo compartimos todos los humanos independientemente del color de la piel. Pero no hay nada que hacer, aquel color rosadito se quedó como el color de la carne. Pero al mismo tiempo existía otro creyón que era propiamente blanco, al que no se parece ninguna piel. De modo que llamar “blancas” a las personas cuya piel se parezca, en distintas tonalidades, al creyón “color carne” es un error.
Pero además es insultante, pues indica una palidez que es normalmente sinónimo de mala salud. De modo que cuando llamamos a una persona “blanco” le estamos diciendo al mismo tiempo débil, macilento, anémico, marchito, escuálido. De hecho, una prueba de lozanía es tener los cachetes colorados (rojos rojitos), que es lo opuesto a ser “blanco”. Probablemente el término provenga de la expresión despectiva que usaban algunas tribus de Norteamérica, no sé si los Apaches o los Siux, que llamaban a los invasores “caras pálidas”. Pero a estas alturas del siglo XXI, en medio de una revolución inclusiva que busca integrar a todos los humanos la expresión carece de sentido.
Por eso quiero proponer que de ahora en adelante cuando nos refiramos a las personas que normalmente llamamos “blancas” usemos las expresiones “Eurodescendientes” o “Eurovenezolanos”, que, sin duda, son mucho más correctas políticamente.
Alguien me dirá que dicha pigmentación de la piel proviene de Persia, donde surgió la raza aria. Pero eso nos llevaría a tener que llamarlos “Persodescendientes” o “Asiodescendientes” que son ambos términos confusos. El primero se confunde con la revolución Iraní, que tiene connotaciones religiosas que van más allá del color de la piel, y el segundo, mucho peor, los confundiría con los chinos, a los que llamamos directamente “Asiáticos” sin agregarle el sufijo “descendientes”, o también los llamamos “amarillos”, lo cual sería también falso y políticamente incorrecto. Por ello insisto en que la expresión “Eurodescendientes” es más apropiada.
Otros podrían alegar que la raza humana toda se originó en África, pero eso nos llevaría a afirmar que todos somos “Afrodescendientes”, lo que conduciría a una mezcolanza que nos haría perder las importantísimas especificidades culturales.
Por eso insisto en que los términos más apropiado son los propuestos, eurodescendientes o eurovenezolanos, e insisto, a través de este medio, en que es fundamental asumir una expresión políticamente correcta al referirnos a nuestros conciudadanos mal llamados blancos. Creo que ha llegado la hora de reparar las ofensas ancestrales a que han sido sometidos nuestros hermanos europeos. En consecuencia propongo que en las planillas en las que se les pide a las personas especificar el color de su piel se incluya este término, así evitaremos cualquier connotación racista.