Opinión Nacional

Estudio psiquiátrico de Chávez

Al Presidente es posible ubicarlo en el nivel más bajo de las personalidades
primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy primario y una
estructuración muy desorganizada

Como psiquiatra especializado en trastornos de personalidad y autor de
varios libros sobre las personalidades «borderline» y las narcisistas,
me encuentro ampliamente calificado para hacer un perfil psicológico
del presidente Hugo Chávez.

En base a su conducta y manifestaciones públicas y notorias, es
posible ubicarlo en el nivel más bajo de las personalidades
primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy primario y una
estructuración muy desorganizada. Más específicamente, sus
características encajan dentro del trastorno Narcisista de
personalidad, cuyos rasgos más importantes son:
1. Grandiosidad:

Un ego anormalmente hipertrofiado, un concepto absolutamente inflado
de sí mismo y fuertes tendencias egocéntricas. (Por ejemplo: se creen
los más bellos, inteligentes, predestinados, mesiánicos, seductores).

2. Exhibicionismo:

Necesidad de atención y admiración constantes. Tendencia al lucimiento
en base a la apariencia física, la vestimenta, dotes intelectuales o
peculiaridades de la personalidad.

3. Omnipotencia:

Se plantean metas y proyectos mucho más allá de sus capacidades reales
y de las posibilidades que brinda el ambiente. (Por ejemplo creerse
líder de una supuesta revolución latinoamericana, y hasta mundial).

4. Fragilidad de la autoestima:

La inflación egocéntrica determina una necesidad de suministros
narcisistas prácticamente insaciable. Se establece una «hambre de
estimulo» y una «adicción» a los homenajes y gratificaciones. Mientras
fluyan abundantes gratificaciones, hay una exaltación de la
autoestima. Tan pronto ocurre una frustración, a veces por detalles
nimios, la personalidad se hunde. Estas debacles han sido llamadas
pseudo-depresiones, por cuanto no involucran añoranza o pérdida de
amor como en las verdaderas depresiones. Y apenas duran horas o pocos
días, restableciéndose la autoestima tan pronto ocurre una nueva
excitación.

5. Incapacidad de amar:

Como toda la carga afectiva está concentrada en el propio ego, no hay
disponibilidad afectiva para las demás personas. A pesar de las
exuberancias emotivas y seductoras que suelen desplegar los
narcisistas para cautivar a las personas, no son capaces de amar
genuinamente, sino que las utilizan para el logro de sus propósitos o
necesidades. Los narcisistas carecen de escrúpulos y podría decirse
que «caminan sobre cadáveres».

6. Juicio de realidad:

Al no ser capaces de ver más allá de su propio ego, ellos tienden a
falsear y a negar aspectos obvios de la realidad que no concuerdan o
favorecen sus propósitos. Por eso los narcisistas suelen fracasar en
sus proyectos, porque sólo ven lo que les conviene y proyectan la
culpa sobre los demás cuando algo no sale bien.

7. Rabia narcisista:

Las frustraciones, la crítica en su entorno y los aspectos
desplacientes de la realidad, pueden provocar reacciones llamadas de
«rabia narcisista», por lo desproporcionadas y violentas. Dichas
rabias pueden obnubilar la conciencia y a veces crear reacciones
francamente psicóticas transitorias con características paranoicas.

8. La envidia:

Es el afecto predominante inconscientemente. Fuera del ego grandioso,
no puede haber nada valioso. Son personajes altamente destructivos. Se
destruye todo lo bueno y valioso que exista, para que no haya nada que
envidiar.

Como conclusión podemos agregar lo siguiente: cuando el narcisista es
una persona común, los daños no van más allá de sí mismo o de su
entorno. Pero cuando se trata de un jefe de estado de un importante
país petrolero, que posee altas capacidades de seducción y
manipulación de las masas, que logra rodearse de colaboradores
perniciosos y destructivos, que consigue conquistar adeptos
intelectuales que propagan su mensaje y hasta otros jefes de estado o
grupos políticos y económicos que se aprovechan de su pseudoideología
con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar a ser
catastróficas a nivel nacional, y hasta amenazar la paz y el
equilibrio mundial».

(*) El artículo trascrito es del Dr. Eloy Silvio Pomenta, profesor
agregado de la Cátedra de Psiquiatría de la Escuela Vargas de Medicina
(Universidad Central de Venezuela) y profesor de Psicoanálisis y
Psicoterapia en los cursos de post-grado de Psiquiatría. Fue
Presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (1969).

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