¿Esterilización laicista de la educación?
No es verdad que la familia educa para la vida doméstica, la Iglesia para la religión y el Estado para la ciudadanía. Idea disparatada que busca entregar al Estado el monopolio de la educación de los ciudadanos y al partido único todos los recursos del Estado para indoctrinar con su ideología. El Estado no es nadie, sino un gran pacto social con voluntad común, expresada en la Carta Magna como marco obligante para toda la sociedad. Si es democrático, es de todos y para todos. En los autoritarismos el Estado es el instrumento de dominio del rey absoluto, del autócrata, de un grupo social excluyente o de un partido único. Ellos defienden el monopolio educativo del Estado, con indoctrinación docente de quien tiene el poder y pretende apropiarse de la conciencia nacional.
Lo más elemental de la antropología, psicología y sociología, nos enseña que es la familia la que forma ciudadanos y siembra la fe religiosa. Las personas no tienen tres conciencias, sino una sola. Si el santuario más íntimo de ella no se cultiva desde la niñez el “no matar”, “no mentir”, “no robar”, responsabilizarse con el otro, solidarizarse con sus derechos y necesidades, entonces la sociedad matará, mentirá y robará por mucho que la ley diga otra cosa y la Constitución “garantice” la vida. Lo que no se invierte en el cultivo espiritual de las conciencias, se gasta en policías, cárceles, armas y urnas.
Venezuela tiene ya récord latinoamericano (¿mundial?) de adolescentes embarazadas, de asesinatos en las cárceles y de muertes violentas semanales. La gente y las maestras en los barrios y escuelas están asustadas por la violencia y la inseguridad, porque la vida vale menos que un par de zapatos. En los colegios de clase media para arriba hay alarma con la droga, actividad sexual adolescente, individualismo irresponsable. En este desierto donde se agotan los valores humanos, los genios de la estrategia educativa, quieren prohibir o envenenar los pocos pozos que ofrecen agua para la conciencia. Vamos mal, pero podemos ir peor. El problema de anomia (sin norma) y de la falta de valores es creciente en barrios y en urbanizaciones. Lo es en Venezuela, en Estados Unidos o en Europa. España ya tiene récord de consumo de cocaína y, según estudio reciente, los educadores están alarmados ante la violencia e irrespeto de los jóvenes estudiantes que bloquean la tarea de sus maestros.
Por un salto atrás hacia viejas batallas contra el monopolio e imposición de la educación escolar religiosa, se quiere implantar una ley educativa laicista. Nuestra República desde su fundación hace dos siglos no ha conocido monopolios educativos clericales; ni siquiera una poderosa organización eclesiástica. Nuestra larga y cruenta guerra de la Independencia diezmó la población, los líderes se inmolaron y acabó con el ganado, mientras las iglesias quedaban sin curas y los seminarios vacíos. Las madres son las que hasta hoy han sido las principales formadoras del corazón religioso del venezolano. La mayoría somos católicos “por libre”, lo que tiene ventajas e inconvenientes.
Ahora, los trasnochados quieren suplantar las dramáticas necesidades reales por sus indigestiones ideológicas de otras latitudes y tiempos; de los liberales anticlericales de Francia, España, o de religiones laicas de Estado, sean nazis o marxistas. En este desierto quieren prohibir sacar el agua de los pozos propios y dejar las escuelas resecas como morichales sin agua. Exactamente lo contrario de lo que necesitamos: quien tenga agua propia que la saque y la ponga a disposición de quienes la deseen para que las escuelas no sean desiertos espirituales donde entran libremente la droga, la pornografía y el revolver, pero no el catecismo.
El Estado venezolano es laico, y lógicamente la escuela es laica desde hace mucho y seguirá siendo. Pero si queremos una sociedad con valores, debemos reforzar a la familia y apoyarla en la escuela. En una sociedad de gran mayoría cristiana, hay que apoyar a los padres que voluntariamente piden que en la escuela de sus hijos haya posibilidad de formación religiosa. Como se hace con los quieren que su hijo se salve entrando en el deporte, en los boy scouts o en cualquier sana actividad que lo libre de la delincuencia.
Los intentos de crear religiones laicas quedaron en ridículo desde Robespierre a Hitler, pasando por Stalin, Kim Il Sung o Castro, con sus pioneros juveniles uniformados con fanatismo de granja inhumana. Viví mi niñez y adolescencia en un régimen dictatorial. A los 15 años éramos totalmente ignorantes en política y nos impartían obligatoriamente una materia que todos con acierto burlón llamábamos “falange”. Pero el nombre oficial era “espíritu nacional”, tratando de meternos su deformación de partido único como interés nacional. Fracasaron.
Sería muy lamentable que el Gobierno y el Ministerio de Educación perdieran el tiempo tratando de imponer su indoctrinación monopólica. Si se trata de purismo arreligioso, mejor sería que el Presidente respetara la condición laica del Estado sin manipular el crucifijo para demonizar a sus críticos, o la “misión Cristo” para ocultar la pobreza bajo el manto limosnero del gobierno. Las urgencias positivas de nuestra educación van por otro lado y no por la esterilización laicista de la escuela, que debe ser abierta y plural.