¿Está solo el bravo pueblo?
«Americanos contad con la vida aún cuando seais culpables»
Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813
Simón Bolívar
En el medio del tornado a veces reina la calma, sin embargo la destrucción se genera por su desplazamiento. En este difícil momento por el que está atravesando Venezuela, la sensación que prevalece en la mayoría de los venezolanos es que nos han abandonado a nuestro destino las figuras tutelares de las que, de una u otra manera, hemos siempre dependido.
Esta situación agónica es un síntoma inequívoco de crecimiento y fortalecimiento moral de nuestra población. Recientemente, en esta revista, escribía Carolina Jaimes un artículo en el que explicaba cómo hemos pasado a convertirnos de un gentío en una nación. Eso es cierto, cada día sale a relucir un temple difícil de imaginar en la gente común y una capacidad de lucha y de resistencia que ciertamente la hacen merecedora de orgullo.
Ahora bien, ¿por qué tenemos la percepción errónea de que estamos solos en esta lucha? ¿Será porque nos acostumbramos a que otros resolvieran por nosotros nuestros problemas? O será más bien que tenemos el miedo normal de toda persona sensata ante el potencial destructor de la crisis en la que estamos sumergidos.
La realidad es que estamos menos solos que nunca porque somos nosotros mismos, sin necesidad de apoyo de la fuerza armada, o de la aprobación o desaprobación de los Estados Unidos, los que estamos al unísono decidiendo cuál es el país en el que queremos vivir.
Además, esa sensación de soledad es relativa ya que desde hace más de un mes está con nosotros el secretario general de la Organización de Estados Americanos, desempeñando de hecho el rol que le conferiría la aplicación de la Carta Democrática, es decir el de facilitador para la solución del grave conflicto político por el cual está transitando la nación.
La tarea del ex presidente colombiano Gaviria es extremadamente compleja ya que tiene que calmar vientos huracanados que se enfrentan, y buscar cauce para convertirlos en una fuerza generadora de soluciones positivas para el país. Conozco, por experiencia propia , las dificultades de conservar la serenidad y la objetividad en situaciones conflictivas de esta naturaleza. A principio de los años noventa tuve la responsabilidad de ser el Testigo Internacional en las conversaciones de paz entre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y el Gobierno Colombiano, y como tal, tuve que intervenir en múltiples oportunidades para restablecer las condiciones necesarias para que las negociaciones no se interrumpieran. Para lograr ese clima fue fundamental ganar la confianza de ambas partes, y tomar elementos de cada una de las posiciones presentadas en la mesa para crear hipótesis diferentes a las que constituían la posición de cada una de ellas.
A la larga, aunque tenga que recorrer senderos insólitos, la verdad aparece y por lo tanto aquellos que quieren marchar contra ella serán los que se quedarán solos recubiertos por un manto de falsas verdades que lucirá incongruente con la veracidad de los hechos.
El bravo pueblo de Venezuela está,con coraje tenacidad y paciencia,dándole una vez más al mundo una muestra de su inquebrantable pasión por la libertad la dignidad humana y la democracia.