Opinión Nacional

Esperanza

Es esa sensación bolsa que uno tiene de que se jode menos si nos jodemos todos, como cuando un vuelo se cancela. El fin del mundo es como una amenaza de guerra civil que el universo coloca sobre nosotros como espada de Damocles intergaláctica para que reconsideremos nuestras decisiones.

Por otro lado, puede que hasta ni tanto nos pegue el fin del mundo a los venezolanos, porque da la impresión de que aquí se estuviese haciendo el ensayo general. Los huecos de nuestras calles y autopistas anticipan, tal vez, los huecos negros espaciales en los que nuestro planeta puede ser engullido.

Los rayos que tanto daño nos causan anuncian todas las señales destructoras que vienen de los cielos, ruedas de fuego de las que hablaba San Juan. La disminución de la producción nacional de leche, barrunta, quizá, el final de la Vía Láctea. Si el fin del mundo está cerca, qué importancia tiene que los puentes se caigan, el lago de Valencia se desborde o la inseguridad nos agobie.

Ya no habrá secuestros después del 22, ni corrupción, ni hospitales en crisis. Visto de cierta manera, el fin del mundo es como la liberación de la humanidad de todos sus problemas, el verdadero buen gobierno.

Según los especialistas en el fin del mundo, los findemundólogos, que llaman, esto no acabará a la manera tradicional que el Apocalipsis bíblico anuncia, porque hasta el fin del mundo se ha puesto a la altura de nuestros tiempos tecnológicos. Nuestro hermano, el presidente de Irán, por ejemplo, está construyendo su fin de mundo particular.

Rusia y EEUU tienen también su botón de fin de mundo, con la excusa de evitar el fin del mundo. Nunca como ahora el hombre ha sido tanta amenaza para sí mismo.

Menos mal que Capriles no ganó, ¿ustedes se imaginan?, quedarnos a un mes de su toma de posesión como novia de pueblo, qué va, eso es mucho peor que lo del domingo pasado. Y ya que tocamos el tema electoral, como consecuencia de lo dicho a la depresión post electoral le voy a dar vacaciones hasta la fecha señalada por los mayas y si el mundo no se acaba, entonces la retomo, pero de momento no, voy a tratar de aprovechar estos más de tres meses que nos quedan en disfrutar de la vida, en tratar de ver el lado bueno de las cosas. Incluso aquellas que no nos gustan, alguna enseñanza tienen que tener. Voy a animarme porque el límite, el de mi vida y el de la vida toda me define. La existencia es corta y la eternidad larga. Cuando uno entiende esto, alcanza la certeza de que ninguna maldad tiene sentido.

De todas maneras, como el nuestro es el país en el que todo misterio tiene su asiento y cualquier vaina puede esperarse, aunque el mundo se acabe el 22 de diciembre, igual pienso votar en las elecciones de gobernadores, no vaya a ser que, en un arranque de mala suerte, se acabe el mundo, pero en Venezuela siga.

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