¿Es tan temeraria la abstención?
Buena parte de los propulsores de la abstención, están en lo absoluto convencidos que aún en condiciones de fiel transparencia electoral, es decir, en un cuadro de garantías de la intención del sufragio y de la limpieza de sus resultados, Chávez logrará reelegirse. Dicho de otra manera, sin trampa de por medio, les late imperdible. Debemos deja claro, que también para muchos no propiamente adversos a contarse, evaluando como principio que al hacerlo optan a un desenlace pacífico, se ha apoderado la idea -para nada desaliñada-, que los ‘bolivarianos’, por la buenas, no van a salir del poder.
En el caso específico de los duros del abstencionismo y otros que no lo son tanto, subyace concientemente su observación de la vía electoral como inapropiada, pues el régimen siempre se las ingeniaría culpando, seguramente al imperialismo o a otras triquiñuelas por el estilo, para justificar su voluntad de continuar los caminos de una revolución inconfiscable.
¿Alguien ha oído algún comentario acaso, aparte de la necesidad de los puntos de la limpieza electoral, que de conseguirse y ser derrotada la, o, las opciones opositoras, que acciones van a tomar luego para combatir al gobierno? ¿O es que ya se tiene el certificado de garantía de la victoria- como igual se pensó en el revocatorio-, con el sólo hecho de lograrse elecciones llenas de “pureza”, “imparcialidad” y “transparencia”? Esta última interrogante, “el que se va a perder de todas maneras” y el desdeño de la vía electoral con sufragios limpios o no y confrontarse duro y desde el inicio anticipándose a un paisaje que se visualiza inevitable, es el viaducto en que descansa la nuez argumental abstencionista.
Desde el punto de vista de la derrota, el abstencionismo como una expresión orgánica- que hasta ahora no lo es- estaría mejor posicionada en una lucha larga contra el régimen para lastimarlo.
Se sostendrá que excavamos prematuramente sobre un terreno confuso cuyo devenir indicará el que hacer, sea este participar o abstenerse. No obstante, creo de rigor preparase para perder, asunto de trato complicado, pero que no está siendo tomado en cuenta y que debe debatirse públicamente de llegar el momento, en especial a los que vienen confundiendo la depuración de las condiciones electorales con la victoria misma.
Si algo tiene la oposición en la mano producto de la abstención del 4D, es el inmenso horror que no ha disimulado el hegemón de embarcarse en solitario para reelegirse. Esta ventaja inicial, debería ser estudiada con fina y racional astucia, en el entendido que de ir al evento, caducaría el beneficio. Los opositores con su candidato, tienen la obligación de percibir muy bien la motivación de la concurrencia, la sintonía de los posibles participantes y la real opción de vencer. Correr el riesgo de la derrota, sin que se tenga una agenda alternativa de resistencia de un filo parecido a las potencialidades actuales y futuras de la abstención, sería cantarle “BINGO” a la más errática y no menos ruinosa de sus apuestas.