Es necesario un nuevo sistema electoral
Hace unas semanas, en este mismo medio, publiqué una nota titulada: “ Es necesario un nuevo sistema de gobierno”, en la cual abocaba por un sistema de gobierno semipresidencialista que incluyese las más importantes “válvulas de escape” del sistema parlamentario, como la posibilidad de reemplazar al Jefe del Gobierno y llamar a elecciones anticipadas. Este semipresidencialismo que, por razones propagandísticas, podríamos llamar «Nuevo Presidencialismo», debería establecerse en Venezuela, conjuntamente con un sistema electoral de doble tumo, parecido pero no idéntico al sistema francés.
Un sistema electoral es un método de transformación de votos en escaños parlamentarios. Los sistemas electorales pueden subdividirse en dos tipos fundamentales; proporcionales y mayoritarios. Los primeros transforman los votos del pueblo en curules proporcionalmente, a un porcentaje de votos se les concede un equivalente porcentaje de escaños. Los segundos atribuyen una curul, en cada circunscripción electoral, al candidato más votado, según el principio de «quien gana se queda con todo». Los sistemas proporcionales satisfacen la exigencia de la representatividad, producen parlamentos que reflejan proporcionalmente las opiniones del electorado. Los sistemas mayoritarios tienden, en cambio, a la gobernabilidad, facilitando la formación de rnayorías parlamentarias y, por tanto, creando las condiciones para el surgimiento de gobiernos eficientes y estables. El sistema de doble turno es un sistema, básicamente mayoritario, pero con atenuantes proporcionales. Su característica principal consiste en el hecho de que se vota dos veces. La primera como en un sistema, proporcional, la segunda corno un sistema, mayoritario. En el primer turno, se hace una selección de los candidatos que pasan al segundo, a menos que uno alcance la mayoría absoluta de votos, en ese caso, resultaría electo inmediatamente. En la segunda vuelta, la competencia se limita a los candidatos más fuertes; los primeros dos, los primeros tres o cuatro, o los que hayan superado un determinado porcentaje de votos. Gana el candidato más votado. El sistema de doble turno permite que se forme en la primera vuelta un espectro político pluralista, con varios partidos y candidatos presidenciales, pero, en función de la segunda vuelta, favorece las virtudes democráticas del diálogo, la negociación y la tolerancia, entre los actores políticos, penalizando así las posiciones más extremistas.
En Venezuela, para las elecciones parlamentarias, considero conveniente una variante del sistema de doble turno, que Giovanni Sartori está proponiendo para Italia. Se le permitiría competir en la segunda vuelta a los primeros cuatro candidatos, en cada circunscripción. Sin embargo, los candidatos que renuncien voluntariamente a ese derecho, pueden hacer valer sus votos de la primera vuelta, para obtener algunos escaños, de forma proporcional, entre un número de curules reservados para la representación de las minorías. En las elecciones presidenciales, el sistema de doble vuelta impide que el candidato de una minoría extremista llegue a la presidencia aprovechándose de la fragmentación del resto del espectro político. (Cualquier parecido con potenciales situaciones reales es simple coincidencia.) El «Nuevo Presidencialismo», con doble turno, favorece y promueve la formación de gobiernos estables, legítimos, eficientes y ajenos al extremismo.