Opinión Nacional

Es hora de la revolución democrática

No es suficiente admitir como una esperanzadora recuperación de las fuerzas democráticas del País, los, para algunos, sorprendentes, resultados de la consulta referendaria del 15F, cuando más de Cinco Millones de venezolanos se atrevieron a negarle su apoyo a una temeraria propuesta del Presidente Chávez. Desde luego, la cifra es alentadora, sobre todo si se tiene en cuenta que otros Cinco Millones no asistieron a los centros de votación y mantuvieron un silencio no precisamente cómplice. En todo caso, hay que ir a más y comprender que Venezuela está entrando en una fase decisiva, de la cual puede surgir un exitoso fenómeno de recuperación institucional e ir al encuentro de su verdadero destino, liberando todas sus potencialidades y caminar, firmemente, hacia el Primer Mundo, como Nación amplia y definitivamente desarrollada. Pero, también, a sólo un paso, la Patria de Bolívar, puede transformarse, con vertiginosa rapidez, en un nuevo y vergonzoso episodio socialista, obligatoriamente condenado al fracaso, siguiendo el tortuoso modelo de la Cuba fidelista. Pensamos que aún hay margen para intentar un cambio radical en la opinión, actualmente, en su expresión mayoritaria, bajo el control del discurso chavista. Aprovechar la coyuntura unionista y de concertación que pesa, firmemente, en los principales operadores políticos y activar un sólido frente único, con una atractiva propuesta de fácil interpretación popular y, literalmente, escarbar en las bases de sustentación de la pirámide social, para difundir exhaustivamente el mensaje e ir rescatando los espacios, los límites abandonados en la práctica política, ocupados perversamente por la demagogia del autócrata gobernante. Por eso propusimos la estratégica promoción de la Revolución Democrática, como respuesta al desacierto del socialismo bolivariano. Y, precisamente, ahora, cuando no hay que bajar la guardia, porque hay que hacerle honor a quienes confiaron en la oposición a la descabellada enmienda, inconstitucional y anti-histórica, que pretende el ejercicio vitalicio del Poder para un grupo reinante, con un líder fundamentalista a la cabeza. Hacerle honor a Cinco Millones de votantes, de una población de 17 Millones, haciéndole, a la vez, una formal invitación a los otros Cinco Millones que se abstuvieron de votar, sin dejar de enviar un mensaje de esperanza y redención efectiva, a miles de los Seis Millones que sufragaron a favor de Chávez, sin entender porqué, ni para qué, ni mucho menos con cual intención precisa. Pero es en este sentido que deben definirse, con mucha claridad, las pautas a seguir. Nuestro esfuerzo no debe consagrar paradigmas del pasado, pero si tiene que

enseñar lo que es el presente y el futuro de la Venezuela que vivimos. No importa que ya hayan pasado las gordas y que ahora venga el tiempo de las vacas flacas. Venezuela tiene inmensas potencialidades. Su pueblo es vital y su geografía es magnífica. Nuestros recursos distan mucho de agotarse, ni los materiales, ni los morales. Es la hora de la Revolución Democrática, para cuyo posicionamiento es para lo que tenemos que organizarnos y volcarnos sobre la opinión. Los que votaron en contra de la enmienda, los que se abstuvieron y los que confundidos, manipulados u obligados, votaron por la propuesta gubernamental, deben conocer la tesis de la verdadera Revolución venezolana, del País actual, con miras al futuro inmediato y dentro del Mundo de hoy. Manos a la obra.

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