Eructos, pedos y miaos bolivarianos
Verdaderamente de altura de ingle, esófago, vejiga y colón es la discusión endógenamente bolivariana promovida por los candidatos a gobernadores y alcaldes del Partido Único y Exclusivo del Líder Indiscutido. Los argumentos revolucionarios provienen ciertamente desde adentro, desde las entrañas mismas del hombre nuevo.
Con orgullo nacional y vanidad bolivariana asistimos a las razones orgánicas, y todavía no orgásmicas de los candidatos del proceso. Las agencias de publicidad de los revolucionarios de a montón ya tienen diseñadas sus estrategias éticas y altamente responsables para con los ciudadanos adultos y menores.
Se nos ha informado desde el Comando de Arcos y Liras que la discusión ideológica gravitará en estos genitales extremos publicitarios que colmarán vallas, periódicos y emisoras de uno y otro signo:
• Si yo te eructo, tú me peas.
• Si tu me peas, yo te eructo.
• Si tú me peas y me eructas, yo te meo.
• Si tú me meas, yo te eructo dos veces y te peo tres en sordina palaciega.
• Si tú me eructas, me meas y me peas, yo te cago.
• Si tú me cagas y me peas, y me eructas, yo te vomito.
• Si tú me vomitas, yo te peo y te eructo, y hasta me cago en mi comadre.
• Si te cagas en mi comadre, me meo y me cago en tu madre.
• Si en mi madre te cagas, eructo y meo a tus hijos, mis ahijados.
• Si a mis hijos peas, a mi madre meas, y a tus hijos cagas, yo me eructo como tú lo haces en cámara bolivariana y en radio comunal.
• Si tú me eructas de nuevo ¡mi compadre del alma! no joda, yo me peo en el juramento, así me excomulgue Melchor, el prelado negro y traidor.
• Si nos peamos los dos con Anís del Simio, ahora Primate en jefe, como era recia y viril costumbre de educandos, gritaremos desde adentro, desde el orto mismo ¡Viva la Revolución! Y nos iremos todos abultados a orinar otra vez en el Sáman de Güere, para lanzar gases por el bien de la Patria.
¡No joda compadre Carlos! ¡No me venga con vainas acosteñas! Ya resolveremos estas ganas de mearnos, de cagarnos y eructarnos en los escuálidos de mierda en una próxima Reconciliación Nacional como la que patrociné con mi otro bendecido compadre, el neoyorquino de las cobardes gallinas que ahora se come desplumadas en pisca mañanera, allá por los lados de Queniquea, por los páramos de nuestro muy querido y admirado Juan Vicente, el que no eructaba como UD., sino que chitaba como Yo intentando acallar a tanto periodista que me escucha.