Opinión Nacional

Equis

No hay nada más serio que el humor. Es más difícil hacer reír que hacer llorar. Debe ser por eso que siempre, en todas partes, hay más dramas que comedias: en la literatura, en la televisión, en el cine… Sin embargo, todos buscamos y apreciamos el humor. El humor tiene un lugar protagónico en la historia de la humanidad, porque la gente necesita reír. En las peores circunstancias, la risa es un excelente remedio. Incluso hay serios estudios en ese sentido: hay cómicos que visitan hospitales y logran que los pacientes experimenten mejorías notables.

Los venezolanos, en materia de humor, tenemos un bagaje impresionante. No sólo los humoristas consagrados, sino la chispa popular. Esa chispa que Andrés Eloy Blanco elevó hasta nuevas alturas. Esa chispa a la que le sacó punta Miguel Otero Silva. Hay quienes creen que aquí todo se nos va en un chiste, que no tomamos nada en serio, pero eso es parte encantadora de nuestra idiosincrasia y además, un antídoto seguro contra la violencia: un pueblo alegre no es violento. De eso dimos muestra al mundo el día del referendo, cuando los escenarios que contemplaban muchos eran todos aciagos.

En la marcha del cierre de campaña por el «No» hubo un despliegue de genialidad. Por ejemplo, todos los que marchaban se detenían a reírse frente a una pancarta que decía: «Sí al intercambio humanitario Venezuela-Colombia: Chávez pa´llá, Uribe pa´cá».

Como nuestra mayor herencia es española, aunque a algunos les duela, estoy segura de que nuestra chispa tiene que venir de España. Los españoles son maestros en humor. Francisco Franco, «caudillo de España por la gracia de Dios», no tuvo hijos varones. Cuando nació Francisco, su primer nieto, que en circunstancias normales se apellidaría Martínez Bordíu y no Franco, el Generalísimo no tuvo empacho en cambiar la ley y el bebé se llamó, por obra y gracia del decreto de su abuelo, Francisco Franco Martínez Bordíu, al revés que el resto de los españoles.

Una de las revistas más famosas de España, llamada «La Codorniz», que durante unos años dirigió Álvaro Delaiglesia, en esa oportunidad sacó una edición llamada, en vez de «La Codorniz», «Codorniz La», en clara alusión al orden alterado de los apellidos del nietísimo. Y cerraba con un epigrama que decía:
» Bombín es a bombón
como cojín es a equis
me importa tres equis
que me cierren la edición»

No han sido precisamente una comedia los últimos reveses que ha sufrido el Presidente Chávez: el Rey de España lo mandó a callarse, el Presidente Uribe puso fin a su papel de negociador, y encima, el pueblo venezolano, por primera vez en 9 años, le dijo un rotundo «NO». Porque no es una derrota 51-49, como el gobierno la ha querido hacer ver, sino 75-25. Por la razón que sea, 44% se abstuvo de votar y la abstención de su gente perjudicó a Chávez. Parafraseando a Delaiglesia, podríamos decir que:
«El «no» es al «sí»
como «pierda» es a «equis».

Perder tres millones de votos en sólo un año
no es ninguna «equis»…

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