Entre el antecedente y el consiguiente
Sobradamente legítima es nuestra convicción en torno a la insinceridad presidencial, pues ha sido recurrente la táctica de auto – victimización cuando los sondeos de opinión apuntan a las mejores posibilidades de la oposición democrática. Las declaraciones del fin de semana reciente, por las cuales el presidente Chávez, sorprendído, condena las prácticas ultraizquierdistas que le han sido tan rentables, fueron automáticamente deshechas por la granada lanzada a la sede de Acción Democrática, a la que tuvimos ocasión de visitar en horas de la tarde del domingo.
Descubre ahora las incursiones de los grupos irregulares que actúan como herramientas esenciales para el gobierno, complementando las actuaciones del PSUV en el terreno de la movilización y la propaganda. Olvida los formidables antecedentes que, más allá de la colocación de artefactos explosivos, el asedio continuo o el aprovechamiento de los organismos oficiales (¿acaso La Piedrita no actúa o actuó libérrimamente en la Biblioteca Nacional?, indiferentes las otras instancias del Poder Público, espesan de polvo estos lodos.
El supremo mandatario trata de anarquistas al colectivo y a Lina Ron, expresiones muy particulares de la otra naturaleza y características alcanzadas por el ultrapartidismo oficialista. La teoría revolucionaria que dice dispensar su vanidad, aparentemente queda a salvo en medio de las volteretas que permanentemente ha dado en la década.
Además, punzando el bisturí electoral que los estrategas seguramente aconsejan, llama a un par de jóvenes para pontificar sobre la paz, la concordia y la reconciliación. No menos asombrados, posiblemente sintiéndose importantes en medio de la rueda de prensa opositora, el telefonema presidencial no les permite responder con sus instintos políticos y consienten el pontificado que ha completado el ministro del Interior al compartir una sonrisa frente a las cámaras: ¿acaso no fue una jugada precisa, calculada y eficaz al seleccionar a dos anodinos dirigentes de la oposición que debieron denunciar ipso facto los miles de atropellos de un gobierno que juega y atenta contra la paz?. Sin embargo, desactivada o neutralizada la crítica, pasamos por alto las consecuencias que – desde hace un buen tiempo – se ven, en la vida diaria, común u ordinaria, tan presuntamente alejada del bullicio político.
El linchamiento, la quema y exposición vial de un violador no es un dato excepcional, sino aviso de la lenta estructuración de una conducta fascista provocada por el ejercicio irresponsable del poder que también se beneficia de ella en la medida que la confisca, traslada, concreta e imputa a sus más conocidos adversarios, para combatirlos en mejor forma. Conducta que urgentemente debemos desarmar y liquidar, aunque objetivamente no haya administración de justicia en el país, consagrada la sociedad de los más fuertes.
Huelga extenderse sobre el caso de un delincuente que, jamás perseguido y castigado por el Estado, gozó de un visado o salvo conducto de hecho por la prioridad que se le ha otorgado al mantenimiento de los privilegios del poder. En todo caso, llamada de atención sobre la inmensa tarea de resocialización, de reconciliación, de pacificación, de humanización que debemos acometer todos los venezolanos: la paz es urgente y hay que construirla de mil e ingeniosas manera, aún en las condiciones adversas en las que se encuentra la oposición.