Endécada irrecuperable
El daño que Chávez y su cúpula le han hecho a Venezuela es irreparable. Tenemos la esperanza de cambiar la dirección aplicada en esta endécada, pero recuperar lo perdido es imposible.
En cuanto a vidas hemos sufrido una inconmensurable pérdida. Los cadáveres del centenar y medio de miles de personas causados por el hampa común, los cuerpos policiales, militares y los grupos armados irregulares tolerados y/o promovidos por el desgobierno chavista, siempre estarán en la lista de sus ejecutorias. Su responsabilidad es intransferible. En especial la que se refiere a la siembra del odio.
Antes que cualquier cosa, estos once años han sido el triunfo de la impunidad. El sistema judicial es hoy más incapaz que nunca para enfrentar la violencia desbordada. Las policías y la Guardia Nacional se han especializado en cumplir a cabalidad la orden de Chávez de lanzar “gas del bueno” a los jóvenes y no tan jóvenes manifestantes y no en perseguir y desarmar a quienes (cuando no son ellos mismos) los matan.
El sistema carcelario presenta un deterioro aún mayor que el existente para 1998. El promedio de presos asesinados dentro de las cárceles es de uno por cada día. Las cárceles son insuficientes, insalubres y están en manos de mafias que hacen aún más difícil la vida de los privados de libertad y de sus solidarios visitantes.
Y el Poder Judicial no ha sido capaz de darle a la situación de los presos una solución justa o de por lo menos encaminarse hacia ella. Todas las recomendaciones han caído en terreno infértil. Parece que es más importante dar gritos en los actos oficiales (“¡Uh Ah! ¿Chávez no se va!”, gritó la Judicatura en un memorable pleno).
La misma presidenta del Tribunal Supremo dijo ser partidaria de eliminar la independencia de los poderes públicos. Al decir esto, Luisa Estela Morales no hizo una propuesta sino el dibujo más realista de la situación institucional de la República.
Un país donde todos los poderes están concentrados en quien hace las veces de su Presidente es un país no democrático. Pero tampoco hay nada que pueda funcionar simplemente bien.
Como muestra está la crisis del sistema eléctrico nacional. Si no ha habido ningún poder público que haya logrado hacer tomar las medidas necesarias al Presidente, es porque precisamente actúan sólo para complacer sus caprichos, así llámense a estos “la revolución”. No es ahora que se sabe de la grave situación del sector eléctrico. Hace por lo menos cinco años que se le advirtió a Chávez y a sus ministros, en especial al de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, las inversiones que debían hacerse. Gastos desembolsables en medio de la mayor y más larga bonanza que ha vivido el fisco nacional.
Es indignante que se nombre a un esbirro cubano jefe de una comisión nacional para resolver el grave problema eléctrico de Venezuela (país que fue de los primeros en el continente en producción y consumo de energía eléctrica). Pero lo que más preocupa aún es que haya gentes a quienes la injerencia de un represor de la dictadura castrista (que en 51 años ha dejado en la mayor miseria energética a Cuba), no les mueva ni siquiera un poco alguna fibra del patriotismo que dicen tener.