Opinión Nacional

Encuestadoras deberían verificar nivel de analfabetismo

El analfabetismo, cuyo principal significado es el número de habitantes de un país que no sabe leer, no es sólo eso. Analfabeta también significa ignorante o desconocedor de una disciplina, como por ejemplo, historia, ciencias políticas, economía o administración pública.

Por ello, no es suficiente con enseñar a distinguir las letras del alfabeto y a pronunciar los sonidos que ellas representan por sí solas y dentro de cada palabra. Un verdadero alfabetizador, también enseña a comprender las ideas que las palabras intentan transmitir.

El analfabetismo así definido es tan grave en Venezuela que, por ejemplo, nada más y nada menos que la ex-Vicepresidenta de la República, Adina Bastidas, y el ex-Ministro de Planificación y Desarrollo, Felipe Pérez Martí, (ambos profesores universitarios) demostraron no saber leer.

Lo de Adina no fue tan grave, porque pronunció mal ­en un discurso público- el nombre comercial de una empresa privada estadounidense, al llamar «microsol» a la gigante de la computación «Microsoft».

Lo de Felipe, sí fue imperdonable y atroz, porque en un artículo periodístico suyo, publicado por el diario caraqueño El Universal, recomendó a sus lectores, leer en la revista electrónica, Venezuela Analítica, un artículo escrito en 1946 por el sabio alemán-estadounidense, Albert Einstein, para que «comprobasen» que Einstein era partidario del Socialismo.

Porque, cualquier persona que sí sepa leer, y que lea el referido artículo de Einstein, puede comprobar que éste muestra allí su simpatía por el propósito de solidaridad social que supuestamente propugna el Socialismo; pero al final nos alecciona contra él, al considerar que esa doctrina política «requiere solucionar algunos problemas sociopolíticos extremadamente difíciles», dejando sin respuesta a las siguientes preguntas: «¿Cómo es posible, con una centralización de gran envergadura del poder político y económico, evitar que la burocracia llegue a ser todopoderosa y arrogante? ¿Cómo pueden estar protegidos los derechos del individuo y cómo asegurar un contrapeso democrático al poder de la burocracia?».

Al decirnos Albert Einstein, quizás la inteligencia más aguda y brillante que haya conocido la humanidad, que esos problemas eran para él, «extremadamente difíciles» de resolver, nos dijo -sin ofendernos- que ninguno de los restantantes mortales seríamos capaces de resolverlos, y en consecuencia, el Socialismo lo que produce es una burocracia todopoderosa y arrogante, que deja sin protección los derechos del invididuo, y que es un sistema totalitario al no tener, su burocracia, un contrapeso democrático. Es decir, un sistema aborrecido por Einstein, porque uno similar (el nazismo) lo forzó a salir de su patria y a exilarse en el extranjero.

Del analfabetismo de Felipe Pérez Martí, es que debe sanarse Venezuela, porque el otro (del que adolece Adina Bastidas) desde siempre ha estado siendo atendido por miles de venezolanos dedicados, sobre todo en las escuelas primarias y en los programas de alfabetización de adultos que incorporan a numerosas instituciones públicas y privadas y a numerosos voluntarios, a resolverlo día a día; y para resolver el cual, no hace ninguna falta importar comunistas cubanos.

Por ello sugiero que las empresas encuestadoras deberían medir, cuán extendido está en Venezuela el analfabetismo del cual padece Felipe Pérez Martí; y especialmente, aquél de nuestros líderes políticos y profesores universitarios y de educación media; y particularmente en las áreas de historia (de Venezuela y universal), ciencias políticas, economía y administración pública.

Porque desgraciadamente para nosotros, la historia de venezuela (así con minúsculas) que se enseña en nuestro país, está restringida a la Guerra de Independencia y se «enseña» como si se tratase de las tablas de multiplicar: sólo a aprender de memoria los nombres de los próceres y sus muy escuetas biografías; los nombres de las batallas en las que participaron y las fechas aniversarias de esas personas y eventos.

Ni siquiera las cátedras de postgrado universitario, pasan de la aritmética histórica, al álgebra, y muchísimo menos al análisis matemático o al cálculo integral. Lo que es peor se le ESCONDE a los estudiantes venezolanos, los libros que sí enseñan magistralmente la Historia de Venezuela (ésta sí, la de «verdad verdad») a nivel del cálculo tensor, como lo hace el libro «Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario» (Monte Avila Editores, Caracas, 1976) del insigne intelectual venezolano, Carlos Rangel.

Datanálsis, Mercanálisis, Datos, Alfredo Keller, CECA, y otras firmas encuestadoras que existen en Venezuela, deberían medir el número de bibliotecas públicas y privadas que existen en nuestro país, el número de volúmenes que contienen y los porcentajes de esos volúmenes dedicados a cada sector del conocimiento humano; y cuán extendido -o restringido- está el hábito de la lectura en nuestro país.

Deberían preguntarle a nuestros líderes políticos y profesores universitarios, cosas como éstas:

¿Cuál es su opinión sobre la Ley de Rendimientos Decrecientes y lo que de ella piensa el Dr. Brian Arthur, del Santa Fe Institute?.

¿Qué diferencias de ideología política y de método de gobierno puede citar usted al comparar a Benito Mussolini con Joseph Stalin?; etc., etc..

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