En respuesta a Roberto López sobre la realidad obrera, la intelectualidad, el chavismo y el capitalismo que permanece
El debate se impone ante lo que se llama la historia al instante; que no es más que toma de posición en función de los intereses de clase, el acomodo en el proceso y, casi siempre sin la cientificidad requerida . Por lo que se hace pertinente fijar criterios para avanzar, en lo que tal vez, pueda ser el socialismo posible; que no es el socialismo del siglo XXl a lo Chávez- del cual usted parece comulgar- ni tampoco el socialismo democrático a lo Teodoro Petkoff, calificación de más pero con el ánimo de diferenciarlo aparentemente del socialismo borbónico. Así, en la coyuntura actual que ya lleva más de un decenio, pienso que se vuelve realidad aquello del profesor Agustín Blanco Muñoz: Los liderazgos de la supuesta izquierda que rondan en América latina, no son más que freno al movimiento popular y hasta de la clase media (parafraseo de Entrevista televisiva con Oscar Yánez); y la realidad que siempre supera la ficción- aunque los literatos lo nieguen- impone y reafirma lo expuesto, hace precisamente un decenio, el pionero de la cátedra Pío Tamayo, varón éste, ejemplo de comunista que no se ve por ningún lado.
La realidad en el país va demostrando que existe una continuidad de saqueo público; el mismo no finalizó con los colonialistas españoles, al contrario, siguió con el Centauro de los Llanos y su paisano Chávez lo exponencia. Un país sin control fiscal, el manejo discrecional del presupuesto, elemento fundamental, expresión cuantitativa del plan operativo, a su vez éste expresión del plan nacional de desarrollo; resulta que es usado con la mayor discrecionalidad, por no decir cinismo por el Amo Por Ahora de Miraflores. La corrupción está exponenciada y si bien los grupos desplazados del poder arrecian la pelea, por sus intereses; no es menos cierto que la nueva hegemonía en el aparato público nacional diseñan un nuevo control social, donde se destaca el internacionalismo de negocio de los cubanos comandados por Fidel Castro y las alianzas inefectivas con el Evo Morales, un inmoral de la droga; un violador como Daniel Ortega, ahora perseguidor de curas como Ernesto Cardenal; rematando con el paquitìn de Correa en Ecuador; coronando con los subsidios mil millonarios en dólares que se le prodigó a la Argentina de los Kirnes.
La pelea es peleando. El país no puede seguir el rumbo de una manía de micrófono; la disciplina extrema se impone, porque más allá de los intereses de clases sociales; está en juego la identidad nacional. Una nación que responde a la crisis con baile, música y aguardiente, donde la norma mínima de ciudadanía se quebró y la mendicidad se convirtió en oficio; exige para su restauración una terapia dolorosa, que no se puede calificar de gorilismo o fascismo, de manera muy alegre. El canto de Sirena de Chávez pierde su magia, elementos que si han dado fe de combate, desde una posición de izquierda comienzan a organizarse, caso de Douglas Bravo y ciertos colectivos, que apenas se leen en Web. Tiempo de detenerse, reflexionar y actuar, el populismo de izquierda, resultó peor que las medidas de ajustes de Carlos Andrés II.
En primer término hay que referirse al papel sobre la posición de los 40 economistas norteamericanos y la crisis en dicho país. Cierto que la crisis económica afecta a los trabajadores; que Norteamérica es el país más lejano en el Occidente, donde la clase trabajadora asume sus beneficios laborales. Pero no se olvide que criticando la realidad ajena, se olvida la propia. Además téngase presente que la crisis mundial actual, es más que una crisis de superproducción, una crisis provocada por los bloques de la hegemonía financia, es decir, un bloque financiero desplazó a otro en aras de la ley de centralización y concentración de capital; en ese escenario el presidente Obama responde con diferencia de estilo ante los destructores del aparato económico: impone tímidas reducciones del paquete de jubilaciones apresuradas de los banqueros causantes de la crisis; se persigue uno que otro banquero pícaro, como el representante de Stanford; mas nada se dice de los sectores medios que perdieron sus posibilidades de tener vivienda propia y la cesantía de los trabajadores; incluso, da pena, más que lástima, el plan de recuperación económica del mulato en la casa Blanca: reparar escuelas, iniciar en las tecnologías básicas de la informática a los sectores pobres; pero eso sí, la inyección de billones de dólares a los banqueros con flexibilidad de pago, es la nota. Nada parecido con Franklin Delano Rooselvet, hombre que aun inválido, dio talla de estadista Se infiere que la ciencia económica no tiene más que como función dentro de la economía de cambio, bien administrar sus crisis en esta coyuntura de reacomodo de poderes.
Ante el panorama descrito en Europa el galán de Sarkozy aboga- ironía santa- por la reestructuración del sistema financiero y al igual que otros ideólogos del pasado, habla de de una capitalismo más humano, nada diferente con aquello del capitalismo popular. No obstante, el modelo que hace funcionar el actual capitalismo: la tecno-estructura militar de la que hablaba el economista Jon K. Galbraith, junto con la materia prima petrolera, se mantiene intacta y el oro negro comienza a reflotar para loas de Haliburton y demás transnacionales; sin que ello nos haga desconocer el papel de reformas tímidas a su favor que exige el grupo Bric: Brasil, Rusia, India y China
Pero todo eso y mucho más en la realidad concreta venezolana- que de hecho nos afecta- hace desconocer a los partidarios del gran embarque que dirige desde Mira flores, que un país con la riqueza recibida durante este decenio pasado, resulta que transcurrido ese lapso de tiempo; apenas ahora se apresta a reformar la ley orgánica del trabajo. Un gobierno que se titula revolucionario dilata una ley fundamental, al igual que la ley orgánica de la hacienda pública estatal y no casualidad del destino, sanciona en un santiamén la ley sobre derechos de asilos y refugiados, trasladando la crisis colombiana a nuestro país, con toda las consecuencias inimaginables, donde resalta el asalto definitivo al parecer de la identidad nacional, ante la acometida bien premeditada del Palacio de Nariño, en su pretensión histórica del Zulia; que no del imperialismo norteamericano. Mas el hombre del Por Ahora no sólo pospone esa ley laboral, sino que arremete contra el sindicalismo representado por la CTV y compañía e impone una Federación de Trabajadores Socialistas, donde priva la hegemonía de su comandante en jefe. En aras de la mítica unidad obrera se fragmenta la lucha sindical, se inocula el ánimo de protesta con bonificaciones en la administración pública y se mantiene la expectativa de trabajo en las empresas privadas, con más de quince (15) decretos de inamovilidad del trabajo; mientras la clásica y al parecer endémica estructura económica del país, se convierte aceleradamente en un Emirato Árabe.
Un país de burócratas e informales es la herencia del chavismo, que junto con alianzas con el fracaso representado por Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, sellan la trayectoria del imperialismo bobo del presidente Chávez en la América latina. En esa realidad, los grandes chulos de la subregión: Los cubanos y los argentinos; hacen su agosto. Sin emporio agrícola, industrial y tecnológico el país camina por inercia, dándose el contrasentido de ser éste el gobierno que más divisas otorga para la importación de automóviles; el licor rueda a las anchas, el sentido de urbanidad desapareció, el intento de una gestión pública pulcra desapareció y el colofón, como bien apunta Don Domingo Alberto Rangel, en su libro Aquí gobierna la delincuencia; se presencia en una lucha por el poder de dos bloques: La boliburguesía y los Amos del Valle, el primero que detenta la gallina que pare huevos de oro y la otra desplazada de ese beneficio; en el medio los sectores populares y medios sirviéndoles de mampara.
El efectismo ante la crisis es la nota del llanero de Barinas. El hombre comenzó con el Plan Bolívar 2000, donde Carneiro hizo su agosto; siguió cual relámpago con el millarcito del Banco Central de Venezuela, donde el difunto Gastón Parra Luzardo se lució en hipocresía atildada, el mismo economista de la categoría balurda del Centro Hegemónico Mundial; no conforme con eso le debió meter la mano al Fondem, no sin antes pulverizar el Fondo de Estabilización Macroeconómica (FEM); fondo del cual no se conoce su operatividad sino su discrecionalidad. El país que regala cual Santa Claus sus recursos económicos, se arma supuestamente para enfrentar al imperialismo y sus acólitos; aunque los colombianos nos invaden con una población, que debe superar los cinco millones, hombres y mujeres con una arraigada identidad nacional vallenatera, con formación y servicio militar, paracos comprando bienes y comercios en ciudades ejes sobre todo en el Zulia, y hasta los supuestos guerrilleros usando para sus fines desviacionistas la ingenuidad taimada del explotado indio de la Sierra de Perija. En sí, hay que mirar hacia adentro, dejarnos de ese enfoque de centro-periferia, que distorsiona el análisis de situaciones concretas para acciones concretas.
El corolario es simple: La relación capital-trabajo no ha favorecido al pueblo trabajador. No es gratuito haber pospuesto por una década la discusión del la ley de orgánica de trabajo; no haber estructurado los subsistemas y fondos de la ley de seguridad social. Un nuevo poder económico fue lo creado: La boliburguesía, los nuevos usufructuarios de la renta petrolera, vía presupuesto nacional.
Atinente a su segundo papel, el cual versa sobre unas declaraciones suyas en un congreso de intelectuales. La premisa de la que parte, al decir, que es sólo en Venezuela donde se habla de socialismo; ante todo se impone precisar qué es eso de socialismo. El chavismo no es más que un nuevo control social, nada hay de común con las ideas de Hanz Dieterding y sus reflexiones sobre el socialismo del siglo 21 y las lecturas politiqueras, que el ciudadano presidente hace de las mismas. Un hombre que irrumpe con una mezcla de la desfasada teología de la liberación, el pensamiento del obtuso de Simón Rodríguez, del mitificado Simón Bolívar; que luego se acerca al difunto Ceresole, el argentino; también en su trayecto usa al difunto Juan Núñez Tenorio, el filósofo marxista venezolano; aclimatado en el poder busca alianza al parecer por siempre con el mito de Fidel Castro y su supuesta sentencia de que La historia me absolverá; se pasea con el alemán mexicano Dieterding; cita al Che Guevara, Ho Chi Min, Mao Tsetung y pare usted de contar; y en su locura de micrófono no se impide que nazca una nueva burguesía, como se hizo en la época de Carlos Andrés I y Los Doce Apóstoles, tan bien descritos por otro difunto engañado, como fue Pedro Duno.
Afirmo más que comparto la idea esbozada por usted de la recuperación del capitalismo. La evidencia está en la reunión de hace poco en Rusia, de los presidentes de dicho país, el Brasil, la India y China, abogando por la reforma del sistema financiero, para que entren ellos como economías emergentes. Previa a esa reunión la Lula junto al Sarkozy van a la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T) apaciguando las reivindicaciones obreras y con el discursito de la nueva arquitectura financiera mundial. La lección es clara: el transnacionalismo tiene sus llamadas unidades estratégicas del negocio, el gran capital entendió la diversificación de sus carteras de intereses de hace décadas y estos países mencionados representan parte de ese aparataje, con los matices- claro está- que le da sus procesos históricos, culturales, ideológicos y otros elementos humanos.
En su exposición, aunque nombra la tendencia del capitalismo de estado, no asume lo evidente: dicho capitalismo es una metamorfosis, con la cual la burguesía se esconde a favor de sus intereses. En Venezuela el capitalismo de estado de Carlos Andrés I y Chávez no se diferencian en lo sustantivo, ambos alimentan a la vieja y nueva burguesía; sin que la estructura económica sufra las modificaciones de sus enfermedades endémicas.
En torno al papel de los intelectuales, pienso que se debe dejar esa dicotomía de trabajo intelectual y manual. Todo trabajo es muscular es cierto; pero ello no puede significar desconocer que existe el intelectual y siempre existirá, como siempre existirá el obrero. La actividad intelectual más allá de la posición ideológica del intelectual, no se aviene con una simple integración a cualquier proceso. Aquello del intelectual orgánico de un Gramsci, de un intelectual completo y demás sandeces, no es lo que se debe discutir; pues, si esa es la gran dicotomía, se debe indicar que precisamente éste es uno de los elementos de los cuales carece este mal llamado proceso revolucionario. La figura más destacada- que ahora es patria y muerte con el chavismo- es el tristemente célebre Luís Brito García; si son los dos Roberto del canal del estado y la anti esteticidad de un Mario Silva, ya son suficientes para salir corriendo. Pero veamos que nos dice el mejor crítico literario del país- aun después de su muerte- el zuliano Jesús Semprún, atinente a la esteticidad de quienes nos deben dirigir, refiriéndose a los patriotas del 1810: La nueva actitud de los jóvenes hacia posible una comprensión amplia de la vida y abría arcaduces, hasta entonces obliterados, a nuevas corrientes de ideas y sentimientos, y a una primera y pálida estética. Aquellos hombres crearon un gesto elegantísimo y bello. (Critica literaria: Pág. 31). Nada parecido se observa en esta seudo revolución, a no ser el rojo estridente de sus pancartas; al menos se deberían pasar por el libro del difunto Ludovico Silva, Estética y Revolución.
La mitificación intelectual es lo que hace este gobierno. Recuerdo un encuentro de filósofos, realizado en esta ciudad de Maracaibo hace dos años; por los directivos del Ministerio de Cultura. El referido encuentro se hacía en honor al mencionado Ludovico Silva; primera mentira, el homenajeado post mortem no era filósofo, a lo sumo un excelente ensayista sobre temas filosóficos. Quizás el gran merito de Ludovico es como poeta, área en la que es un desconocido. Pero las mentiras intelectuales prosiguen, resulta que la coordinadora del encuentro, la historiadora Carmen Bohórquez, es una filósofa y hasta el Javier Pérez, uno de los integrantes del grupo Infábula, que sólo sabe escribir de cómo defecan las cucarachas, también es un Niestche o un Adam Schaft. Ser intelectual es cosa seria, es un trabajo que exige demasiada disciplina, como lo exige pegar bloques uno a uno, con una paciencia y equilibrio, que de como resultado una casa bien construida, un producto con productividad y calidad; afinando el método y los procedimientos.
Sobre el Che Guevara recomiendo con el debido respeto el libro del francés René Dumont En Cuba (Intento de critica constructiva); donde se demuestra con cifras y entrevistas a los dos personajes de la supuesta revolución, que la no preparación para la tarea de gestionar el estado, el superconsumo al que llevaron a las masas y el personalismo caudillezco del Fidel; dieron como resultado una economía, la cual sólo sobrevivió por los subsidios ruso; en tiempos más reciente, agrego, por los capitales franceses, italianos y españoles y ahora por el hijo que le nació a Fidel Castro en Venezuela, el presidente Chávez. Para muestra un botón: El Che llega a la presidencia del Banco Central de Cuba sólo por ser comunista y no por economista; mientras Castro se afanaba con las Granjas del pueblo, que serían junto con el supernumerario de la burocracia del banco de los bancos y el desastre en la producción agrícola; elementos que potenciarían la ayuda rusa del momento y hoy, por otros medios; sin que la leyenda socialista cubana haya conseguido el crecimiento con desarrollo económico.
LENÌN, TROSTKY Y EL PODER OBRERO
Hay que agregar que atinente al problema del poder de los obreros en el estado, se vuelve aleccionador el interesante trabajo del inglés Moshe Lewin El último combate de Lenìn, donde narra como con base en testimonios y vivencia la rectificación del Lenin ante la inescrupulosidad de Stalin, quien desnucando el comité central del comunista de Georgia, poco a poco avanza hasta dirigir el secretariado del partido a nivel nacional, cargo insignificante pero que con el correr del tiempo, desde allí impondrá su hegemonía. Lenìn en sus ochentas días de agonía antes del paro fulminante, comienza a diseñar la Nueva Política (Nep); entiende que los cuadros obreros en demasía murieron en la guerra, otros viven entre las direcciones del partido y la administración pública, la producción industrial y agrícola se viene abajo. Se encuentra en un gran dilema: la vieja burocracia zarista y los rusos blancos pueden retomar el poder de hecho con sus prácticas; incluso la propia dirigencia comunista y los obreros, muchos se van acostumbrando al poder; así que decide rediseñar su política económica, necesita del capital y las técnicas de producción del transnacionalismo, impulsa esa búsqueda: pero manteniendo el control, el monopolio del comercio exterior, punto éste que Stalin rechaza entre dientes; con respecto a los campesinos entiende que debe facilitarles pequeñas propiedades; porque la colectivización per se no le llevará al éxito socialista por los momentos. Llama la atención que dichos planteamientos son también acogidos por Trotsky, con quien Lenin se entrevista y con quien de seguro tramaba la vuelta al poder, considerando que Stalin y compañía fijaban otro rumbo, que sería el terror y la industrialización forzada.
Se entiende que la supuesta lucha a muerte entre Lenìn y Trotski no es del todo cierta. A Lenìn le sucede algo parecido que al padre de la patria, Simón Bolívar, guardando la distancia y los objetivos; el sureño, como diría Sucre, no fue el mismo antes y después de Boyacá; antes era el guerrero, el estadista, el hombre de la proclama y la acción; después del triunfo, fue víctima de la demagogia, los halagos, los buenos talles de hembra y el baile. El resultado fue que no veía como Santander y Páez, por generalizar, trabajaban para destruir su obra, la cual muy posiblemente era impráctica en aquel momento histórico. En su intento desesperado por asegurar el poder, comete sandeces como la constitución monárquica del Bolivia, tentado a la dictadura no consigue fuerzas sino odio; recluido en Santa Marta trama el plan: regreso de Sucre y la estrategia militar del fiel Urdaneta y otros allegados; mas no sabía que el gran Mariscal seria tratado con inquina por Mariño, quien le pasa factura ante lo que éste creyó fue traición del Sucre para con él en sus años mozos en el oriente venezolano, cuando era su preferido y le dio los primeros ascensos militares. La muerte de Sucre y el repliegue definitivo de Urdaneta, acaban una grandeza. En el caso Lenìn su hemiplejia y su pérdida casi de la voz, lo recluye en su pequeño apartamento; ya no es el mismo hombre de acción y energía, a pesar de su gruesa contextura, esto le impide asistir a las reuniones del partido y de gobierno, ocasión que aprovechan los desviacionistas para tramar sus inquinas; no obstante “traza un cuadro de conjunto de la situación del país, elabora un programa de acción y se esfuerza en imponerlo a sus colegas del Buró Político y del Comité Central” ( obra cit. Pág. 15). Consciente que los taimadotes le llevan una delantera “con la ayuda de sus íntimos, este gran enfermo, inquieto por la suerte de su obra, trama un verdadero complot. El corazón de la conspiración-la expresión es del propio Lenìn-está formada por una comisión privada que él ha constituido secretamente para investigar los acontecimientos sobrevenidos en Georgia, en los que han sido implicados altos dignatarios del partido” (ibidem.). La realidad estaba decidida para los dos grandes hombres, el retroceso se impuso en Rusia y el asesinato del Trotsky consolida definidamente la degeneración del socialismo en un capitalismo de estado, usufructuado por la nomenclatura, un élite que de hecho y no de derecho eran los beneficiarios del plus trabajo de los soviéticos. El mismo Lenìn plantea lo siguiente: “Las fuerzas del proletariado han sido agotadas por la creación del aparato administrativo, y añade que el proletariado ha perdido conciencia de clase , es decir, se ha desviado del camino de clase que constituye” (obra cit. Pág. 23) y alegaba que el partido es la más sólida raíz de la dictadura, lo que constituye un fenómeno aberrante con respecto a la teoría marxista; para reafirmar con otras palabras Trotski, diciendo: “La desmovilización del ejército rojo de cinco millones de hombres iba a jugar un papel considerable en la formación de la burocracia soviética” (obra cit. Pág. 27).
Se infiere por la acuciosidad de la investigación del inglés Moshé, que se debe dejar esa supuesta diferencia entre Lenìn y Trotski. Déjese que nos narre el historiador: En abril de 1922, Stalin es nombrado secretario general, gensek, en el lenguaje del partido. En ese momento, sigue siendo comisario para las nacionalidades y, durante algún tiempo, comisario para la Inspección Obrera y Campesina, cúmulo impresionante de poderes y competencias que, en aquel entonces, sólo el prudente Preobrajensky denunció con energía. A partir de este momento, ya no está muy lejos la materialización de la situación de Trotsky, al criticar el punto de vista de Lenìn sobre la organización del partido, que había previsto en 1903-1904: “La organización del partido ocupará el puesto del propio partido; el comité central ocupará el puesto de la organización; y, finalmente, el dictador ocupará la del comité central…”El único error de Trotsky fue considerar que el centralismo de Lenìn como un egocentralismo; las concepciones de Lenìn no ocultaban ninguna sed de poder personal y, en definitiva, la máquina política que Lenìn y Trotsky contribuyeron a construir se devolvió contra ellos” (obra cit. Pág. 35). Si Lenìn no muere la realidad hubiera sido otra; si Bolívar hubiese aceptado la proposición de Rafael Urdaneta de fusilar a Pablo Santander, la gran Colombia pudo haber sido una realidad.
Pero abusando de las citas se hace necesario entrever el acercamiento de esos dos grandes titanes rusos: Lenìn y Trotski. Lenìn “el 11 de octubre de 1992 llama a Trotski a conferenciar con él, especialmente de este problema (el monopolio del comercio exterior). Consciente de que Trotski es también defensor del monopolio, el 12 de diciembre le propone hacer causa común con él .Trotski respondió en el acto, pero aprovechó para plantear su antigua idea de reforzar el papel del Glospan (El organismo planificador del estado), especialmente en la regulación del comercio exterior. Lenìn insistió, en términos más cordiales, para que Trotsky se encargara de la defensa de su tesis común, cualquiera fueran sus diferencias con respecto al Glospan: “En cualquier caso, te ruego que en el próximo pleno tomes a tu cargo la defensa de nuestro común punto de vista”… El 15 de diciembre, Lenìn expones sus conclusiones: “Camarada Trotsky, creo que hemos llegado a un acuerdo en todo; te ruego anuncies al pleno nuestra solidaridad”. En una postdata añade que rechaza con firmeza toda tentativa de tergiversar y de aplazar el debate con el pretexto de su enfermedad y en espera de que él mismo participe de la discusión. “El aplazamiento, que hace totalmente inestable nuestra política en uno de los campos vitales, me preocupa diez mil veces más”. El mismo día, en una carta dirigida a Stalin y a los miembros del Comité Central, anuncia que ha tomado las disposiciones necesarias para retirarse, pero-y esto debió causar sensación entre los cekistas-también declara: “He concluido un acuerdo con Trotsky sobre la defensa de mis opiniones respecto al monopolio del comercio exterior”. Tanto en el Comité Central como en el Buró Político, el problema de la sucesión preocupaba secretamente a los dirigentes. Trotsky, que acababa de ganar puntos gracias a Lenìn, no logró más que suscitar una mayor hostilidad entre los antiguos compañeros de éste en la emigración o los antiguos militantes clandestinos del interior. Los viejos, a los ojos de los cuales Trotsky sólo era un intruso arrogante e insoportable, cerraron filas después de la carta de LENIN. En el curso de estas jornadas empezaron a aparecer los perfiles del triunvirato: Stalin, Kamenev y Zinoviev y en el deseo de cerrarle el camino hacia el poder. Lenìn, en realidad, había ido todavía más lejos en otra postdata de su carta, donde reafirmaba su oposición a todo aplazamiento, seguro como estaba, decía de “que Trotsky defendería sus opiniones tan bien como lo hubiera hecho él mismo. Tales palabras no podían menos que aumentar la tensión y hacer crecer la desconfianza y las envidias en el seno del Buró Político”. La cita extensa corrobora que en el fondo lo humano truncó un proceso, igual que Mariño cerrándole la frontera al Gran Mariscal de Ayacucho, todo gloria y verdadero estadista, en el caso de Venezuela; quien pudo ser el verdadero heredero de Bolívar.
PARA COMENZAR EL DEBATE
El chavismo no es socialismo. Se está en presencia de un gobierno que con la renta petrolera ha impulsado un gasto social, que no con eficiencia; usa categorías alegres de marxismo y en el fondo ha creado un nuevo bloque económico. El capitalismo de estado de Chávez está muy lejos de la concepción de LENIN en sus reflexiones sobre La nueva política (NEP); en Rusia se trataba de una respuesta dolorosa ante la evidencia, aquí de una continuidad histórica de saqueo público. Aunque inicialmente Lenin pudo creer en el derrumbe inminente del capitalismo; tampoco se olvide que Lenin también reafirmaba, que la suerte del socialismo en Rusia estaba supeditada al triunfo del socialismo en otro país europeo de mayor desarrollo económico.
El capitalismo sufre en la actualidad una metamorfosis. La reunión en Rusia del Bric, abogando por la reestructuración del sistema financiero, sólo indica que las nuevas unidades estratégicas de negocio del transnacionalismo están en marcha.
Los intelectuales no tienen por qué plegarse de manera automática a ningún proceso. La dicotomía del trabajo manual e intelectual, no debe implicar desconocer que ser intelectual es un trabajo, como la del obrero. Ni obreros ni intelectuales en cualquier sociedad desaparecerán. El Che Guevara tiene mucho de mito, el cual contrasta con la realidad de su ejecutoria económica en el Banco Central de Cuba, valga la anécdota de cómo fue designado para esa cargo: Fidel preguntaba en un directorio quién era economista, el Che medio dormido entendió quién era comunista; y así lo designaron. Como apunta René Dumont en Cuba (Intento de critica constructiva) el Che no comprendía el peligro del superconsumo rural, con sus existencias limitadas y su importación reducida; ni el mediocre sistema de impuestos que quedaría reservado a los bienes duraderos, que representan una muy débil proporción de los gastos obreros. En sí, el Che estaba muy adelantado con respecto a su tiempo; ideológicamente, ya se creía en la etapa del comunismo.
Hay que profundizar más entre las diferencias de Lenin y Trotsky, la realidad parece ser mucho más compleja como se ha referido en el interesante libro de Moshé Lewin El último combate de Lenìn; ambos hombres entendían la necesidad dolorosa de buscar capitales transnacionales, aupar al campesinado con sus pequeñas propiedades, imponer una verdadera federación y controlar férreamente el monopolio del comercio exterior, todo sintetizado en la Nueva Política (Nep), la cual Trotski secundó.
El Psuv es una caricatura, sólo hay que ver la talla de dirigencia que tiene. Dicho partido no es más que la síntesis del pensamiento ceresolista: pueblo, líder y revolución; allí no hay vanguardia, sino meros oficiosos del activismo ciego y de aprovechamiento. La izquierda venezolana tiene un gran reto: cómo armar un partido que haga pelea a la hegemonía chavista y la herencia de Petkoff y compañía. Chávez no da pelea al imperialismo; es un tigre de papel como apuntaría Mao. No se olvide que el populismo de cual laya debe mantener la expectativa del enfrentamiento y la movilización; mas trastienda negocia con sus supuestos enemigos. Creo que es tremendismo decir que la caída de Chávez significará una vuelta de gorilas a lo Cono Sur. Aunque el decadentismo venezolano es evidente, la sociedad rumorea con una identidad nacional perdida; aun así el sentir democrático, más allá de su enajenación es un hecho; por lo que veo muy difícil una vuelta del militarismo en el país. Lo real concreto es que la salida de Chávez si evitaría que las fuerzas productivas sigan en picada y la cultura de la pobreza se imponga con el modelo cubano.
El chavismo pulveriza la clase obrera, la fracciona, crea una federación; les habla de una mítica unidad, cuando las divergencias y las diferencias son la nota en todo proceso humano; de ese modo diluye la lucha obrera y la confunde. El chavismo con sus versiones prácticas de misionismo, consejos comunales, cooperativas y empresas de producción social; que no aportan casi nada al producto interno bruto; son los mecanismos que operativizan el control social de la nueva hegemonía asentada en Miraflores. Se ha ido conformado lo que bien puede llamarse el feudalismo postmoderno a la venezolana: consejos comunales, cooperativas, centros de diagnóstico social, aldea bolivariana; unidad del partido en la cuadra, es decir, usted nace, crece y morirá en el barrio o la residencia; mientras una elite de intereses, conformada por los supuestos héroes de una revolución que nunca existió, la burocracia, los militares afectos y los dirigentes políticos del proceso, le sirven de soporte, cual columna a la boliburguesía, para loas de Chávez, Fidel y demás amigos del transnacionalismo, que ahora es el Brasilero, el Chino y unos que otros emiratos árabes.