Opinión Nacional

En panamá.

Cuando arribé al aeropuerto Tucumen a las nueve de la mañana, sentí algo similar a una aceleración, como cuando le cambian la revolución a la canción que uno está escuchando, pasándola de 33 a 45 revoluciones por minuto. Muchísima gente con rostros alegres, mirando y comprando en los duty free, y unos cuantos venezolanos conocidos saludándonos y manifestándome que se habían abierto a los negocios en el país de Rubén Blades porque percibían mas garantías y mas transparencia en el quehacer económico en ese país cuyo calor del sol es un poco parecido al calor de mas alta calidad del mundo, el de Maracaibo, y así lo comentaba con  Yunior Perozo, un joven  prospectos de Grandes Ligas, oriundo Ciudad Ojeda, quien estaban de transito y se dirigía  a la academia de los Yanquis de New York en la República Dominicana…En Cartagena de Indias. La tranquilidad y lo acogedor de esta ciudad amurallada me causaron el segundo buen impacto de este viaje que hice para participar en el Encuentro Latinoamericano de Pueblos Indígenas y Gobiernos sobre Infancia Indígena y Trabajo Infantil, en representación de Fedecamaras, a petición del presidente Noel Álvarez. Los detalles positivos de Cartagena me causaron muy buena impresión: sus universidades, centros culturales, museo de arte moderno, centro de convenciones, infraestructura hotelera, iglesias, calles, artesanía, murallas, plazas, playas y sus coches antiguos halados por caballos que en su conjunto nos dan una muestra global del empuje y de la magnifica faceta cartagenera…El primer impacto fue como un oper kot. Fui a una casa de cambio, entregué un billete de 100.000 bolívares (100 BsF) y lo que me dieron a cambio fue un billete de 20.000 pesos, lo cual me dejó medio grogui y me vino a la memoria dos cosas: una, las compras que antes podíamos hacer en Maicao cuando el bolívar era fuerte y valía de verdad. Y la otra, me acordé de Rodrigo Cabezas, cuando siendo ministro nos prometió que con la eliminación de los tres cero, el bolívar iba a ser mas fuerte que el hierro de Guayana, pero la dura realidad nos demuestra que está mas aguaito que un trozo de hule…El encuentro. Fueron tres días de debates, merecidos y justificados, por el solo hecho de que muchos pueblos indígenas han logrado mantener, a pesar de todos los avatares, sus formas de organización, formas de vida y culturas propias únicas, siendo al día de hoy, parte fundamental de la diversidad cultural del planeta. Se esbozó una vez más que las demandas de los satisfactores de sus necesidades son propias de cada pueblo y diferentes de la sociedad envolvente; y esta diferencia es lo que hace que los pueblos indígenas deban tener el derecho de participar y controlar las acciones que les afecten y como consecuencia controlar su presente y su futuro… Objetivo cumplido.  Con la asistencia cercana de 200 participantes se logró establecer un espacio compartido de reflexión en el que gobiernos, pueblos indígenas, organizaciones de empleadores y organizaciones de trabajadores, analizamos la situación de la niñez y adolescencia indígena desde la perspectiva de sus derechos individuales y colectivos, de su educación y formación como persona y para el trabajo y de la prevención del trabajo infantil en sus formas inadecuadas. Asistieron varios ministros y representantes gubernamentales de varios países y se contó con el apoyo de instituciones, como: ONU, Unicef, OIT, OEI, Aecid, CAN, Sisca, entre otras, y se lograron conclusiones con las cuales se espera concretar el eslogan: De la declaración a la acción…

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