En los abismos
Una de esas ejemplares encuestas, de las que los Schemmel, Seijas y Chacón son pudibundos arquetipos, señala que más del 86% de los venezolanos no quiere polarizar. Poco falta para que reclame airado por la traición de los denunciantes. Pobre Venezuela: ya caíste en los abismos.
No uno de esos burros peludos, crudos y con pezuñas que según Rómulo Betancourt un político debía estar preparado a zamparse en cualquier momento y sin emitir un solo eructo en función de las circunstancias: lo que nos estamos zampando desde hace unos días es una recua completa de burros carupaneros, baqueanos incluidos. Y hasta hoy no hemos escuchado un solo eructo. Ni siquiera un hipo asambleario. Los venezolanos, particularmente los de sus élites políticas, nos hemos convertido en unos auténticos tragaldabas. Ni Heliogábalo, el despreciable emperador romano, conocido por sus proverbiales y voraces perversiones.
¿Cómo enfrentaremos a nuestra humilde posteridad cuando nos demanden por haber permitido un gobierno tan despreciable, tan inmoral y tan inescrupuloso, sobre todo después que dos de sus encumbrados soltaran prenda y expusieran con lujo de detalles, urbi et orbi, la retahíla de inmundicias, atropellos, crímenes y estupros cometidos por nuestro Heliogábalo a vista y paciencia de 28 millones de compatriotas?
Porque no podremos disculparnos mirando a las nubes y diciendo, como lo hicieran millones y millones de alemanes después que los aliados destaparan el horror del Holocausto, que “no lo sabíamos”. Quien no oyó ni vio en vivo y en directo las declaraciones de Aponte Aponte y de Velásquez Alvaray ha tenido ocasión de seguirlas por internet, leerla por los medios, topárselo en la red o comentarlo hasta la saciedad en corros y encuentros. ¿O hay algún venezolano que no sepa que Chávez le ordenó a ambos miembros del TSJ que metieran preso a Rosales, acorralaran a Franklin Brito, sometieran a la oposición a una dieta de sal y agua y se defecaran sobre la Constitución y todos los códigos?
Y ahora resulta que el discreto encanto de nuestra oposición se ofende porque un colombiano mete mano en nuestra masa, las buenas conciencias reclaman airados por la injerencia extranjera en nuestros asuntos internos y hasta podrían señalar con medido rubor y discreta entonación – no vaya a escucharlos el gobierno – que “los trapos sucios se lavan en casa”. El rollo es que hasta ahora no se vislumbra quien quiera lavarlos. Y los que hubieran querido, fueron repudiados antes, durante y después de las primarias. Ya escucho a los consejeros áulicos diciéndose: “hay que ser bien bolsa para airear los desafueros presidenciales, ahora que está enfermito y podríamos espantar votantes”.
Una de esas ejemplares encuestas, de las que los Schemmel, Seijas y Chacón son pudibundos arquetipos, señala que más del 86% de los venezolanos no quiere polarizar. Poco falta para que reclame por la traición de los denunciantes. Pobre Venezuela: ya caíste en los abismos.