En la senda del liberalismo auténtico
Sin duda Álvaro Vargas Llosa ha ocupado en América latina el lugar de Carlos Rangel. En su época, también fue un campeón del pensamiento liberal de alcance universal. Y también tuve el privilegio de tratar a Carlos, aunque en sus últimos años. Mediaban los ’80. Había yo devorado su “Buen Salvaje” y su “Tercermundismo”, y encarpetaba sus artículos. Carlos conducía un programa de TV, el primero de su género en sintonía … Eran otros tiempos, cuando Carlos unió sus esfuerzos a los de Manuel Cartea y Carlos Ball, e invitaron a Sir Karl Popper, y al Premio Nobel Friedrich Von Hayek, a quienes tuvimos en Caracas.
Con Néstor Suárez publicamos por entonces nuestro primer libro, y Carlos tuvo la gentileza de invitarnos un par de veces a su programa. Me impresionaron profundamente su claridad de pensamiento y lucidez de juicio, su objetividad intachable, y su constancia valiente, fiel a la verdad aún contra la corriente hegemónica. Y su paciencia para investigar rigurosamente uno a uno los palpitantes problemas, relacionarlos sin confundirlos, y rastrear su filiación en la historia de varios continentes -quizá a siglos ya lejanos- hasta dar con sus remotos orígenes. Sin tomar sus consecuencias y menos sus síntomas por sus causas. Y su prosa, brillante para describir y explicar con elegancia. Carlos era también maestro en el arte de combinar disciplinas intelectuales, periodista incisivo y polemista temible. Su integridad es aún legendaria, por rara en un medio en el cual de la intransigencia se hace defecto, y de la inconsecuencia, virtud.
Y encuentro en Álvaro Vargas Llosa las mismas cualidades. En su caso, las aplica a los problemas de hoy y del futuro. Y retrospectivamente, también a los de los ’90 y ’80 y más atrás.
El libro
Penetrante, macizo y muy bien documentado, corre en dos pistas: una edición en español, otra en inglés. (Y hay las demás que vendrán, seguramente.) Arranca de frente con la pregunta ¿Por qué fracasaron las reformas “neoliberales” de los ’90 en América latina? Respuesta: porque los “cinco principios de la opresión”, permanecen incólumes e intocables, vigentes incluso desde antes de Colón. Respuesta que lo lleva a la otra pregunta: ¿Por qué antes de los ‘90 fracasaron también los experimentos populistas, y todas las recetas de la izquierda, desde la “centromoderada” hasta la más delirante? Igual respuesta.
El libro marca un hito, y servirá como referencia señera en el futuro. Entre sus principales y valiosos méritos, permítame Ud. destacar:
1) Diagnóstico. El primero y más resaltante es haber desnudado y puesto en clara evidencia y con precisión los cinco grandes males de América latina:
— corporativismo, tratamiento dado a la persona individual no como tal, sino en cuanto miembro de su casta, grupo, categoría o asociación, colectivo que es objeto de primaria atención;
— privilegios discriminatorios, repartidos o negados según se pertenezca o no a una corporación;
— mercantilismo de Estado, repartidor y árbitro supremo de los privilegios que da y quita;
— transferencia de riqueza ascendente, desde la base social a la cúspide privilegiada;
— ley como herramienta política, al servicio de las corporaciones privilegiadas y su parasitismo, del cual el Estado es instrumento.
En cada uno se nos muestra un interjuego de factores culturales por un lado, e institucionales por otro, que impiden la creación y distribución de la riqueza del modo más justo, efectivo, equitativo y natural: a través de los mercados libres. Son las cinco causas del subdesarrollo, que se supone buscaron una tras otra varias generaciones de académicos, cuando los sucesivos auges del “cepalismo”, el “take-off” (despegue), el “dependentismo”, y el “crecimiento hacia fuera”. Al parecer ninguna de ellas las encontró, ya que todas estas teorías tuvieron oportunidad de ser experimentadas -supuestamente para sacarnos del estancamiento y el atraso- desde Gobiernos de todo signo y color, y multicolores Parlamentos, en cada nación, con resultado negativo. ¿Qué no hay experimentos humanos? Vea Ud. América latina …
2) Semejanzas y diferencias. Otro gran mérito del libro es mostrarnos los asombrosos paralelos y similitudes entre los países de nuestro subcontinente, sin perder de vista las singularidades cuando las hay. Se corrige así esa miopía de los “nacionalistas” que pretenden respuestas “absolutamente originales” … y siempre terminan reeditando el marxismo. Como los arqueólogos revisan una a una las capas superpuestas de la superficie terrestre, Álvaro nos describe vívidamente y explica -con tremendo poder de síntesis- cómo estos mismos cinco malos principios operaron conjuntamente, superponiendose sus efectos en sucesivas fases o etapas: en la era prehispánica, en la Iberia que nos “descubrió” y conquistó, y después en las Eras Colonial y Republicana, y a lo largo del siglo XX. Y con repeticiones; nuestros países se parecen mucho a esos cines multi-salas de los centros comerciales: mientras en una sala pasan un rollo de la película, en la contigua pasan el anterior, y en la de al lado el siguiente. Y después repiten los rollos, para nuevas generaciones de espectadores. ¡Pero la película es la misma!
Y es bien mala: el encierro en el mercantilismo -“caracoliano” lo llama Álvaro- con reiteradas fugas a la izquierda, que sólo empeoran las cosas.
3) Libertades no son privilegios. Otro mérito: poner el corporativismo y los privilegios corporativos a la cabeza del sistema mercantilista de Estado, del cual la redistribución ascendente de la riqueza es su más perversa consecuencia, y la ley política su principal instrumento. Implicación muy importante: el liberalismo defiende libertades individuales; el mercantilismo, privilegios corporativos.
Esta distinción es vital para aquellos liberales quienes no rehusamos vernos en la derecha, por creer la libertad inseparable de la verdad, y por defenderla como piedra angular de un orden, el orden justo; lo cual nos pone en la misma vereda que algunos conservadores, los del estilo del inglés Edmund Burke, del s. XVIII. Queremos sin embargo una clara divisoria de aguas con el mercantilismo, esa versión derechista del estatismo, tradicional en América latina. Y con agudeza, Álvaro la expone.
4) Esto no es sólo acerca de Economía y Política; hablamos de Moral. Los cinco principios opresivos de que el libro trata, son males económicos, y también políticos, pero algo más. Son taras mercantilistas frontalmente contrarias a la Ética más elemental, por sus antihumanas consecuencias en lo económico y en lo político, las cuales el libro estudia exhaustivamente. Pero desde la primera a la última página, el mercantilismo se describe como lo que es: un sistema esencialmente inmoral antes que nada; en la Colonia, en la República, en el siglo XIX o en el XX, en los ’70 o en los ’90.
También tenemos que agradecer a Álvaro porque al identificar estos cinco principios ha puesto la discusión en el terreno al cual pertenece, donde debe estar.
Y no por ello deja de ser un libro ortodoxamente técnico. Pero, ¿quién dijo que lo técnico no tiene que ver con lo ético? (Aunque no es “tecnicista”: el Capítulo II trae una potente crítica al manejo de las estadísticas.)
5) Denuncia y deslinde. También se nos enseña cómo los cinco principios opresivos permanecieron desapercibidos a los reformadores neoliberales de los ’90. Otro mérito: la valiente y esclarecida denuncia del mal llamado “neoliberalismo”, ese disfrazado, el peligroso impostor que en realidad es neo estatismo, o la continuación del estatismo por otros medios. Ya desde el subtítulo de su libro, Álvaro le equipara en responsabilidad con la izquierda.
Y sin desconocer logros cuando y donde los hay, nos da una muy realista descripción de las limitaciones y estrechos contornos de las reformas de los ’90: privatizaciones fiscalistas y monopolistas; multiplicación de las reglamentaciones obsesivas; crecimiento del Estado en funciones, poderes, gastos y endeudamiento. Una versión “aggiornata” y pretendidamente “científica” del mercantilismo. Pasamos una década de reformas “de mercado”, supuestas a lograr lo contrario de lo que realmente nos dejaron: los pobres quedaron igual o peor, la economía exhausta, y la justicia siguió sin aparecer.
Y lo peor de todo: nos echaron encima la pesada herencia de una confusión ideológica y política muy dañina y paralizante, un “quid pro quo” (una cosa por otra), que mucho mal le hace al genuino liberalismo; y por consiguiente mucho bien hace el ajuste de cuentas y deslinde definitivo.
6) El hoy por hoy. “En esta década vivimos la resaca de la anterior”, escribe Álvaro, aludiendo a nuestros días. Su libro nos ayuda en alto grado a explicarnos muchas de las razones del triunfo de las izquierdas, que hoy sigue al fatídico legado de los ’90: “corrupción y nihilismo”, descritos en el Capítulo IV. Ahora las nos retrotraen a los ’70, a pasar de nuevo ese rollo. Para colmo en un contexto mundial muy desmejorado por el neoestatismo que se nos dispara desde el Primer Mundo, retratado por Álvaro en su Capítulo III, sugestivamente titulado “Balas amigas”. Pero muy remozadas las izquierdas, recién bañadas y perfumadas, cambiadas de ropa: desde Andrés Manuel López Obrador en México hasta Kirchner en Argentina, pasando por el inefable Chávez, sucesor del Emperador Fidel I. Y los Humala, que se presentan ahora como si el Perú no hubiera tenido ya suficiente nacionalismo antiimperialista, militarista e indigenista (¿o “multicultural”?) con un Velazco Alvarado o un Alan García en el Gobierno, o Sendero Luminoso y el MRTA en la oposición.
“Rumbo a la libertad” es imprescindible lectura para entender por qué ocurre esto que vemos. Como decían los castellanos viejos: “De aquellas aguas, estos lodos.”
7) Los cinco principios de la liberación. Otro mérito: por contraste aunque muy claramente, se nos dejan ver los cinco principios respectivamente opuestos, los de la verdadera “liberación”:
— individualismo: derechos concebidos de modo general y universal, y no como inherentes a la pertenencia a determinada casta, grupo, categoría o asociación colectiva;
— igualdad de derechos, en ausencia de privilegios discriminatorios de cualquier tipo;
— capitalismo liberal y de mercados en lugar de mercantilismo de Estado;
— circulación de la riqueza según los mismos medios y canales conforme a los cuales esta se crea, que son los factores productivos y empresas en abierta competencia de mercado;
— ley justa en lugar de ley política: legislación como principio de conducta justa, tal y cual esta es efectivamente practicada voluntariamente y en paz, más allá del constructivismo gubernativo, que al convertirla en expresión del designio político, la divorcia de la realidad cotidiana.
Así el libro nos muestra los fundamentos de un programa genuinamente liberal, con base en …
8) La tradición liberal, no ajena a los latinoamericanos. El liberalismo existió mucho antes de Adam Smith y la Revolución Industrial en Inglaterra. En su Capítulo V Álvaro nos muestra todas sus raíces, incluso las judeocristianas. Y no sólo el calvinismo protestante -según la conocida tesis de Max Weber- sino también la muy católica Escuela de Salamanca, mejor llamada Escolástica hispana, de los siglos XVI y XVII. Y sus ancestros ibéricos, que remontan a los fueros de los reinos visigóticos, a las Siete Partidas del Rey Alfonso X el Sabio (s. XII), y a los comentarios de los tratadistas judíos y musulmanes de la Península.
Es mi opinión que investigando en este rumbo, podemos encontrarle al pensamiento liberal un contexto filosófico y moral más propio, mucho más blindado y más fértil. Podemos así levantar eficazmente las objeciones contra el capitalismo, que son más morales que económicas; y no podemos responder a objeciones morales con argumentos económicos. Pero además de eso, que no es poco, podemos contar con las objeciones morales contra el estatismo -de derechas o de izquierdas-, que son irrefutables.
Claro, podemos encontrar sorpresas. P. ej. que el motor del capitalismo no es tanto la deuda y el crédito -como se nos dice- sino el ahorro. Porque sin ahorro -capitalización- no hay préstamo sano, sino esa antieconómica expansión artificial del crédito “barato” (relativamente), por medios y con fines políticos, que nos tiene a todos permanentemente endeudados. Se basa en la creación de dinero bancario mediante el sistema de reserva fraccionaria, que permite a los bancos cubrir sólo una parte de los depósitos, quedando insolventes por el resto. Es un vulgar fraude, otra gran inmoralidad, perpetrada mediante un privilegio otorgado a las corporaciones bancarias, que las hace cómplices y cobeneficiarias del Estado en esa masiva transferencia de riqueza que hace la moderna economía inflacionaria; y es a través de unas de las leyes más políticas: las de bancos y empresas financieras. Cada grupo político que puede, cuando llega al poder genera una falsa e ilusionaria “reactivación”, creyendo que no habrá posterior fase depresiva, o esperando que le sobrevenga al siguiente Gobierno, lo cual a veces pasa; pero así es como se nos descapitaliza y empobrece a las mayorías, y no como la izquierda nos cuenta.
9) El Programa a futuro. ¿Y cuál es la solución? (No digamos “¿Qué hacer?”, para no evocar el mal recuerdo de Lenin.) Los últimos capítulos, luego de recorridas geografía, historia, economía, derecho y política de América latina -con un pormenorizado conocimiento de todos los países, producto de años de investigación-, nos destilan cuatro puntos:
— lo primero, derogar las leyes malas;
— “empoderar” jurídicamente a los informales, observando y registrando cuidadosamente los medios de realizar sus actividades y resolver sus disputas -si no son intrínsecamente criminales-, tomando de allí el modelo para las nuevas leyes, en caso de ser necesarias;
— y una reforma judicial que nos brinde tribunales no politizados, idóneos e imparciales, eficaces y diligentes, y poco costosos.
Y todas las medidas de esta verdadera reforma, no por etapas, sino simultáneamente, un aspecto que es crítico. Acompañadas con un programa privatizador para …
10) La transición -el “aterrizaje amable”-, destinado a auxiliar quienes transitoriamente no están en capacidad de valerse por sus medios propios. Pero mediante su capitalización:
a) privatizaciones populares de las empresas del Estado, a través de acciones;
b) y de los hospitales, cajas de previsión y escuelas del Estado, a sus profesionales empleados y trabajadores -médicos y enfermeras, profesores y maestros, personal administrativo y obrero, etc.-; complementada con la ayuda asistencial a los usuarios más pobres a través de de cupones.
Estoy seguro que le estamos muy agradecidos a Álvaro Vargas Llosa todos quienes en nuestra América y el mundo, y por encima de las fronteras nacionales, generacionales y vocacionales, nos comprometemos con él en esta lucha por la verdad, la justicia y la libertad, por un mañana mejor y más digno para todos. Con todo respeto le insisto: lea Ud. el libro; de otro modo, ¡Ud. se lo pierde!
(%=Link(«mailto:http://albertomansueti.tripod.com»,»Site del autor»)%)