En la busqueda del paradigma
En cierta manera, toda organización requiere la concepción de un paradigma que le permita abordar su acción con la confianza de una visión firme. Si bien los objetivos propuestos constituyen los logros que se establecen para ser alcanzados, en los paradigmas encontramos ese lema que nos permite convertir en acción al método. De alguna manera, el paradigma se constituye en el principio activo del pensamiento organizacional.
Para Edgar Morin, autor que ya hemos celebrado en otros artículos, puede definirse paradigma, como un principio de distinciones, relaciones y oposiciones fundamentales entre algunas nociones matriciales que generan y controlan el pensamiento, es decir, la constitución de teorías y la producción de los discursos de los miembros de una comunidad científica determinada. Por ello, detrás de cada paradigma se esconde una matriz epistémica.
Ésta matriz epistémica es el trasfondo existencial y vivencial; la fuente que origina y rige el modo general de conocer, propio de un determinado período histórico-cultural y ubicado también dentro de una geografía específica, y, en su esencia, consiste en el modo propio y peculiar, que tiene un grupo humano, de asignar significados a las cosas y a los eventos, es decir, en su capacidad y forma de simbolizar la realidad.
A pesar de estar en plena conformación para analizar y entender la realidad del entorno y todo cuanto en él ocurre, ese nuevo paradigma epistémico presenta, entre las tendencias que lo nutren, una revalorización del aspecto subjetivo en todo conocimiento, que no es más que una revalorización de lo humano sobre la mecanización de la razón. De este modo, el entorno actual, el medio contextual en el que insertamos la actividad humana y dentro de ésta la administrativa, ha sufrido profundas transformaciones, que han cambiado su aspecto o fisonomía tangible a la par de la manera en que la ciencia la explica. Estos cambios y transformaciones teóricas y empíricas del entorno, se resumen en dos categorías analíticas, para cada uno de los planos: la Postmodernidad y la Globalización.
Un tipo particular de organización, puede implicar un tipo igualmente particular de administración, tal como lo plantea el enfoque situacional de la administración. Si se acepta que la noción de organización, establece el logro de determinados objetivos, desarrollando para ello acciones o actividades coordinadas y estructuradas, la naturaleza empresarial, comunitaria o no gubernamental de la organización, comporta criterios y valores que guiaron su creación y constitución inicial y que por ende, debe estar presentes en la toma de decisiones y en el proceso administrativo. El «qué» y el «para qué» de la organización, definen el «cómo», esquema específico de organización adoptado, así como el tipo de administración a desarrollar.
Pero al igual que ocurre en todos los sistemas humanos, las variables culturales y en forma mas precisa, el perfil de la cultura, es un factor de capital importancia a la hora de establecer el paradigma organizativo, ya que este requiere ser asumido como valor por parte de la organización que lo aplique como el lema asertivo que impulsa y motiva su acción.
Rector de la Universidad Bicentenaria de Aragua