En defensa de Briceño Iragorry
No hemos tenido suficiente con el derribo de las estatuas de Colón, la exaltación al Panteón Nacional del dictador Cipriano Castro y la reinvención de personajes como Ezequiel Zamora, terrateniente y amo de esclavos, en furibundo dirigente social y popular. De paso a Bolívar lo asesinaron y todavía no damos con el magnicida. Y todo lo que pasó en la IV República merece estar en el olvido. El poder, desde su ignorancia y arrogancia, dicta las pautas de cómo comprender y conocer nuestro pasado.
Y ahora, de acuerdo al Gobernador de Trujillo, identificado con el proceso para más señas, nuestro Mario Briceño Iragorry (1897-1958), uno de los principales y fundamentales hombres de letras y cultura, además de insigne historiador, es sospechoso de formar parte de la corriente contrarrevolucionaria.
Se le acusa de servidor complaciente del gomecismo y de haber escrito una historia del país donde la herencia y los aportes hispanos son tomados en cuenta. Ante esto hay que responder que las circunstancias del momento en su juventud hicieron de Briceño Iragorry un funcionario de la dictadura gomecista, mas luego sus escritos y acciones públicas, le desmarcaron de la misma y fue uno de los intelectuales de mayor valía en contribuir en la transición hacia la democracia. Y para muestra, el exilio que tuvo que sufrir luego del ascenso al poder de la dictadura de Pérez Jiménez.
Sobre la supuesta identificación hispanófila de Briceño Iragorry hay que decir que fue valiente y uno de los primeros en irrumpir en contra del credo historiográfico nacionalista que estableció como tabú el señalar algún merito a los aportes hispánicos. Obras como: Casa León y su tiempo, El regente Heredia, El caballo de Ledesma, Los Riberas y Tapices de Historia Patria constituyen una contribución lúcida y fecunda para comprender desde una postura amplia la diversidad de nuestras raíces. Sus obras, cultas y reflexivas, le han permitido a una buena cantidad de historiadores del país acercarse a nuestro pasado desde una posición generosa, inclusiva y crítica.
Así que no entendemos, y mucho menos podemos estar de acuerdo, con éste inmerecido ataque y descalificación a la memoria de éste ilustre pensador e intelectual venezolano, ejemplo de civilismo y cultura pro venezolanista.