Opinión Nacional

Elecciones y abusos

Las recientes elecciones municipales en Venezuela se caracterizaron por un enorme y descarado ventajismo del gobierno, que utilizó ilegalmente todos los recursos del Estado, la amenaza y la intimidación de los empleados públicos y de los residuales medios de comunicación independientes. En efecto, los líderes de la oposición, empezando por el propio Capriles, fueron mediáticamente “silenciados” y además insultados y amenazados, con la complicidad de un poder judicial controlado por el régimen.

En este marco con el árbitro electoral parcializado y con una abstención del 41%, el gobierno y sus aliados obtuvieron el 49% de los votos populares en todo el país y la alianza opositora MUD y sus aliados el 43%. Sin embargo el 8% restante es un voto básicamente de oposición al gobierno. Por tanto se puede afirmar que el país sigue dividido en dos partes relativamente equivalentes. Pero, respecto a las precedentes elecciones municipales del 2008, es evidente el debilitamiento del voto oficialista y el fortalecimiento de la alternativa democrática. En efecto, de las 337 alcaldías del país, el gobierno controlaba 265 y ahora ganó sólo en 242, mientras la oposición de las 51 que tenía, obtuvo el triunfo en 75. El crecimiento en número de concejales fue exponencial de 200 subió a 800. Además la alternativa democrática gana en la mayoría de los centros urbanos más poblados y relevantes, incluyendo Caracas, Maracaibo, Valencia y Barquisimeto. Por primera vez, desde 1998, la oposición ganó en Barinas, la capital del Estado natal de Chávez. En cambio, el gobierno mantiene su fuerza básicamente en las regiones rurales más dependientes económicamente del Estado petrolero. Hace apenas un mes, las encuestas daban una ventaja importante a la oposición, pero las recientes medidas económicamente irresponsables, como la reducción de precios “manu militari” de electrodomésticos y otros productos, favoreció electoralmente al gobierno, entre una población de cultura populista y afectada por una inflación galopante.

En una democracia normal, la división del electorado en dos partes más o menos parecidas, crearía las condiciones para el diálogo y la negociación. En cambio en Venezuela, el gobierno ha inmediatamente despojado inconstitucionalmente a las alcaldías de la oposición más relevantes de atribuciones, presupuesto y bienes, insultando y desconociendo al pueblo que votó por los alcaldes ganadores, pero para agregar el insulto a la ofensa creó cargos para sus candidatos perdedores con las competencias y los recursos “confiscados” a las alcaldías perdidas. Son una especie de “gauleiters” nazi o procónsules romanos en pleno siglo XXI. Además ha recrudecido la campaña de deshumanización de los líderes de la MUD, que también recuerda al “untermensh” nazi y a los “gusanos” del castrismo. También ha incrementado la campaña de amenazas de encarcelamiento contra los líderes de la oposición. El país camina cada vez más hacia una dictadura con maquillaje electoral. La situación socioeconómica empeorará considerablemente después que se acaben los tradicionales jolgorios de la época navideña, junto con los el dinero repartido en los “aguinaldos” de fin de año. Para febrero, se prevé una nueva devaluación oficial de la moneda, ya devaluada ampliamente en el mercado negro y un aumento de la inflación, del desempleo y de la escasez. Frente a la grave crisis socioeconómica en puertas, el gobierno tiene dos caminos: la rectificación pragmática que implicaría el diálogo con el sector privado y una reducción del enfrentamiento con la oposición o profundizar la estatización de la economía y aumentar la represión de la oposición. Sin embargo, este segundo camino es, a mediano plazo, insostenible. La centralización y la colectivización total de la economía manejada por una burocracia ineficiente, incapaz y corrupta en el marco de una infraestructura deficiente, crearán las condiciones para un colapso en el sistema de importación, producción y distribución de productos, en particular de alimentos. Recordemos que ni siquiera los eficientes burócratas prusianos de la fenecida Alemania comunista lograron hacer funcionar el sistema colectivista. Cuba se ha mantenido, en medio de la miseria, por múltiples factores: se trata de una isla donde el castrismo llegó al poder con las armas después de una sangrienta y corrupta dictadura; la población cubana nunca conoció una verdadera democracia; la Guerra Fría y los acuerdos Kennedy-Kruscev después de la crisis de los misiles de 1962. Sin el subsidio de US$5000 millones anuales de la URSS y más recientemente la equivalente ayuda venezolana, el régimen castrista hubiese caído hace tiempo. Por eso, Raul Castro, anticipándose al eventual fin del subsidio venezolano, ha emprendido el camino de la apertura hacia el mercado y las inversiones extranjeras.

El régimen venezolano, sin el carisma del caudillo fundador, con una chequera petrolera disminuida y una alternativa democrática fortalecida, ha ingresado en el camino de una inexorable decadencia. Pero, si Maduro permanece en el camino autocrático de la represión, es importante que la comunidad democrática internacional reaccione frente a la grave violación de la democracia y los derechos humanos. “Vigilia pretium libertatis”.

 

 

 

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