Elecciones legislativas 26 S (I)
No hay la menor duda que las elecciones del domingo 26 de septiembre son claves por lo que está en juego, nada más y nada menos que el Parlamento, Congreso o Asamblea Nacional, nos referimos a uno de los poderes más importantes justamente por el rol que tiene no sólo como poder e instancia de contrapeso frente al Poder Ejecutivo, sino fundamentalmente por ser el órgano encargado de forma específica donde se elaboran las leyes, además de ser el cuerpo colegiado que le corresponde intervenir en la selección e integración de entes como el CNE, el TSJ y otros.
Los venezolanos debemos comprender que estas elecciones se darán en el país en un clima de total anormalidad justamente por el desequilibrio existente entre gobierno y oposición, de allí la relevancia de las elecciones parlamentarias como posibilidad de reequilibrar el desajuste en términos de fuerzas en el seno del Parlamento. Este gobierno no sólo ha tenido recursos por doquier, tal vez parte de su fracaso aparte de no tener metas claras y limitarse a usufructuar el poder, verdaderos programas de gestión, no ha tenido limites, no ha contado con una bancada de diputados que haga contrapeso a los dislates y excesos del oficialismo.
La democracia en Venezuela tiene que redefinirse en función de su esencia y valores universales, nos referimos al pluralismo, la tolerancia, el respeto por el disidente o minoría, unido a gestiones públicas transparentes y con logros, es inaceptable las cifras en materia de inseguridad, desempleo, inflación, improductividad y demás. A la nueva Asamblea Nacional no le corresponde el manejo de la economía, o de los indicadores en materia de salud, pero si le corresponderá actuar, investigar, interpelar, controlar y además y fundamentalmente legislar.
La nueva Asamblea Nacional no puede seguir haciéndose la vista gorda con los excesos, con casos como PDVAL, con el drama diario donde asesinan a los venezolanos, con el caos eléctrico que persiste, la nueva Asamblea Nacional deberá desempolvar las denuncias formales que reposan y que quedaron engavetadas, la nueva Asamblea Nacional no puede seguir siendo un órgano arrodillado que complace al Poder Ejecutivo.
Indiscutiblemente como lo afirma Teodoro Petkoff en su último libro el chavismo como problema (julio 2010) estamos de acuerdo que “frente a los abusos de autoridad, la prepotencia, la arrogancia, el sectarismo, el uso abusivo e incluso ilegal de los poderes, el ventajismo electoral, el desdén por las formalidades legales, la violencia física contra adversarios y periodistas, el lenguaje insultante y agresivo del propio presidente, todo esto y mucho más” es que debemos de participar y votar por un equilibrada y bien conformada Asamblea Nacional que reasuma su función como ente de control su función legislativa venida a menos y avasallada por el propio ejecutivo y por la Ley Habilitante. Veremos…