El vocero
El vocero es el portador de la semilla de la democracia directa; es decir,
la toma de decisiones directamente por la comunidad organizada en el
desarrollo de su destino. El vocero es el elemento que ejecuta el mandato
del Consejo Comunal, instrumento a su vez, de la Asamblea de Ciudadanos de
una determinada localidad. El vocero es solo una voz, transmisor de la
decisión del grupo. Recoge también el vocero lo que surge de la sesión
asamblearia de la cual forma parte. Plantea lo que se analizó en ese
ambiente y espera por nuevas situaciones que se deriven de las discusiones
colectivas. Es así entonces como el vocero toma, lleva y trae. Siempre bajo
el parámetro de manifestar la decisión del grupo. Nunca el vocero actuará
individualmente o a su libre albedrío. El vocero no manda ni impone su
criterio personal. Es la extensión o la prolongación de la presencia de un
colectivo de trabajo o un área comunitaria en el Consejo Comunal. Puede ser
también el vocero el ejecutor de una encomienda asignada por el Consejo
Comunal ante una entidad del Estado, otra instancia comunitaria u alguna
organización social, política, cultural o militar. Pero en todos estas
situaciones el vocero solo habla, entrega el mensaje, cumple la encomienda.
El vocero no toma decisiones. La decisión o el mando sobre asuntos que le
competen a la comunidad no es del vocero. Eso es exclusiva responsabilidad
de la asamblea de ciudadanos, que es la primera instancia de poder, y el
instrumento popular que determina la existencia de los Consejos Comunales.
La figura emblemática de lo que sería el cambio en las relaciones de poder,
como parte de la transformación estructural que busca la revolución en esta
fase del Proceso, es el vocero. El vocero tiene una connotación espiritual y
por esa razón responde a la concepción revolucionaria del nuevo paradigma
que genera el cambio de estructura. Lo espiritual está presente porque el
vocero estimula la humildad del servidor público. Un vocero del Consejo
Comunal es un aliado a la causa de servirle al pueblo. De servirle con amor.
El vocero es una embrión de la naciente corriente política que sustenta su
acción en el amor al prójimo. El vocero rompe con la rivalidad entre los
iguales. El vocero acaba con el dedo. Como el vocero no manda, sino solo
habla, cualquiera que entienda lo que significa la gestión de solidaridad,
buena voluntad y afecto sincero para alcanzar el bien común, cualquiera de
ellos puede ser el vocero. Esto acaba con el egocentrismo y el
individualismo corruptor del ser supremo que bajo el manto del poder del
Estado, somete a los demás sin consideración alguna a la condición humana.
Gestión de mando engendrada por el modelo reformista que más que servir al
pueblo lo que busca es aprovecharse del pueblo. El egocentrismo es el padre
de la rivalidad. Pero el vocero, ahora y en la medida que se generalice su
acción y su esencia revolucionaria, el vocero demolerá a la rivalidad e
impondrá la humildad a los servidores del pueblo.
Pues bien, si el rol del vocero se define cada día de manera más clara y así
es entendido por las comunidades organizadas, podemos entonces decir que va
por buen camino el cambio de estructura a nivel de las relaciones de poder
que tiene que alcanzar la revolución.
La existencia del vocero que está en la onda de la avanzada revolucionaria,
coloca a los partidos reformistas apegados, enchufados y enganchados con
las cúpulas y el dedo, los coloca en un escalón más abajo en la escalera de
la revolución. Vocero es salto adelante. Partido reformista es salto atrás.