El último disparo
Recientemente, nos detuvimos brevemente en la ciudad de Barinas para coincidir y desayunar con algunas personas amigas en un local vecino a la plaza tributada a la memoria de Ezequiel Zamora. Tomada por los efectivos militares que rendirían un justo homenaje a quien murió en las vísperas de la Guerra Federal, por enero de 1860, suscitó los comentarios de rigor. Sin embargo, después quedó un dejo de tristeza, rabia e impotencia
Ya en retirada, conocimos a un periodista que transitaba el lugar y saludó a uno de los comensales. Sencillamente, confirmó los comentarios realizados anteriormente sobre la aparición de los grupos de exterminio o de sicariato en la región.
De regreso a Caracas, provenientes del estado Táchira, nada de extraordinario tienen los índices de inseguridad personal hacia los llanos venezolanos. Es cierto, pero no menos lo es que recordamos aquél disparo anónimo del ya distante del siglo XIX, mientras decimos habituarnos al asesinato de numerosos venezolanos por día, como la otra fórmula del olvido.
Ya no es noticia, ni siquiera parece serlo en Barinas, el que diariamente sufran nuestras familias por las incursiones del hampa común y quizá el de claras intenciones políticas. Se nos dijo ˆ además – del riesgo que corren los propios periodistas, cuando comentan o revelan las cifras de los muertos y heridos que – junto a los de todo el país – superan el reporte de las víctimas fatales de Gaza, por ejemplo.
El hábito es el del cinismo del Estado que no garantiza la vida de las personas, a la vez que conmemora un último disparo. Olvida Hugo Chávez lo que sufrimos en las ciudades, pueblos y caseríos o en las barriadas y urbanizaciones de la Venezuela que no debe acostumbrarse a la mentira. Así de sencillo.
BREVE NOTA ANIVERSARIA
Podemos hablar de las fechas aniversarias de los partidos, como institución. Y no sólo porque las horas festivas suelen entrar a la agenda noticiosa, a veces en contraste con la mudez de los restantes días del año, sino porque ha de suscitar y actualizar la preocupación de toda la militancia, incluyendo a la disidencia natural que toda conducción suscita.
Enero es motivo de celebración para copeyanos y masistas, quienes emergieron en diferentes circunstancias políticas y sociales al escenario nacional. En el caso que más conocemos, el de los socialcristianos, definitivamente cuajó la iniciativa en 1946 que tuvo por antecedentes la aparición de la Unión Nacional Estudiantil (UNE), por 1938.
Aleación de ideas y voluntades, el itinerario histórico de la Democracia Cristiana en Venezuela, merece la reflexión de propios y extraños. Un balance de lo realizado y de lo que quedó pendiente se impone, aunque deseamos enunciar dos aspectos que ojalá sean de interés.
Por una parte, COPEI fue y es todavía el producto del esfuerzo de militantes que asumieron con sobriedad el compromiso, respondiendo enteramente a las expectativas y vicisitudes de las realidades inevitables. Concretamente, podemos mencionar a dos presidentes de la República, por cierto, sabiamente liberados de la disciplina partidista al momento de ejercer tan graves responsabilidades, pero deseamos brevemente apuntar otros nombres.
Por ejemplo, la intensa y decidida labor parlamentaria, incluyendo a abnegados proyectistas y valientes investigadores en diferentes materias, puede representarse en la jefatura de la bancada que tuvo en Nelson Chitty La Roche como impulsor de una profunda, creadora y precursora reflexión en el campo de la infopolítica o el de la llamada antipolítica, o en César Pérez Vivas, un conductor atinado, decidido y frontal en la dura, difícil y compleja etapa del ascenso y apogeo del chavezato en nuestro país, dato que en mucho explica la continuidad y vigencia de los verdes. Luce imposible versar sobre la Democracia Cristiana en Venezuela, sin mencionar las contribuciones de Abdón Vivas Terán al pensamiento social y económico, específicamente las relacionadas con un modelo alternativo de desarrollo; de José Rodríguez Iturbe, cuya densidad doctrinaria y fortísimo compromiso ético, palpamos vivamente con la denuncia moral y política que previó la llegada y consolidación del chavismo; de Pedro Pablo Aguilar, extraordinario talento estratégico de quien sirve al país lejos de los oropeles; o de Naudy Suárez Figueroa, notario convincente del pasado que nos sorprenderá con una obra escrita de hondo y objetivo alcance histórico.
Por otra parte, importa reivindicar el ideario socialcristiano más acá y más allá de COPEI, para recobrar plenamente su identidad política e ideológica, recuperando e innovando una experiencia política de más de medio siglo. Obliga a la reconquista y elevación cualitativa de los cuadros dirigentes, a objeto de reencontrarnos con la política y, por si fuera poco, la política de signo e inspiración cristiana.
Imaginación, coraje, profundidad, audacia, compromiso, consecuencia, lealtad, parte de los elementos indispensables para hallar la senda histórica faltante. ¿Hay disposición para el recorrido?.