El triple salto mortal
Estamos viviendo el tránsito hacia la nada. Ese momento dramático en que el muertito no acaba de morir y el feto no termina por ver la luz. Venezuela se suspende en la incógnita y se prepara a vivir insospechadas circunstancias. Todo es posible. Nada está escrito.
1.- En pocos meses el destino cambió en 180°: si antes viajaba por el mundo en su palacio volador con las faltriqueras llenas, regalando millares de dólares a quien quisiera recibirlos, hoy va cabizbajo de país en país viendo cuando agarra. Ayer le regalaba cinco mil millones de dólares a la señora Kirchner. Hoy le pide a su homólogo Lula da Silva le preste cuatro mil, a ver cómo enfrenta el estropicio. Éste, ni corto ni perezoso, los ata a proyectos de desarrollo. El dinero sale del Banco de Desarrollo del Brasil y regresa de inmediato a través de las carteras de los empresarios brasileños favorecidos. Que los presidentes responsables no regalan: prestan y en condiciones leoninas. La platita bien habida se queda en casa. El socio del Foro de Sao Paulo cuyo ascenso a la presidencia el teniente coronel seguramente contribuyó a financiar con sendos maletines es hoy capitán de industrias de una potencia imperial. ¡Cómo nos cambia la vida!
La viajadera es una cuando se va por el mundo de Santa Claus y otra muy distinta cuando se va estirando la mano. De Japón no obtuvo un centavo. De China tampoco. Lo que debían dar ya lo dieron. Ahora es el turno del teniente coronel: darles puntualmente el petróleo que les vendió por adelantado. Precisamente ahora, cuando la producción desciende y para exportación hay menos de un millón de barriles diarios.
Una casualidad permitió oír esta insólita confesión: su furia expropiadora, provocada por la desesperación de su bancarrota, no rozará los extramuros de las propiedades e inversiones brasileñas en Venezuela. Que al Brasil del compañero Lula ni con el pétalo de una rosa. Con los Kirchner la cosa parece ser diferente. Reclaman los argentinos airadamente porque Chávez afecta propiedades de sus connacionales. Y el asunto adquiere ribetes de novela negra cuando se advierte un negociado de esos clásicos de dictaduras decadentes: Chávez le prometió a Techint 1.400 millones de dólares y como por arte de encantamiento al momento de finiquitar la operación firma recibos por 1.960 millones. ¿A quién y para qué esos 560 millones de diferencia? Adelantando de paso un pago de maletín por 400 millones de dólares que se los lleva personalmente a la Sra. Kirchner. Como sucede en el mundo de los negocios, esos primeros pagos suelen ser la comisión. ¿Fueron esos cuatrocientos millones a la cuenta mancomunada de los monárquicos esposos argentinos? ¿Serán la base del electoralismo peronista de cuarta generación?.
2.- El sálvese quien puede comienza a afectar a los más vacilantes de sus aliados. En un acceso de furia más propio de una cabaretera despechada que de una señora presidente, Cristina Kirchner expresa airadamente su irritación contra los dueños de Techint, beneficiados con esa generosa sobre paga, por haberla depositado de inmediato en un banco extranjero. Sabrán sus razones. Ya crece en Argentina la indignación contra aquellos a quienes acusan de manejar el mismo proyecto político que el teniente coronel. Populismo fascista, lo llamó Álvaro Vargas Llosa. De lejanos orígenes peronistas, por cierto. Como que el inventor de la franquicia fue el argentino Ceresole, que en paz descanse. Y conociendo cuan volubles pueden ser los argentinos y cuantos presidentes pueden llegar a zamparse en una semana, el asunto es como para que cundan las preocupaciones.
Por más que se encumbre el precio del barril, ni soñar que alcance los estratosféricos niveles de hace algunos meses, cuando la factura petrolera venezolana se cotizaba a 122 dólares. Está debajo de los cincuenta y a un buen trecho de los sesenta calculados para un presupuesto conservador y ahorrativo. El fisco rojo rojito comienza a depender dramáticamente de empréstitos extranjeros. Y el tren de gastos – regalos a aliados, becas y misiones, maletines electorales, cancelaciones de compras y expropiaciones al por mayor – no da para tanto. La economía, ese ámbito de la esotérica gubernativa tan despreciado por quien no pasó de regentar un chiringuito cuartelero, comienza a ubicarse en el centro del proscenio. El “tsunami de palabras” – Enrique Krauze dixit – no alcanza a llenar barrigas. De discursos no vive el hombre. Por más que se pretenda tapar el hambre con campeonatos mundiales de verborrea.
En síntesis: Venezuela está en bancarrota, Chávez pierde aceleradamente los favores de sus aliados – sin chequera no hay galán – y su aislamiento internacional comenzará a hacer sentir sus efectos antes de lo imaginado. Simple telón de fondo de la auténtica tragedia presidencial: la que comienza a hacerse sentir en las barriadas chavistas, en donde el hambre toca las puertas. Sin posibles revoluciones de pretexto para engañar las tripas ni enfrentamientos homéricos como para sacrificar corazones. Que en Venezuela nadie cambia cochino frito y chicharrones por manuales marxistas.
La cosa se pone pelúa. A comprar alpargatas, que lo que viene es joropo.
3.- Se comprende la aceleración impuesta por el teniente coronel a su proceso de radicalización. Pretende agotar el respaldo con que cuenta antes que se le vacíen las alforjas y comience el tsunami del descontento popular y la iracundia de los caracazos se lo lleve por delante. En eso está: torciéndole el pescuezo a la creciente oposición nacional y trancando el juego allí donde todavía parece serle favorable. Avanza como el corre caminos de las comiquitas: nada más y nada menos que imponiendo en meses todo el aparataje jurídico, político e institucional del socialismo castro comunista. Queriendo dar un gran golpe de Estado e imponiendo una dictadura totalitaria de un solo guamazo. Cuba en 24 horas: el triple salto mortal del teniente coronel. Huele a Sísifo, el mítico ser de las leyendas griegas que se lo pasaba empujando la roca que inevitablemente se despeñaba cuando parecía a punto de alcanzar la cumbre.
Falta el consejo de sus operadores políticos de antaño. Miquilena, que lo abandonó cuando comprendió que estaba más loco que una cabra. Rangel, que aguanta cuanto puede pero ya no cuenta con vara alta. Baduel, que lo ataba a la realidad del cuartel y la cachucha y hoy está preso. En cuanto a Fidel, vegeta en el limbo de los últimos días de Pompeya. Ya huele a incienso. Raúl no se lo cala y le chupará la pepa tanto como alcance. Pero viendo que esto se derrumba, busca respaldo en Brasil y los Estados Unidos y llama a prepararse para la hambruna y el ahorro.
Estamos viviendo el tránsito hacia la nada. Ese momento dramático en que el muertito no acaba de morir y la criatura no termina por nacer. Venezuela se suspende en la incógnita y se prepara a vivir insospechadas circunstancias. Todo es posible. Nada está escrito.
4.- Alfredo Keller acaba de entregar los resultados de su más reciente encuesta. Notitarde los adelantó en exclusiva. Asombran. Lo que nos revelan sus datos es que las estructuras del chavismo crujen, las viejas certidumbres – ya tienen diez años – se desmoronan, el teflón se agrieta peligrosamente. El régimen ha ingresado en la zona nebulosa en que todo puede irse al demonio. La gente, ese monstruo de mil cabezas voluble y sangriento que puede aborrecer un día lo que adoró hasta ayer, comienza a descubrir el agua tibia: responsable por la mortandad de nuestros barrios, la feroz carestía de los productos básicos y la conversión de los salarios en agua salada no es Pedro Carreño ni Diosdado Cabello: es el propio presidente de la república. Esa es la primera percepción que se hace carne en la ciudadanía: el culpable del desastre tiene nombre y apellido y no puede ocultarlo así hable hasta por los codos: Hugo Rafael Chávez Frías. Ha perdido 15 puntos de popularidad en semanas. Y ya ni siquiera se requiere de un Titán sobrehumano para vencerlo. De enfrentar hoy un proceso electoral, el “otro” – no importa quién sea – lo gana por seis puntos. Grosso modo, las cosas vuelven al 60-40, pero a favor de la oposición.
En lo profundo de las aguas se revuelven las corrientes. Chávez lo sabe. Sus asesores cubanos, españoles y de otras nacionalidades que le resuelven los informes desde su sala situacional, también. Cunde el desanimo y el desprestigio y las lealtades se verán muy pronto confrontadas con la dura y fría realidad del cambio de signo.
Hoy por hoy nadie puede anticipar el porvenir. Lo que es cierto y seguro, es que la revolución que pudo haber sido, no fue. Autocracia, dictadura, despotismo y tiranía: lo que ustedes quieran. Pero la revolución bolivariana está muerta y no la resucita ni Mandrake. ¿Cómo resucitar de la muerte lo que jamás existió?