El suicidio de Bolívar, según García Márquez
(1) Varios meses antes de su mejor aventura, su viaje hacia la Verdad,
ya Bolívar había caído en cuenta del declinar de su dos carnes: la de
sostén y la de sostenes, la enemiga de su alma. Desde entonces, al
menos, sabia que aquella incógnita no se aproximaba, pues mas bien el
estaba yendo a buscarla, por la cordillera, valles y rió abajo, adonde
estuviera.
(2) Manuelita estaba al tanto y lo seguía, pero a distancia, tal vez
para que su momento inevitable fuera menos terrible. Otros pocos, fieles
seguidores, también lo sabían, con quienes el contaba por el tiempo que
el veía transcurrir a paso lento, indefectible.
(3) Pero había mucha, mucha gente a lo largo y ancho de aquella
travesía, mucha gente en acecho o en festejo prematuro por la llegada de
aquel momento de júbilo vengativo.
(4) Entre breves ímpetus y mas quebrantos transcurrían esos meses
eternos. Solo, el rumiaba sus deseos contemplando su brújula invisible
que atestiguaba su destilación, que el no solamente conocía: que no
evitaba, pues era su máximo anhelo.
(5) La ciencia de aquel momento, capaz de remediar sus dolencias, no era
apta para superar, según el, los menjurjes que el se prescribía. Su
mágico viaje no iba a ser frustrado por alquimistas mortales. El sabia
que sus dosis lo llevarían con certeza a su destino, pero en el como y
en el cuando que el mismo, solo el, se impusiera.
(6) Su esmero en la dieta no era por calidad sino por lo frugal, cada
vez mas estricto, salvo alguna vez por Manuela, y aun así la parquedad
se imponía. Sus gotas de alivio las sabía prever con sutileza, más que
con prudencia. Su camino era cierto y el a su gusto y manera lo sabia
ver y transitar, a su ritmo, hasta cuando el decidiera que llegara la
hora de llegar al final. Era un viaje de purgantes y lavativas. A estos
si los prefería, a sabiendas de su efecto deshidratante mortal.
(7) Era un recorrido largo, abrupto, con alimento en toda la ruta que
con frecuencia evitaba y prefería moverse, pasar. El sabía que su cuerpo
se reducía lentamente, inexorablemente. El lo quería así, pertinaz.
Ejercitando con poca restauración. Tranquilamente, hasta llegar a donde
el sabia como y cuando arribar. Simulaba, si, apego a la vida. Pura
simulación.
(8) Quien ha visto a un calenturoso caminar en hilachas y descalzo al
hielo de la intemperie? Quien ha visto a un afiebrado sirviéndole de
banquete a los zancudos, por no querer dormir con mosquitero? Viaje de
mínimo dormir y máximo trajín.
(9) Sin permitir siquiera que alguien lo ayudara a caminar cuando daba
muestras de no poder moverse. Eso era para dejarse decaer. Comer frutas
en estomago vació para inducir punzadas, vómitos y deshidratación.
Aceptar invitaciones a comer, para no comer sino para deliberadamente
fingir comer. Negarse a que se consiguiera la ayuda de un medico cada
vez que se evidenciaba su sufrimiento y en vez de ayuda medica, lo que
hacia era simplemente seguir y seguir trajinando, sin querer descansar o
dormir. Todo eso, es querer vivir?
(10) Todo eso continúo por meses. Pero el se auto prescribía y se hacia
preparar sus propias recetas, sin ayuda medica, a pesar de que los
síntomas en partes delicadas como el hígado o el bazo y los dolores eran
a todas luces reveladores de una situación de salud compleja y grave.
Bolívar era un hombre muy culto, muy ilustrado y sabia que los referidos
órganos, síntomas y dolores eran muy importantes y significativos. Había
médicos disponibles y el los rechazaba. Cuando los acepto, el sabia que
los aceptaba porque ya era el momento de su decisión irreversible. Un
galeno, finalmente, lo ausculto y comprobó que el paciente alteraba los
síntomas o los ocultaba. Es eso querer vivir?
(10) Poco antes del gran momento, empezó a mejorar y comió muy bien,
pero los médicos sabían que eso era la mejoría de quien se esta huyendo.
El hizo su calendario y lo cumplió a su gusto, con todo esmero.
(11) Que confesaría el Gran Genio sobre su porción de carne enemiga de
su alma, se podría preguntar, al ver que el obispo confesor salio como
un tiro, no fue a los servicios funerarios ni tampoco fue al entierro.
Quien sabe en que aventuras andará. QEPD.
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En la obra El General en su Laberinto, su parte de ficción es claramente
diferenciadle del contenido histórico, para cuya elaboración García
Márquez se refiere a la «documentación torrencial» que consulto y a la
ayuda de escritores, historiadores y otros profesionales. Hasta ahora,
que se sepa, Bolívar murió, pero alguien -sin respaldo de fuentes- ha
dicho que lo asesinaron. Yo creo que Bolívar se suicido, según mi
lectura del libro de García Márquez.