Opinión Nacional

El sucesor

La oposición, mejor dicho, la Resistencia -a la que con mucho orgullo pertenezco- no suele tener una visión homogénea de los aconteceres que ocurren en la Venezuela de hoy. Es natural que así sea porque se trata de gente diversa, de un sector pluripensante, multicultural y cada vez más policlasista. Muy diferente lo que ocurre en la acera de enfrente donde a quien se le ocurra parir una idea (milagro que a veces sucede) diferente de las que cruzan como flechas envenenadas por la mente del caudillo de Venezuela, por la gracia de sí mismo, se expone a languidecer en el ostracismo y sin modus vivendi.

Daré un ejemplo: todo el mundo se horrorizó con la arenga hugochavista de un tal coronel Benavides, de la Guardia Nacional, momentos después de que las bombas lacrimógenas asfixiaran -sin distingo de sexo y edad- a buena parte de las personas que participaban en la manifestación contra de la nueva Ley de Educación gestada en La Habana. Hacía tiempo que en Caracas no se daba una demostración de tales proporciones, el helicóptero de la policía política del régimen enviaba sus reportes y la indignación de los gobierneros iba in crescendo. Seamos comprensivos con el mal ajeno.

Al cabo de pocas horas llegaron a mi computadora decenas de videos Youtube con el discurso mitinesco del oficial Benavides y al día siguiente varios grupos de la Resistencia decidieron denunciarlo ante la fiscalía y otras instancias que han demostrado hasta la saciedad estar al servicio exclusivo del padrecito de la patria (y del socialismo y la muerte) Hugo Chávez. El video recorrió el mundo, hubo una magnífica y contundente rueda de prensa unitaria en la que Antonio Ledezma y otros dirigentes nos hicieron saber que no se iban a achicopalar por los atropellos de la policía con sus bombas lacrimógenas y perdigones ni por la Guardia Nacional con sus armas de guerra y sus Benavides.

No es que me crea una mezcla de Einstein y Casandra, pero vi al tal coronel Benavides vociferando su speech y me dije a mí misma: ¡acaba de nacer el verdadero chavismo sin Chávez! Que Diosdado Cabello ni que niño muerto, esos gorditos buchones y sin uniforme militar no tienen nada que buscar en la hipotética pero no imposible sucesión imperial. El uniforme es imprescindible, fijémonos si no en el mismo Chávez. ¿Cuándo se vuelve más gritón, amenazante, guerrerista y dizque valiente? Cuando tiene el uniforme puesto. Sobre todo ahora que lo ha ido cubanizando como casi todo en el país. Cuando lo vemos con traje, camisa y corbata es porque va a hacer el esfuerzo de hablar decentemente con visitantes o periodistas extranjeros. Pero para la mandonería chabacana, para inspirar algún respeto: el uniforme militar. Uno llega a tropezarse con Benavides o con cualquiera de su especie en la calle y si va de civil es anodino, irreconocible, inexistente. Un insecto. Su valentía, su arrojo para lanzar bombas lacrimógenas y perdigones contra la población civil desarmada, se los da el uniforme y ese batallón de soldados guardando sus espaldas y prestos a disparar contra quien se atreva a lanzarle una trompetilla al jefazo.

Otra cualidad no menos importante es la verborrea excluyente y despectiva que tiene, como fondo musical, las canciones de protesta del difunto Alí Primera. Igualito al jefe. Los soldaditos son las víctimas elegidas para soportar los arrebatos de pasión socialista del coronel. Pero, tal como lo enseña el mandamás: socialismo pa’ ti pero no pa’ mi. Por ahí recibimos una fotografía en la que el mismo oficial de “la rodilla en tierra y patria socialismo o muerte venceremos”, empina una botella de champaña Moet Chandon como si se tratara de una ramplona cervecita.

Al coronel le gusta, además de hablar, cantar. No sabemos si sus dotes vocales superan las del hijo ilustre de Sabaneta, lo importante es que la tropa sometida a los conciertos, compare y juzgue.

Al coronel lo irritan los periodistas y los medios que no están plegados al “proceso”. No es la primera vez que utiliza su estilo retador y pendenciero para expresarlo. Lo hizo sin tanto bombo y promoción, la noche del 2 de diciembre de 2007 a las puertas del CNE cuando cercó, no solo a los periodistas, sino también a los dirigentes políticos que exigían celeridad en los resultados del referéndum que derrotó a Chávez.

El coronel ha sido felicitado y condecorado por el primer guerrero de la nación; era de esperarse en vista de la reacción airada que su conducta provocó en la Resistencia. Muy probablemente será ascendido este mismo año a general por los servicios heroicos prestados a la patria amenazada. Tendrá suficiente paciencia para dejar pasar las elecciones de 2012 porque aún será joven y con toda una vida placentera por delante. Pero, ¿podrá alguien con esas dotes de dictador militar en ciernes aguantarse hasta 2021, cuando sabe -al igual que todos nosotros- que la nueva Ley de Educación se ha promulgado para que en Venezuela haya muchos chavecitos? ¿No caerá en tentaciones como las que mostró su guía y mentor el 4 de febrero de 1992? Incógnitas que sólo el tiempo y su paciencia develarán.

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