Opinión Nacional

El socialismo deformado

La teoría y praxis del movimiento obrero internacional durante los pasados dos siglos han tendido a definir el «socialismo» como un deseable orden social fundado en la primacía del trabajo sobre el capital y en el predominio del poder e interés de los trabajadores y demás sectores populares por encima de la influencia y los intereses de minorías adineradas. Esta hegemonía de asalariados y capas medias laboriosas (que Marx designó con el infeliz nombre de «dictadura del proletariado») puede ejercerse de manera pluralista, tolerante y dialogante en países donde exista una arraigada democracia política. En cambio, en países de tradición dictatorial o despótica, el cambio de hegemonías conlleva episodios violentos y alienta la aplicación de métodos rudos. El modelo de lassocialdemocracias escandinavas ilustra el primero de estos casos, en tanto que el segundo quedó ejemplificado por la Revolución Rusa de 1917.

Lenin y su partido bolchevique, de izquierda socialista, que adoptó el viejo nombre de «comunista» para deslindarse de reformismos blandengues, llegaron al poder en medio de una catastrófica guerra, con el indudable apoyo masivo de campesinos, obreros y soldados rebeldes. En medio de combates, hambrunas y el colapso de lapodrida administración zarista, Lenin y sus compañeros adoptaron medidas niveladoras y socializadoras de una dureza impresionante, aunque comprensible bajo aquellas circunstancias.

Una vez terminada la guerra civil y la intervención foránea, Lenin puso fin al «comunismo de guerra» y lo reemplazó con el sistema de la «Nueva Política Económica (NEP)» que reintrodujo la propiedad privada de los medios de producción no básicos o estratégicos. La idea dominante fue la de avanzar hacia un futuro socialismo a través de una economía mixta o capitalismo de estado que, para ser socialdemócrata, sólo hubiera necesitado elañadido de la democracia pluralista, requisito éste que Lenin, infortunadamente, rechazó de modo tajante.

El régimen soviético en sus primeras dos décadas mantuvo una perspectiva de avance hacia el objetivo socialista, y por ello conservó e incluso amplió su influencia sobre el movimiento obrero y progresista del mundo. La Internacional Comunista (IC) o Comintern, regida desde Moscú, siguió encarnando las esperanzas de grandessectores de la humanidad. Pero de año en año el sistema se deterioró. La falta de democracia pluralista, y el mantenimiento por la URSS y la IC del «centralismo democrático», apropiado para la clandestinidad y las emergencias pero no para la construcción de una sociedad solidaria y libre, abrió la vía a la tiranía personalista de Stalin, y a la deformación del socialismo hasta desembocar en un nuevo sistema de explotación: el colectivismoburocrático. Volveremos sobre el tema.

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