Opinión Nacional

El régimen de restricciones

Si algún aspecto define o sobresale en los regimenes de fuerza, sean estos autoritarismos, militarismos o populismos radicalizados, es la tendencia clara a establecer censuras, restricciones y limites a la conducta de los ciudadanos. En estos regimenes por su esencia se tienden a suprimir o desconocer determinados derechos y libertades que tradicionalmente, a pesar de todas sus imperfecciones, la democracia ha respetado y garantizado.

Un aspecto para no sentirse jamás orgullo en nuestros países latinoamericanos es precisamente las continuas violaciones a la condición humana, a los derechos humanos por oposición a otros ámbitos y regiones donde no es que no se violen los derechos humanos, pero su violación e irrespeto indiscutiblemente es incipiente y menor comparativamente hablando en relación con países como venezuela o colombia por ejemplo.

De tal manera que nuestros gobiernos deberían preocuparse o alarmarse por las cifras que exhibimos y que constituyen una vergüenza nacional. No hay otro camino en la democracia para mejorar las instituciones, procedimientos, procesos, organizaciones y otros, que no se con más y mejor democracia. Los ejemplos abundan y chile especialmente es un caso interesantísimo para estudiar en donde se paso de la escasez a la abundancia, de la inseguridad a la seguridad, de la incertidumbre a la certeza, del gasto a la inversión, de la miseria y pobreza a la dignidad, de la violación fragante del los derechos a un régimen de protección con casos muy contados y excepciones de violaciones de derechos humanos.

Creo que américa latina si bien es cierto pareciera que marcha junta, o una misma velocidad y experimentos ideológicos, muy por el contrario, sobran experiencias de desarrollo, crecimiento, innovación y progreso material e inmaterial, humano, científico, social y tecnológico, que son los factores junto al papel de las instituciones, su diseño, performance y eficiencia las que en su conjunto rotulan los rasgos de una buena sociedad o por lo menos de una sociedad sana, pujante y en crecimiento en todos los ordenes.

Nuestras sociedades tienen mucho por aprender, por vivir, por experimentar. La llegada de Chávez en Venezuela, de evo morales en bolivia o de humala ollanta en el Perú, por ejemplo, no es fortuita, su triunfo es la expresión de la podredumbre y miopía política. Sin ánimos de volver a tras, otro gallo cantaría si nuestras organizaciones políticas y la propia clase política hubiesen tenido un papel más decente, coherente, visionario y de servicio. El mal esta a la vista y no necesita anteojos. Mientras tengamos niveles de insatisfacción importantes, tendremos siempre caldo de cultivo para la emergencia de liderazgos de variado cuño que en la actualidad en los países andinos hacen de las suyas, precisamente por encontrar individuos y no ciudadanos, encontrar hambre y no satisfacción.

De forma que si no estamos vacunados seremos picados con la serpiente de la tentación, del neopopulismo, con el sueño de una patria más decente y mejor, cuando en realidad lo que sucede es que hemos retrocedido como país, como economía y como opción de cambio. Sin desconocer aquellas medidas y decisiones tomadas en pro de las grandes mayorías pero que casi todas son impactistas y no han podido solventar las grandes desafíos de la sociedad venezolana sumergida en una pobreza estruendosa y sin posibilidades reales a pesar de los altos ingresos de mejorar integralmente.

La democracia y la sociedad venezolana y naturalmente los venezolanos estamos pidiendo a viva voz mas libertad, crecimiento, desarrollo, mas empleo, mas progreso, menos autoritarismo, menos populismo, mas gerencia y logros, menos improvisación y menos promesas, menos restricciones y mas libertades. Este país tiene inmensa potencialidades para desarrollarse pero requiere de reglas de juego, de una clase política a la altura de las exigencias tanto del gobierno principalmente como de la disminuida oposición. Veremos …

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