Opinión Nacional

El pus y otros males

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“El Otro yo del Dr. Merengue” fue una tira cómica argentina con gran éxito
en Venezuela, al igual que “Ramona”, “Avivato” y “Don Fulgencio”. En ese
tiempo Argentina era para los venezolanos un país no solo distante sino
distinto del que sabíamos muy poco más allá del tango, de la buena carne y
de la fama de ególatras y de vanidosos de sus nacionales. Jamás alguien
habría podido soñar que alguna vez un presidente venezolano alquilaría, con
huevos de oro de gallina petrolera, un stadium de fútbol en Buenos Aires
para dar un mitin antiyanqui y que los argentinos aceptarían ese abuso de
confianza. Bueno, tampoco imaginábamos que Venezuela sería una colonia de
la Cuba castrista y que Fidel Castro, derrotado por las armas del ejército
venezolano en los años 60, nos anexaría sin disparar un solo tiro y con el
beneplácito de ese mismo ejército, treinta años después.

El “Otro yo del Dr. Merengue” era una sátira sobre la hipocresía y el abismo
acomodaticio que separa muchas veces lo que se dice de lo que se piensa.

Igualito es lo que ha provocado en militantes de los partidos Patria Para
Todos (PPT) y de Podemos, la orden del presidente Chávez de formar filas en
un partido que nació como Único Socialista (PUS) y que ahora pasó a ser
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) Uno tiene que suponer que el
discurso de Ismael García, secretario general de Podemos, en el que se batió
descarnadamente contra el edicto presidencial, y la alocución mojada en
sudores fríos del secretario general del PPT, José Albornoz, fueron
consultados con sus militantes que ocupan posiciones importantes: ministros,
gobernadores, alcaldes y parlamentarios. Lo más probable es que haya
ocurrido, pero no es menos probable que quienes estaban dispuestos a seguir
a sus dirigentes en ese ensayo de independencia negociable, jamás imaginaron
la airada reacción del dueño de todos los vivientes, movientes y semovientes
de Venezuela.

Error de cálculo es lo único que se nos ocurre suponer: tanto García como
Albornoz creyeron que si se oponían al PUS (ahora PSUV) causarían una
conmoción política y serían llamados a parlamentar. Craso error, aquí el
único que provoca conmociones es Chávez que es quien da y quita. Tan pronto
les gritó, amenazó y mandó a que se fueran muy largos al demonio, empezó la
desbandada. Especialmente en Podemos, que tiene (o tenía) un mayor número de
militantes en cargos de elección popular. Las declaraciones del Gobernador
de Yaracuy, Carlos Jiménez: “Me declaro un soldado más para fortalecer la
patria soñada, ahora que contamos con un líder soñado”; del alcalde de
Maracaibo, Gian Carlo Di Martino: “el líder indiscutible del proceso
revolucionario es el presidente Hugo Chávez y así lo ha entendido el pueblo”
son sintomáticas de lo que le ocurre a alguien que está en peligro de
perder su modus vivendi vulgo chamba. ¿Creen acaso esos podemistas hasta
ayer, las cosas que dicen de Chávez? Evidentemente no, pero así funcionaba el
doctor Merengue

Venezuela entera –la chavista y la que no- presenció asombrada hace cinco
años a su presidente despidiendo por televisión a la plana mayor de la
empresa petrolera estatal, PDVSA. Lo hacía sonando después del nombre de
cada persona botada, un pito de árbitro de fútbol. Cuando los despedidos
alcanzaron la cifra de veinte mil, los venezolanos de uno y otro lado
entendieron que quien ocupa la presidencia del país no respeta capacidades
ni trayectorias; lo suyo es la obediencia ciega y quien se sale del redil es
aplastado como un insecto. Hoy son los funcionarios que se resistan a
amontonarse dentro del PUS o PSUV quienes sufrirán en carne propia lo que
aplaudieron ayer en carne ajena.

Los doctores Merengue se multiplican pero a diferencia del original, no se
limitan a pensar distinto de lo que dicen sino que se arrastran y lamen los
pies del amo, para que les crean. El otrora aguerrido y hasta respetado
dirigente gremial de los periodistas, Eleazar Díaz Rangel, entra en pánico y
da unas explicaciones cantinfléricas porque Chávez lo amenaza públicamente y
amenaza a sus patronos. Los hechos de corrupción obscena denunciados por
Últimas Noticias -bajo la dirección de Díaz Rangel- en la ejecución de un
contrato de cooperación Venezuela-Irán, no han merecido una sola palabra de
reprobación del presidente Chávez. El denunciante es quien sufre las
consecuencias de su cólera de Júpiter ofendido. Si es la diputada Iris
Varela, con fama de enfrentarse al más pintado en cualquier terreno, se
vuelve una gelatina ante el rumor tan difundido de su influencia en las
deserciones de Podemos y PPT. Entonces declara: “Hay dirigentes de segunda
que se creen de primera, aquí el único de primera es Chávez…”

Mantenerse a flote en la política nunca ha sido tarea fácil, pero no ahogarse
en tiempos de revolución bolivariana solo es posible con el único salvavidas que
existe: el caudillo. Uno imagina el stress de esos soldados de la revolución ante el
miedo de caer en desgracia, que termina por agradecer la posición de oligarca y
escuálido en la que nos ha encasillado el sectarismo oficialista. Y, como remate, si
alguien cree que de esos chupamedias aterrados va a salir la implosión del régimen,
que despierten de ese sueño. Vendrá de abajo, de esa masa sin rostro que ha votado
una y otra vez por Chávez y comienza a preguntarse con qué se come el socialismo
del siglo XXI.

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