El profeta armado se desinfla
De suyo la democracia es una convocatoria al diálogo, a la controversia, al disenso, a la tolerancia. Es la construcción de condiciones objetivas para la redención social. En suma, es el abono a la esperanza colectiva por alcanzar elevados niveles en la calidad de vida, derecho inalienable de todos. Reverso del totalitarismo social-comunista de cualquier siglo.
Por más de 60 años los venezolanos han venido construyendo el Estado Liberal Democrático, conducidos en los sucesivos gobiernos en ese espacio-tiempo y por sobre el valladar de la dictadura militar (24-11-1948 al 23-01-1958) castrador de las potencialidades para el desarrollo integral, subyacentes en la sociedad. Enmendando errores, arbitrando fórmulas para superar baches estimuladores de la pérdida de rumbo y escollos de inadaptados de todo pelaje, ubicados en el corrosivo segmento de la anti-política. Así llegamos al punto donde la demanda de un cambio innominado se patentizó en un cambio de sistema perfectible por otro de comprobada inviabilidad y ostensibles fracasos.
De la caverna emergió “el profeta armado”. En torno suyo se congregó un menestrón de chatarra política con empingorotados representantes del empresariado. Magnificaron problemas propios de las crisis políticas-financieras, sembrando la desesperanza para, a renglón seguido, enaltecer al golpista sobreseído. El vengador presto al rescate de la Patria y a castigar, látigo y guadaña en mano, a los depredadores que la hundieron en la miseria. Inventaron un paradigma artificial de la esperanza y el colectivo lo asumió. Los partidos democráticos cayeron en contradicciones de grueso calibre. Entraron en resonancia y el edificio de la democracia, construido con sacrificios y paciencia de orfebres quedó como una ciudad bombardeada. Pero el falso paradigma era una bestia ponzoñosa. Quienes lo amamantaron para cabalgarlo, hoy están siendo cabalgados y, para nacional desgracia, los golpes de fusta que deberían soportar sus traseros, los están recibiendo todos los venezolanos.
Ha destruido el aparato productivo, generando un nivel de desempleo insostenible. Como todo lo importamos, las reservas internacionales languidecen y tiene que represarlas. La intencional mala praxis económica-monetaria estimula la inflación y con el derrumbe de la producción nos hizo atropellar por la estanflación. Se burla de los trabajadores. Permite la pudrición de alimentos. No firma contratos colectivos y encarcela sindicalistas. No brinda seguridad social, ni personal, ni para los bienes. La marginalidad crece en progresión geométrica. Arremete contra la institución universitaria y la Iglesia de Cristo. Criminaliza el disenso. Sembró el odio social y, con la grosera arrogancia del pendenciero apoyado, pretende meter miedo a un pueblo de valientes. Necesita que lo crean invencible.
El profeta armado sabe que se desinfla. La gente que sufre por los balazos, el desabastecimiento, los altos precios, la falta de vivienda salubre, el caos hospitalario, los estragos de los apagones y etcétera, etcétera, ya no cree en sus promesas. Por fortuna las sociedades disponen de inimaginables recursos para la recuperación. El parloteo de ese falso profeta que resultó ser el Comandante Bellaco en Jefe, comienzan a percibirse como el canto de las viudas del gobierno anterior. Representa el pasado. Se esfuerza por dar la sensación de invencibilidad porque tiene miedo. Los números ni los dólares le dan.
Sin saberlo monstruo, lo fabricaron profeta y emprendió la demolición de la República Liberal Democrática. Pero más de 60 sostenidos de libertad y siembra de la democracia socioeconómica no transcurren en vano. Esa es la muralla dispuesta para enfrentarlo y derrotarlo. Las tortillas suelen voltearse. Sus malas andanzas y procederes son el arma que lo esta “auto-suicidado”. Hoy, por encima de la desesperanza que ha pretendido inducir, el venezolano avanza en dirección a la destellante luz que augura el 26S. Día de renovación de la esperanza de redención de los valores democráticos.