El Primitivismo del Viejo Mundo
Todavía hoy, en muchas naciones del Viejo Mundo se le confiere una exagerada y perniciosa importancia a las viejas tradiciones, costumbres y creencias—y se mantienen todavía relegadas las brillantes ideas y descubrimientos de ilustres individuos que permitieron a los Estados Unidos de América, convertirse en el único súper poder del planeta—y al que se sigue oponiendo el Viejo Mundo, para mantener en vigencia sus obsoletas tradiciones, costumbres y creencias.
13 colonias británicas del norte de América, (New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut, New York, New Jersey, Pennsylvania, Delawere, Maryland, Virginia, North Carolina, South Carolina y Georgia), se rebelaron contra el Imperio de Gran Bretaña e Irlanda de Norte, y redactaron una Constitución el 17 se septiembre de 1787; y el 4 de marzo de 1789—luego de que la Constitución fuese ratificada por todas las colonias—comenzó a operar al gobierno federal (nacional) que se mantiene hasta del día de hoy—219 años después.
Las principales y cruciales diferencias entre la República Americana y las instituciones políticas del Viejo Mundo, es que abolió la monarquía—convirtiendo en soberano al pueblo—separó el poder omnímodo del Rey en tres poderes distintos e igualmente poderosos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; estableció una clara y estricta separación entre la iglesia y el estado; estableció una clara, diáfana y estricta autonomía político-económica en cada uno de los 13 nuevos estados de la unión—y estableció la preponderancia de los derechos de los individuos sobre cualquier poder gubernamental—conforme a las normas establecidas por parlamentarios electos mediante el voto universal, directo y secreto.
El Viejo Mundo—y numerosos países del Nuevo Mundo—continúan todavía gobernando a sus naciones conforme a sus primitivas tradiciones, costumbres y creencias—particularmente manteniendo en el poder a todo tipo de monarcas, déspotas y líderes religiosos, como las máximas e inapelables autoridades, y por ello, su desarrollo y progreso es calamitoso transitando caminos dando varios pasos hacia delante y muchos otros pasos hacia atrás.
Adicionalmente, a partir de 1848, cuando el pensador alemán Karl Heinrich Marx publicó junto con Friedrich Engels; El Manifiesto Comunista, y posteriormente inventó una falsa economía; detallándola en tres gruesos mamotretos titulados; El Capital, (publicados respectivamente en 1867, 1885 y 1894)—los dos últimos póstumamente; ya que Marx falleció en 1883—el Viejo Mundo dividió al planeta en dos bloques—que aunque desaparecieron el 8 de diciembre de 1991, con el colapso definitivo de la Unión Soviética, continúa hoy en día manteniendo en el atraso social a numerosas naciones del mundo.
El absurdo atraso socioeconómico del planeta, no será superado hasta que todas las naciones logren aceptar los principios políticos y económicos que rigen en los Estado Unidos de América, donde el máximo valor moral y ético es la libertad individual, donde el verdadero soberano de la nación es el pueblo (la suma de todos los individuos—sin distinción de ninguna clase—); donde la religión tiene prohibido inmiscuirse en los asuntos de gobierno (nacional, regional y local), y donde la separación del poder público es real: los parlamentarios y los jueces tienen un poder tan fuerte y real como el poder ejecutivo—y esta separación real del poder público existe tanto a nivel nacional, como regional y local.
Esa es la fórmula que impide que los individuos que se creen “superiores” o que desean malévolamente convertir al resto de sus compatriotas en sus sirvientes o esclavos, no puedan llegar a ocupar cargos de autoridad pública—y si lo logran, en poco tiempo son defenestrados por el balance de poder entre las ramas ejecutiva, legislativa y judicial.
Porque todo ser humano—hembra o varón—heterosexual, bisexual u homosexual—creyente, agnóstico o ateo—es único, sin duplicado, y la absoluta protección de su libertad individual, para que pueda llegar a ser todo lo que es capaz de ser, es el pilar sobre el cual se sustenta el permanente progreso de la humanidad—sin que importe de cual nación, etnia o cultura estemos hablando.