El poder inteligente
La risa no solo es terapéutica, sino un instrumento eficaz asociado a la política moderna. Cada vez son más los estudios que sugieren que el buen humor y una sonrisa franca representan vías eficaces en la comunicación que se debe establecer entre los que detentan el poder y la ciudadanía. Es lo que se ha dado a llamar: el poder inteligente (“smart power”).
Ante la dinámica de un tiempo bajo el impacto de las telecomunicaciones y los mundos virtuales y telemáticos, en donde el celular se ha constituido en el símbolo de una nueva era bajo el imperio del Internet y los contenidos multimedia, la política y los políticos, se han visto obligados a tener que adaptarse a un nuevo lenguaje distante de la tradicional severidad y gravedad que les ha caracterizado.
Los ámbitos de poder con sus rituales jerárquicos y aparatosas restricciones que ponen una odiosa distancia hacia los electores, hoy se ven suplantados por una política fundamentada en el optimismo, el buen humor y la cercanía. Barak Obama, el flamante Presidente de los Estados Unidos, ha sido un modelo ejemplar en entender esto. Es el poder que no amenaza, que evita ser arrogante y reivindica el triunfo de las emociones positivas dentro de un mensaje de esperanza y comunión.
Este nuevo paradigma lo resume Antoni Gutiérrez-Rubí, experto en comunicación política, de la siguiente forma: Estoy convencido de que los tristes no ganan elecciones. Ni son capaces de liderar emociones positivas (sin las cuales no hay proyectos, ni comunidad, ni esperanza). Tampoco la tristeza puede seducir ni infundir ánimos colectivos. Los que creen que es posible un proyecto político transformador y progresista desde la cultura de lo pésimo, de lo trágico, de lo feo (de lo serio, de lo adusto, de lo severo)… no se dan cuenta de que el concepto “cuanto peor, mejor” es el núcleo psicológico y cultural de los pensamientos autoritarios, que ceban el desánimo y la desazón, para canalizarla como rabia agresiva… y amenazante”.
Estas sugerencias bien valdrían la pena ser tomadas en cuenta en la Venezuela de hoy, y sobre todo, por parte de los voceros gubernamentales, empeñados en seguir practicando una anti-política fundada en el miedo, la amenaza y la violencia. Hoy el país, la ciudadanía, anhela recuperar el sosiego perdido y apuesta por un reencuentro.