Opinión Nacional

El poder inmoral

Las instituciones propias de la llamada quinta república colapsan ante la
urgencia de Chávez por preservar el poder. Bien lo ilustran una Fiscalía
que actúa únicamente para cumplir con los objetivos trazados en Miraflores,
una Defensoría que siente orgullo de sus ausencias cuando el régimen
atropella a los ciudadanos o una Contraloría que pretende dignificar sus
silencios. Sólo coinciden para impulsar la destitución de un magistrado del
Tribunal Supremo, con la grandilocuencia de un dictamen que desafió
-incluso- los presupuestos constitucionales.

La memoria y cuenta del gobernador de Barinas, por segunda vez, no fue
aprobada por el parlamento regional, emergiendo serios señalamientos que,
en otra etapa histórica, hubiesen colmado de indignación a la opinión
pública. Empero, el Contralor General, desinformante recurrente de la
Asamblea Nacional, por cierto, ni siquiera se atreve a un gesto
moralizante. Recordemos, la corrupción administrativa fue uno de los
foetazos emblemáticos para el ascenso de los actuales elencos del poder,
aunque reconozcamos su curiosa desaparición en el tablero de las encuestas,
como si el problema estuviese resuelto, quizá por la aguda gravedad de los
otros asuntos que hacen la crisis.

Recientemente, el Secretario General de COPEI denunció la alteración dolosa
de un documento público, como es el Registro Electoral Permanente. César
Pérez Vivas, además, señaló al diretor de Informática del CNE como el
responsable material y directo de las migraciones que, en un porcentaje sin
precedentes, afectan además a un grueso del electorado que suscribió la
solicitud del referéndum. La acción judicial intentada, aunque no provoque
una respuesta oportuna y convincente, quedará como un inequívoco indicador
histórico y un eficaz testimonio político de la «novedad revolucionaria»
que alguna vez vivió el país al comenzar el siglo XXI. Será a partir del 15
de Agosto cuando se haga justicia en el país.

La inmoralidad del poder en Venezuela no sólo está retratada en la
interesada conducta del Fiscal, Defensor o Contralor, sino en la cínica
doctrina asentada por el jefe del Estado. Este decía, por ejemplo, un 9 de
Agosto de 2002: «Ahora es válido que de vez en cuando nos digamos verdades,
bueno las verdades y estar preparados para recibirlas y no como una ofensa
ni para que nos molestemos, no, no chico, lo que tú crees dímelo, yo te
digo lo que yo crea» (www.venezuela.gov.ve). Lo hemos comprobado mil veces,
no soporta las verdades así sean proferidas de «vez en cuando» e, irritado,
nos dice lo que cree y, para ello, igualmente utiliza la fiscalía, la
defensoría y la contraloría, agregando las actuaciones de un gobernador y
las de un remoto funcionario electoral.

EL ESFUERZO DEMOCRATICO OPOSITOR

Los especialistas observan que el asedio pertinaz de la crisis, activa y
genera respuestas desde los más rudimentarios prejuicios individuales y,
así, emerge un sentimiento autoritario como reacción impotente ante una
situación inadvertidamente difícil y compleja. Desde un primer momento,
Chávez también provocó el gesto defensivo de una clase media que lo fue
gracias a la prosperidad petrolera (vale decir, por «culpa» del Estado),
parapeteada en un diagnóstico que la llevó, en alguna medida, a aceptar
entusiasta el «carmonazo» de abril de 2002.

El esfuerzo opositor de los últimos dos años, igualmente ha significado el
ejercicio de una profunda pedagogía democrática, con la aspiración de limar
aquellas asperezas de una interpretación equivocada sobre las condiciones
que hicieron al régimen actual y las que propugnan su desplazamiento
constitucional. Venciendo la tentación golpista, la de una inmediata,
atorrante y definitiva solución, con el absoluto sacrificio del ineludible
elemento político, reiniciamos el aprendizaje de los fines democráticos
que son los que justifican los medios ciudadanos. Empero, aunque reducido,
sobrevive un conjunto de prejuicios que habla más del antichavismo estético
que del ético, según la feliz distinción que una vez hiciera Tulio
Hernández.

Una de las paredes de la ya vieja urbanización Santa Inés, ubicada en la
extensa metrópoli caraqueña, todavía exhibe el ademán grafitero: «Muerte al
negro verrugón», sugiriendo la necesidad de profundizar la didáctica
ciudadana de una oposición que dejará de serlo poco después del 15 de
Agosto. La íntima contrariedad de la Venezuela alejada de las bonanzas, por
ejemplo, requiere del concurso de la psicología social para revertir una
tendencia de prolongada duración, pero con redobladas energías, más de la
dirigencia política y social para extirpar una predisposición y una
conducta primarias de remota estirpe positivista, que no tienen siquiera un
soporte como el de los nazis que proclamaron la supremacía de los arios.

Siendo así, la transición democrática deberá punzar la Venezuela
profunda, provocando un cambio al que se resistió el chavismo y, digamoslo
con franqueza, un sector de sus opositores que ocupó Miraflores por pocas
horas.

FIESTA EN LA ZONA DE SEGURIDAD

El gobierno intentó acalorar a sus seguidores a través de un espectáculo
celebrado en una de las zonas de seguridad que decretó para mitigar sus
angustias. Los Próceres recibió a sendas atracciones del mundo del canto y,
¿quién sabe?, si alguien pensará traerse al celebérrimo trío de tenores
para concluir una agenda que es de campaña electoral.

No cuestionamos los gustos musicales del presidente de la República ni su
inclinación a exhibirse en escena, junto a la familia, pero sí que haga un
uso desinhibido de sus prerrogativas de Estado, de recursos desbordantes,
para una evidente demagogia de ocasión. El circo sin pan que ofrece,
condensa muy bien los propósitos del Maisanta que quema eun recurso
insustituible: el tiempo, ya fatigado por tanta futilidad.

Esta incineración, además, resulta económicamente insostenible y no
queremos imaginar cuán lejos llegará después de revocado el mandato
presidencial, si no nos sosprende Chávez con la renuncia, por decir lo
menos. El erario público es un desagüe festejado por sus más aventajados
seguidores. Y los grandes temas, como la pobreza que ha logrado
estructurar y blindar con denodado empeño, dicen pasar por debajo de la
mesa.

La fiesta propagandística y publicitaria proveniente de la zona de
seguridad por excelencia, Miraflores, resta posibilidades y oportunidades
para superar el hambre y la miseria de nuestro país. Por cada tonelada de
afiches, por cada día de cuñas, por cada «rumba» oficialista, duermen miles
de venezolanos sin empleo.Con sobrada razón, en un mitín en el que
coincidimos en Anaco, Nelson Chitty La Roche decía que los afiches y las
cuñas que han anegado nuestra vida cotidiana, no votan.

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